Rivera del Notro, relámpagos de placer
A veces sucede: el sabor y la textura, escondidos entre las raíces y el corazón de la uva, llegan a la copa.
Roberto Henríquez, enólogo, hace este vino a mano, a la antigua, con mucho esfuerzo. Es de 2015, pero cualquier año es bueno para él siempre que uno atienda a las cosas fundamentales: la tierra y sus lunas, las órbitas y el agua. La naturaleza y la vida hablan en él con voz de solsticio y plenitud de luna llena. Cepas y pámpanos se desperezan y sonríen al sol. La energía que hizo viva a la uva sigue en la copa. Cerezas bien maduras en un bizcocho reposado, fuego y cocción lenta. El recuerdo dulce y amable del mosto se huele, pero comparte espacio con la acidez, el desparpajo y el carácter silvestre e indómito de la tierra, la vinificación y la madera. Coulis de frambuesa, helado cremoso de frutillas en brioche. Intensidad y placer sin adjetivos. Densidad y fluidez. Una lluvia de estrellas rojas de amanecer. La felicidad es cárdena y tiene la forma de un óvalo de uva eterna.
Ficha técnica
Roberto Henríquez, Rivera del Notro País 2015, 12%
– En el valle de Catirai, rivera sur del río Bío-Bío (Patagual, Chile), viven cepas de entre 150 y 200 años de uva tinta país de nacimiento. Suelo granítico y cultivo tradicional con una sola mano de azufre. El vino fermenta en lagares de madera de raulí y reposa unos meses en pipas muy viejas. Sin añadidos, pasa a la botella. Precio: sobre los 19,50 euros.
Sensaciones
– El vino pasea por la copa con la elegancia de quien se sabe poseedor de una verdad antigua. Corazón adulto y piernas de gacela.
A través del cristal
– Cuenco de mármol pulido y trapo de cocina de Catalina House. Copa para burdeos de la serie Finesse, de Schott Zwiesel.