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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cuestión de agenda

Es urgente pactar una respuesta única a las iniciativas de la Generalitat

El País
El presidente de la Generalitat, Quim Torra,durante la segunda jornada del Debate de Política General.
El presidente de la Generalitat, Quim Torra,durante la segunda jornada del Debate de Política General.Quique García (EFE)

El president Torra ha conseguido centrar el primer Pleno que se celebra en el Parlament desde el mes de julio en la reclamación de independencia de Cataluña, eximiéndose una vez más de rendir cuentas sobre su deplorable gestión de los problemas de los catalanes. Es un desenlace frustrante no solo para los grupos que rechazan el programa de la secesión, sino también para todos los ciudadanos de Cataluña que, partidarios de él o no, deben resignarse a que sus instituciones solo sirvan de caja de resonancia para la inflamada retórica de un líder prometiendo sueños y las admoniciones de otros recordándole que son irrealizables. El president Torra lo hizo, además, lanzando un atropellado ultimátum al Gobierno central que no había pactado siquiera con sus socios y aliados, de manera que ERC se ha desmarcado y la CUP no se ha dignado siquiera a concederle credibilidad. Como en ocasiones anteriores, el máximo responsable de la Generalitat ha sacrificado con sus aspavientos la dignidad que exige su cargo, con el resultado de que, falto de apoyos incluso entre los independentistas, debe ahora mendigar al presidente Sánchez que mantenga la reunión prevista de mutuo acuerdo para estas fechas.

Editoriales anteriores

Palabras de más (03/10/2018)

Aniversario de un recuento (29/09/2018)

Sin máscaras (12/09/2018)

El desarrollo del Pleno que concluyó ayer debería bastar a los partidos que rechazan el programa de la independencia para intentar un consenso que, al menos, evite traducir en inestabilidad política en España lo que son extravagancias del president Torra en Cataluña. Peligrosas, sin duda, y dignas de ser combatidas, pero extravagancias. Si la intención del grupo político al que él pertenece es rechazar cualquier apoyo a los Presupuestos que intenta aprobar el presidente Sánchez, las posiciones políticas por parte de todos, Gobierno y oposición, tendrán que adoptarse en el momento en que ese rechazo se materialice, no cuando al president Torra se le antoje lanzar una bravata con la seguridad de que tendrá el mismo efecto que arrojar una piedra contra un avispero. Especular con adelantos electorales, y más aún exigirlos, es tanto como empujar la política española de la mano del president Torra hacia una pendiente en la que no es siempre fácil distinguir entre firmeza y electoralismo.

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El estancamiento político de la situación en Cataluña no se debe a la existencia de dos bloques, sino al hecho de que el bloque en el poder no tiene fuerza ni legitimidad para imponer su programa, y trata de ocultarlo haciendo que toda una sociedad, y todo un país, se enfangue en una agenda que, como la de independencia sí o independencia no, enfrenta entre sí a los partidos contrarios a la secesión y acorrala a quienes desean que Cataluña permanezca unida a España. Esa agenda, sin embargo, no es resultado de ninguna cuenta pendiente con la historia, sino de una estrategia política de las fuerzas independentistas en la que la oposición al Gobierno de Pedro Sánchez no puede convertirse en cooperadora necesaria. La necesidad de pactar una respuesta única a las iniciativas de la Generalitat es en estos momentos más urgente que nunca. No solo porque su ausencia puede alimentar el equívoco de que el programa de la secesión obtendrá tarde o temprano beneficios de las diferencias entre los partidos que la rechazan, sino también porque es preciso que los ciudadanos sepan, en Cataluña y fuera de Cataluña, que la posición política frente al independentismo no cambiará sea cual sea el Gobierno.

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