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Lola Manterola y Diego Megía, guerrilleros contra el cáncer

El matrimonio formado por Lola Manterola y Diego Megía, en el hospital Doce de Octubre (Madrid). Ella superó un mieloma múltiple (un raro cáncer de sangre) gracias a un ensayo clínico realizado en este centro público. Hoy promueven juntos la investigación oncológica a través de su fundación CRIS.
El matrimonio formado por Lola Manterola y Diego Megía, en el hospital Doce de Octubre (Madrid). Ella superó un mieloma múltiple (un raro cáncer de sangre) gracias a un ensayo clínico realizado en este centro público. Hoy promueven juntos la investigación oncológica a través de su fundación CRIS.lupe de la vallina
Patricia Fernández de Lis

Crearon la Fundación CRIS después de que ella superara un tumor gracias a la investigación básica. Ahora, tienen 25.000 socios que financian ensayos científicos con el objetivo de vencer al cáncer

La larga y dolorosa enfermedad irrumpió en sus vidas como siempre lo hace: arrasando y sin avisar. Lola, casada con su compañero de colegio y de carrera Diego, con dos hijos de 3 y 5 años y un buen trabajo, empezó a sentirse cansada, mucho más de lo que el estrés de madre trabajadora parecía justificar. En la revisión médica llegó la explicación… y el golpe: mieloma múltiple, un cáncer de sangre muy raro y difícil de detectar, que además estaba en un estado muy avanzado. “Yo no tenía antecedentes familiares, buscaba explicaciones, intentaba saber por qué me había ocurrido a mí, por qué este cáncer había destrozado nuestra vida”, recuerda Lola Manterola (Madrid, 1971). 10 años después de aquel mazazo, repitiendo la reacción que cientos de miles de personas han vivido antes que ella.

A partir de aquí, la historia ya no es la habitual. El marido de Lola, Diego Megía (Madrid, 1969), decidió emplear su tiempo y su dinero en salvar la vida de su mujer. Viajó en busca de un milagro que desmintiera el pronóstico funesto de esta enfermedad incurable. En ese trayecto por algunos de los mejores centros oncológicos del mundo fue cuando supo que varios de los mayores expertos estaban en España. Conocieron al doctor Joaquín Martínez, jefe del servicio de hematología del hospital Doce de Octubre, en Madrid, que preparaba un ensayo clínico en el que Manterola pudo participar y por el que ella dice que sigue “aquí”. Ese ensayo clínico no solo le dio otra oportunidad a Manterola; les hizo darse cuenta, a ella y a su marido, “de lo importante que es estar en un país donde existan este tipo de ensayos y haya dinero para la investigación contra el cáncer. Porque si no financiamos la investigación básica, nunca conseguiremos curar la enfermedad”, explica Manterola.

Megía y Manterola, en un laboratorio oncológico financiado por CRIS en el hospital Doce de Octubre.
Megía y Manterola, en un laboratorio oncológico financiado por CRIS en el hospital Doce de Octubre.lupe de la vallina

Cuando recuperó fuerzas, dos años después del diagnóstico, ella y su marido, curtido en el mundo financiero, reflexionaron sobre su suerte. Y pensaron en cómo podían contribuir a cambiar las cosas. “Queríamos donar un poco de dinero para que se pudiera montar una unidad como la que trató a Lola en un hospital público; con camas, médicos, enfermeras y acceso a ensayos”, cuenta Megía. “Lo único que queríamos era ayudar a que los pacientes tuvieran alternativas. Y como no conseguimos que lo hiciera nadie, lo tuvimos que hacer nosotros”, dice riendo. No era el plan diseñado, explica, pero, una vez que lo pusieron en marcha, lo hicieron como debe hacerse: realizaron un estudio de mercado, contrataron a Marta Cardona (presidenta entonces de la Asociación Española de Fundraising), establecieron un comité científico dirigido por Joaquín Martínez y con prestigiosos investigadores como Manuel Hidalgo (ahora en la Escuela de Medicina de Harvard), y crearon la fundación CRIS, siglas de Cancer Research Innovation Spain y también un nombre propio que representa a todos los enfermos y enfermas de esta terrorífica enfermedad, que supone la segunda causa de muerte en España tras las dolencias cardiovasculares.

Y sin embargo, en España cada vez se destinan menos recursos públicos a la investigación. En la última década, la inversión en I+D en este país ha caído un 9%, mientras en la UE ha aumentado un 27%. “Somos unos convencidos de que los investigadores son los que te salvan la vida”, reflexiona, rotundo, Megía. “Invertir en investigación es invertir en vida”, añade Manterola, citando uno de los lemas de su fundación. El otro es tan simple como osado: CRIS quiere vencer al cáncer.

Gracias a su fundación, se han realizado 100 ensayos clínicos, donado 8 millones de euros y becado a 17 investigadores

“Si invertimos más, la investigación avanzará más rápido”, dice Manterola, que vive con su marido a caballo entre Londres y Madrid. Ella se dedica a la fundación. “En el mieloma, por ejemplo, se ha duplicado la supervivencia en 15 años”.

En CRIS ha hecho posible que se lleven a cabo más de 100 ensayos clínicos gracias a la financiación de tres unidades de investigación, formadas por equipos multidisciplinares de expertos. También han financiado cuatro proyectos de cáncer en adultos y cinco de cáncer infantil. Tiene 25.000 socios, desde grandes empresas hasta particulares, que “contribuyen lo que pueden”, dice Manterola, en forma de cuotas o con donaciones puntuales. Han financiado 17 becas para enviar investigadores a formarse al extranjero. En este tiempo han donado ocho millones de euros a centros de investigación y hospitales, y comprometido otros nueve para los próximos tres años. CRIS tiene un protocolo por el que la Agencia Estatal de Investigación, que pertenece al Ministerio de Economía, identifica los equipos en los que invertir y además evalúa todos los proyectos. Ocho años después, CRIS es mucho más que una decisión tomada en caliente por dos de esas miles de personas a quienes el cáncer les destroza la vida.

“Para mí, CRIS ya es todo”, dice, emocionada, Manterola. “Toda la vida la vemos desde el punto de vista de la fundación, y es tan enriquecedor… A mí me da mucho más de lo que yo he podido dar. Conocer a los enfermos a los que les ha cambiado la vida; a los científicos, que son importantísimos en este país y no están reconocidos; a las familias que recaudan fondos… Todo eso llena mucho”. También reconoce, sin embargo, que para ella, personalmente, CRIS significa “estar recordando continuamente la enfermedad, viendo gente que recae, y eso significa no olvidar”. Manterola no está curada; esa es una palabra prohibida en el cáncer. Pero la enfermedad ha remitido y ella se encuentra fuerte para seguir luchando.

“Vencer al cáncer es cuestión de dinero y conocimiento. Si invertimos más, la investigación avanzará más rápido”, dice Manterola

“Hay una parte quizá más egoísta que son mis hijos”, reflexiona, por su parte, Megía. “Eran muy pequeños cuando esto pasó, pero mi hija, que tiene ahora 13 años, me decía el otro día que cuando sea mayor quiere trabajar en CRIS y que está muy orgullosa de nosotros. Solo eso compensa todo el esfuerzo”.

En su largo camino para vencer al cáncer, CRIS acaba de inaugurar unidad en inmunooncología y prepara el lanzamiento de un grupo de investigación, también de inmunoterapia, en Reino Unido. En septiembre se inaugurará una unidad de terapias avanzadas para cáncer infantil en el hospital La Paz de Madrid. Todo con la idea de seguir trabajando “en poner en valor quiénes son los héroes: aquellos que sacan la investigación adelante en condiciones muchas veces precarias”, resume Megía. “Lo sentimos como un tema muy cercano, por el que tenemos muchísima urgencia”, dice, compartiendo la misma reflexión que hacen otros miles de pacientes. “España tiene un talento espectacular a un precio irrisorio. Si algún político cogiera esa bandera, estaría en el lado correcto de la historia”, concluye.

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Sobre la firma

Patricia Fernández de Lis
Es redactora jefa de 'Materia', la sección de Ciencia de EL PAÍS, de Tecnología y de Salud. Trabajó diez años como redactora de economía y tecnología en EL PAÍS antes de fundar el diario 'Público' y, en 2012, creó la web de noticias de ciencia 'Materia'. Los fines de semana colabora con RNE y escribe, cuando puede, de ciencia y tecnología.

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