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La supervivencia al mieloma múltiple resistente se multiplica por tres en 10 años

Al abanico de opciones terapéuticas se acaban de incorporar los anticuerpos monoclonales

El mieloma múltiple es el segundo de las neoplasias hematológicas en incidencia (más de 120.000 casos en el mundo al año), y el primero en mortalidad, con una supervivencia que no pasa del 10% o el 15%. Pero en su tratamiento hay “más de una novedad reseñable”, ha dicho en el Congreso de la Sociedad Americana de Hematología (ASH) que se celebra en San Francisco Jesús San Miguel, investigador de la Clínica de Navarra. San Miguel hizo su exposición en un plenario como galardonado con el premio Ham-Wasserman, que la sociedad otorga al investigador no estadounidense más destacado.

En el congreso, San Miguel ha destacado que la supervivencia hace una década de estos pacientes que recaían era de tres o cuatro años, y que, actualmente, está en nueve, y en algunos casos esto no se puede ni concretar porque los ensayos están en marcha y no se ha llegado a su final. Como en muchos otros cánceres de la sangre, el primer tratamiento, el autotrasplante de células madre de la médula, es el tratamiento clave de primera línea, dijo San Miguel. El problema surge cuando este falla.

Pero “la gran novedad” de este congreso, al que EL PAÍS acude invitado por el laboratorio Celgene, es que “no hay una sola que destacar”, bromeó San Miguel. Para empezar, el mieloma múltiple ya cuenta con un anticuerpo monoclonal. Pero, además, hay hasta otras familias de fármacos, como los inhibidores del proteosoma, los inmunomodualdores como la lenalidomida y la pomalidomida -- dos derivados de la talidomida que cada vez tienen más aplicaciones, incluso como primera opción de tratamiento--, que, unidas a la quimioterapia y gracias a un mejor conocimiento de la biología de esta enfermedad, va a suponer una revolución en los tratamientos.

Como es general en la oncología, el mieloma se encamina también a la medicina personalizada: tratamientos a la medida para cada mutación o característica biológica del tumor. “Como en el cáncer de mama, ya no hablaremos de mieloma sino de mielomas”, ejemplifica San Miguel. Hasta ahora hay unas 11 mutaciones recurrentes dentro “del caos” que supone el estudio genético de estos cánceres, explicó el hematólogo. “Esta heterogeneidad es una de las causas de su resistencia a los tratamientos”, dijo. Sin embargo, no se puede atribuir a la genética el 100% de estos cánceres, sino que los factores del entorno celular también son determinantes, lo cual lo complica aún más.

El autotrasplante de células madre de la médula es el tratamiento clave de primera línea

Estos clones (características genéticas) determinarán la clasificación de los mielomas del futuro. De momento, la abundancia de opciones ya está teniendo consecuencias clínicas. San Miguel afirmó que él ya no recomienda a ninguno de sus pacientes que, si falla el autotrasplante, acudan al de donante. Al menos, no hasta que prueben las múltiples combinaciones que los fármacos nuevos permiten (lenalidomida con bortezomib, melphalan, dexametasona…).

También se abren paso ideas como la de tratamientos de mantenimiento o contención que no buscan una erradicación total, sino mantener los niveles de las llamadas minimal residual cells (células residuales mínimas) controlado. Todavía hay problemas de toxicidad en alguna de estas combinaciones, pero San Miguel no duda de que hay una auténtica “revolución de la inmunoterapia” en marcha.

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