Que sea para bien
EN ARABIA Saudí las mujeres pueden conducir ya un automóvil, pero aún no pueden conducirse a sí mismas. Por cierto, que estamos utilizando impropiamente el verbo “poder”. No es que antes no pudieran, es que lo tenían prohibido, como ir al fútbol, por ejemplo. Y ahora mismo, para viajar, necesitan la autorización del marido o del varón que sea responsable de ellas, pues lo normal es que tengan dueño. De hecho, la mujer de la imagen debería llevar a su lado un copiloto, ya que no pueden salir de casa sin vigilancia. Aquí no se le ve porque es todo de atrezo, como demuestra que los asientos sigan con las fundas de plástico con las que el coche salió de fábrica. Llamamos atrezo al conjunto de objetos de una escena. Significa que asistimos a una representación en la que también ella está cosificada.
No vayan a creer que he buscado una foto que me ayudara a escribir un artículo de tesis (si tesis y artículo fueran compatibles). Me limité a pedir que me facilitaran una imagen ilustrativa de la novedad que nos ocupa y me enviaron una metáfora que es metáfora desde los pies hasta la cabeza del mismo modo que el toro es toro hasta el rabo. Eso no significa que la noticia automovilística sea falsa. Es verdadera, pero se trata de una verdad plastificada, una verdad envasada al vacío, una verdad que se oxida al contacto con el oxígeno. Una de esas verdades a las que se les caen los pétalos con solo mirarlas. Una verdad tan delicada, en fin, que se deshace entre las manos. Una verdad inaprensible, como el agua, como el aire o la arena. En todo caso, deseamos que sea para bien.
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