Maluma: “Pido perdón a quien haya podido ofender, pero seguiré cantando mis canciones”
Es una estrella mundial. El nuevo ídolo de la música latina. El líder de todas las listas de éxitos. Tan querido por sus fans como repudiado por la causa feminista. Sus letras han desatado la ira de miles de mujeres que se sienten insultadas por sus himnos más escuchados. Tras su paso por España con la gira de su nuevo disco, en esta conversación planta cara a quienes le acusan de machista, cuenta cómo se convirtió en la salvación de su familia en Colombia y confiesa por qué no quiere vivir mucho.
JUAN LUIS Londoño, alias Maluma, colombiano nacido en Medellín hace 24 años, es el paradigma global de macho alfa contemporáneo cuando representar tal cosa está peor visto que nunca antes en la historia de Occidente. También es el ídolo de masas de la música latina. El líder indiscutible en todas las listas del negocio. El cantante con más visitas del mundo en Instagram Stories, que acumula más de 35 millones de seguidores en esa misma red social, más de 23 millones en Facebook, 5,6 millones en Twitter y 17,5 millones de suscriptores a su canal de YouTube. Un éxito comercialmente arrollador de esencia latina, mezclada con reguetón y trap. Su música despierta pasiones encontradas desde que el tema Cuatro babys, donde entona un polémico estribillo junto a otros tres cantantes, le convirtió desde hace un par de años en enemigo público de la causa feminista. Poco antes de salir al escenario del Palau Sant Jordi de Barcelona, donde ha cerrado la gira por España de su nuevo álbum, F.A.M.E. (Sony), el mismo enclave donde pondrá a perrear durante dos horas a 12.000 personas —en su gran mayoría mujeres de diversas generaciones y nacionalidades—, Maluma parece cansado. De todo el revuelo en torno a las acusaciones de machismo que recibe. De campañas en redes sociales como #MejorSolaQueConMaluma. Y también de su propio éxito.
En una pequeña sala forrada con paredes de ladrillo visto contigua a su camerino, donde su madre se arremolina junto a otros miembros de la familia y su novia —Natalia Barulich, telonera como DJ durante la gira—, el cantante de cabeza menuda y rasgos afilados, con barba cuidada y pelazo moreno mojado y recogido con coleta al estilo mohicano, toma asiento en un pequeño sillón negro de piel. Viste sudadera rosa y zapatillas de Adidas, vaqueros de Dolce & Gabbana y una camiseta interior que no tapa sus brazos esculpidos en el gimnasio y rebosantes de tatuajes. “Perdí la cuenta de cuántos tengo”. El más visible, una corona en el cuello, bajo la oreja izquierda. También lleva pendientes de oro y cadena a juego que sostiene una joya en forma de ojo. En la muñeca izquierda, un Rolex Yacht-Master con piedras preciosas de colores incrustadas. “Es el mismo modelo que me robaron hace poco en un hotel de Moscú. Me lo volví a comprar, pero desde aquello solo viajo con las joyas que llevo puestas”, dice con su acento antioqueño. Puro espíritu bling-bling hecho carne, aunque su origen no tenga nada que ver con el de los verdaderos gánsteres que cubren de oro su cuerpo cuando logran salir del gueto y alcanzar la fama.
En una esquina de la sala, de pie durante todo el encuentro, Miguel Lua, su mánager. Un tipo corpulento y de aspecto desafiante que gruñirá en varios momentos de la conversación. El séquito al completo ha llegado en autobús desde Valencia, donde actuó la noche anterior, hace apenas seis horas. “También viajamos durante la gira en avión privado: un Falcon, mi favorito. Estuve a punto de comprarme uno, pero hablando con varios grandes de la música me aconsejaron que no lo hiciera. Tener avión propio no es un buen negocio”.
Cuando termine la entrevista, volverá al camerino, donde le esperan una botella de ginebra, otra de vino tinto, piezas de fruta, crudités de verdura, miel y jengibre. Allí se preparará para interpretar algunos de sus himnos ante un público que bailará con la misma pasión desde las baladas más almibaradas hasta los temas más tórridos y polémicos. Cuatro babys: “Estoy enamorado de cuatro babys / Siempre me dan lo que quiero / Chingan cuando yo les digo / Ninguna me pone pero”; Vitamina: “Me dijeron que eres posesiva / Y que te tragas la vitamina”; GPS: “Seis de la mañana, sé que tienes ganas / Pero me lo mama / Me lo mantiene contento / En su mente siempre hay malos pensamientos…”. Religioso y lleno de contradicciones, asegura estar bendecido por Dios.
¿Es usted el rey de la música latina? No. Ni quisiera serlo. Trabajo en coherencia con el amor que tengo al arte. Pensar así me ha llevado a tener seguidores y a que mi música sea exitosa.
¿Qué cadáveres ha dejado para conseguirlo? Hay muchas personas que se han ido de mi vida. Una carrera como esta te obliga a hacer sacrificios. He dejado atrás a personas de mi familia. El de hoy es el primero de mis conciertos, después de tres años, que mi tío ha venido a ver. Él fue mi primer mánager. Y esa es una relación que quiero salvar.
¿Cree que habría cosechado el mismo éxito si no hubiera elegido cantar letras que hieren la sensibilidad de tantas mujeres? Eso no lo sabe nadie. La música que hago, de una u otra forma, gusta. Pero no sé si todo hubiera sido distinto haciendo otro tipo de canciones.
¿Le ha sorprendido durante estos días en España la reacción de muchas personas que se muestran en contra de su música y de lo que usted representa? Claro que me sorprende. No soy así. Es como acusar a alguien de asesinato cuando no ha asesinado a nadie. Que me digan que soy machista cuando soy un joven que ha sido criado por mujeres… Cuando mis padres se separaron, mi mamá y mi hermana me criaron y lo primero que me enseñaron fue el valor del respeto a la mujer. Me sorprenden todos los comentarios negativos en este sentido, pero es parte del trabajo. Es parte de la historia.
“Mire: ni soy machista, ni lo soy sin saberlo. Tampoco me arrepiento de canciones como Cuatro babys, que se ha convertido en un éxito internacional”
Dice que no es machista. ¿Puede que lo sea sin saberlo? Mire: la verdad, no. Yo estoy montado en un papel, que podría ser llamado latin lover. Pero tras las bambalinas soy lo contrario. Tengo una relación sentimental que dura más de un año. Y las canciones por las que me han titulado de cierta forma han venido cuando he estado con mi novia.
Por mucho que quiera representar a dos personajes, es la misma persona quien canta esas letras. Son suyas. Y las defiende. Ojo, yo hago la música que me gusta.
¿Se arrepiente de su papel en el tema Cuatro babys? No. Jamás. ¿Cómo me voy a arrepentir? Durante un concierto en Puerto Rico, ese fue el más exitoso. Allí me di cuenta de que la canción no solo había crecido muchísimo en mi país, sino a nivel internacional. No me arrepiento para nada.
¿Pero es consciente de la náusea que esa letra provoca en muchas mujeres? Claro. Está bien. Pero ya he dicho que las peores partes de la canción no las canto yo. Y creo que se trata de un pensamiento que todavía no se ha desarrollado tanto en Latinoamérica. Si se escuchan con atención la mayor parte de las canciones de trap y rap americano… El último tema que Kanye West canta con Lil Pump, en el que dice “You’re such a fuckin’ ho, I love it” [eres tan jodidamente puta, me encanta]… Eso es más fuerte todavía. Y son artistas que se presentan a los Premios Grammy anglosajones.
¿Cree que el debate sobre este tipo de letras ha llegado tarde a España cuando el rap, el reguetón, el dancehall y el trap llevan llamando “putas” y “zorras” a las mujeres desde hace décadas? No quiero hacerme la víctima, pero me he sentido señalado, cuando esto es algo que viene pasando durante muchos años.
¿Cómo era la casa de sus padres, Luis y Marlli, donde se crio? No había muchos lujos, pero tampoco pobreza. Siempre viví en un estrato social de comodidades. Cuando tenía 13 años, la compañía de la que mi papá era presidente quebró. Y empezamos de cero. Dejé el fútbol a un lado para meterme en la música como una salida para mi familia. Cuando pasó aquello, no pudimos pagar el colegio donde yo iba y mi padre se puso a colaborar con la escuela para financiar a cambio mis estudios hasta que acabé bachillerato.
¿Su salto a la música fue un pacto familiar? Sí. Cuando tenía 16 años, también veía el fútbol como una salvación. Pero encontré más puertas abiertas en la música. Empecé y a los tres meses me pagaban 100 o 200 dólares por un concierto.
¿Se arrepiente de no haber ido a la universidad? No. La calle me ha enseñado mucho.
“Soy un delincuente / Que me traigan dos botellas y un par de mujeres bellas”. ¿Usted es un gánster de verdad? No. Por fumar puros y cantar eso no tengo por qué serlo.
Entonces, ¿por qué canta cosas de gánsteres y mantiene esa pose? La cultura urbana, el campo en el que me muevo, ha convivido con eso desde hace muchos años. Es algo que también se hereda como género musical.
Muchos de los grandes del rap, el trap, el reguetón y el dancehall llegaron y siguen llegando al éxito musical tras practicar ostentosamente el uso y el tráfico de drogas. ¿Es su caso? No. Al revés. Mi aporte mayor en la música hoy es mostrar el nuevo Medellín, la nueva Colombia. Es algo que también promuevo con mi fundación, El Arte de los Sueños. Todavía en cualquier parte del mundo se relaciona a Medellín directamente con Pablo Escobar.
¿Qué representa para usted la figura de Pablo Escobar? Una persona que casi acabó con el país. Un delincuente.
Quitar su rostro de Medellín parece todavía difícil, a pesar de los grandes cambios que esa ciudad ha experimentado en los últimos años. Una transformación que lideró Sergio Fajardo durante sus años de alcalde y posteriormente como gobernador de Antioquia. ¿Le ha conocido? Sí. Y me encanta. Le tengo mucho cariño.
Con el nuevo presidente de Colombia, Iván Duque, parece que se complica el avance en las negociaciones para la paz. ¿Está a favor o en contra de ese proceso? No estoy en contra ni a favor de nada. No es mi trabajo hablar de política. Me dedico a hacer música.
“No he visto la serie Narcos. Tengo familiares que vivieron aquellos años de violencia en Colombia. Pablo Escobar fue un delincuente que casi acabó con mi país”
¿Y qué es lo que más le preocupa de su país? Ha costado botar las esquirlas de lo que dejó Pablo Escobar en su época. Todavía hay gente que lo llama héroe. Eso es difícil de entender. Y a todo el mundo le encanta ver Narcos en Netflix y los documentales de Pablo Escobar, y hablar de todo eso.
¿Ha visto Narcos? No.
¿No le interesa? Lo que pasa es que tengo familiares y otras personas que vivieron aquellos años de violencia en Colombia. No tengo un reality más real que el de muchas personas que estaban a mi alrededor.
¿Vivió de cerca aquellos años de plomo? Mis padres. Mucho. Cuando pasó lo de la bomba del centro comercial El Tesoro, ellos vivían muy cerca. En otra bomba que explotó en el parque Lleras pudieron morir personas muy allegadas. Pablo Escobar mandó matar a los abuelos de una persona que trabajaba conmigo. De manera indirecta, he estado conectado con esa violencia.
¿Ha llegado a olvidar ese miedo? Todavía hay esquirlas. Cuando se sale a la calle hay un poco de miedo. No porque te vayan a matar, pero todavía existen ladrones.
¿Puede ir por la calle sin escolta? Me gusta, pero no me dejan. A veces me escapo, salgo a trotar hasta que me encuentran. Por lo menos disfruto un poquito. Me gusta vivir como un joven corriente en Medellín. Soy hijo de Antioquia y me lo tengo que disfrutar como tal.
¿Allí está su casa? Sí. Ha sido difícil para mí construir la casa de mis sueños y no vivirla. Es para lo que he trabajado todos los días. Pero hasta dentro de unos meses voy a seguir de gira. Vivo solo. Con muchos animales. Tengo perros y caballos. Son mis consentidos. Soy cien por cien animalista.
También dice que le gusta cantar cosas que les pasan a los jóvenes de hoy. Y asegura que es común que un hombre vaya hoy a una discoteca, le rodeen 10 mujeres y se vayan todos juntos a hacer el amor. Suponiendo que eso sea cierto… A ver, normal no es. Pero sucede.
Pero a los jóvenes también les pasan otras cosas. ¿No le interesa cantar sobre los problemas sociales que afrontan? En el plano musical, ahora mismo no trato temas sociales. Para eso tengo mi fundación. Allí trabajamos con niños que están en situaciones muy complicadas en ciertas comunas de Medellín.
¿Usted cree que es un buen ejemplo para los niños, a pesar de todas las críticas que recibe? Sí. Los sueños se hacen realidad. Es un mensaje que yo puedo mostrar.
¿Le gustaría también pedir perdón a las mujeres que se sienten insultadas por su música? Sí. Pido perdón a las personas que se hayan podido sentir influenciadas negativamente por el contenido de algunas de mis canciones. Pero no era mi intención ofender. Mi única intención es ir a la discoteca a bailar, que la vida es una sola y también hay que disfrutarla.
¿Seguirá cantando esas canciones? Sí, claro. Siempre y cuando la gente quiera escuchar ese tipo de música, lo voy a seguir haciendo.
“Mami, me encanta tu cuerpo / Porque me seduces y ha pasado tanto tiempo”. ¿No será que usted lo que de verdad quería es ser Luis Miguel? ¿O Julio Iglesias? ¡No, no, no, no! Para nada. Aunque los admiro mucho. Saco cosas positivas y trato de aprender de todos los artistas.
¿Con quién le gustaría hacer un dueto y no lo ha conseguido? Madonna. Justin Timberlake, del que soy fanático desde siempre. En la música latina he conseguido grabar con Shakira, Marc Anthony, Ricky Martin… Juanes, que también es un ídolo de mi patria, es otro artista con el que me encantaría sentarme.
En una foto de su cuenta de Instagram salió leyendo La gente feliz es más exitosa. ¿El último libro que ha leído también es de autoayuda? Ese ha sido el último. Y es el libro que más me ha marcado. Ahí se dice que uno debe hacer lo que uno ama, y es lo que he venido haciendo durante toda mi carrera. Soy un afortunado. Un bendecido. Muy agradecido con Dios.
¿Es religioso? Soy católico. También leo sobre budismo. Y practico meditación y yoga. Me ayuda a sobrellevar la presión. He pasado demasiado tiempo pensando “24/7 y 365” en llevar mi carrera a otro nivel, cuál va a ser mi próxima canción, qué productor voy a contratar…
¿Está cansado de todo eso? Hay días que me levanto y quiero mandar a todo el mundo pal carajo. Cuando me sucede, lo hago. Es como una bomba.
¿Cuánta gente vive de usted? No sé exactamente. Pero en un solo concierto hay hasta 50 o 60 personas que van conmigo siempre, acompañándome durante todo el tiempo, más las familias que están relacionadas. Debe de haber miles de personas que se alimentan de mi música.
¿Sabe cuánto dinero tiene? Sí.
¿Y se puede saber? No, porque me mata mi papá.
¿Usted es rico o superrico? Soy rico. Conozco a personas billonarias. A esos niveles no llego. Vivo muy tranquilo con lo que tengo. Hay ambiciones que uno quiere seguir teniendo. Pero también quiero bajar un poquito la presión que tengo a nivel artístico para invertir un poco más en mi parte personal.
Tupac Shakur, uno de los más grandes raperos de todos los tiempos, decía que los buenos mueren pronto… No me diga eso, que me está echando la sal.
“No quiero vivir mucho tiempo. Cuando comience a estar enfermo, me iré a una isla con mis animales y mi familia. Y elegiré mi final”
¿Cuánto tiempo quiere vivir? No mucho. Lo suficiente para hacer realidad todos mis sueños. En el momento en que comience a estar enfermo y me tenga que cohibir de muchas situaciones es cuando quiero decir: “¿Sabes qué? Hasta aquí llegué”.
¿Ha pensado cómo quiere elegir ese momento? Sí. En una isla, soy una persona de trópico… Viendo el océano, rodeado de todos mis animales y de mi familia… Y ver el final. Elegido por mí. Y si no es elegido por mí, Dios sabe cómo hará esas cosas.
¿Cuánto miedo le dan la vejez y la decadencia? La soledad me da más miedo que la vejez. Muchas veces me siento solo aunque hable con muchas personas que están alrededor. Por eso cultivo mi espiritualidad. De la misma forma que voy al gimnasio todos los días, trabajo para tener una paz mental.
¿Hasta cuándo cree que va a durar su éxito? Hasta cuando yo quiera.
¿No dependerá del público? Dependerá del público siempre y cuando yo quiera hacer buena música. Si hago música que a la gente no le gusta, se acabará mi carrera.
¿Cree que la ira que se ha levantado contra sus canciones habría sido muy distinta hace 5 o 10 años? No. El caso es que yo he escuchado temas de salsa, de bachata o merengue que dicen lo mismo que las mías, lo que pasa es que no se hablaba de manera explícita y pocas personas entendían lo que esas letras querían decir.
¿En Latinoamérica ha sentido el mismo rechazo que en España? Se vive, pero no mucho. Depende de las zonas. Hay una diferencia cultural.
Si mañana se acabara todo esto que le rodea, ¿qué haría? Me iría a Tailandia. Meditaría mucho. Cuidaría de mi templo, de mi cuerpo. Trabajaría en lo que fuera, llegado el caso. Pero lo dejaría todo para volverme una persona muy espiritual.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.