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Columna
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Preferiría no hacerlo

Rajoy se ha convertido en un Bartleby de la política. Y España entera ha adoptado esa actitud

Manuel Vilas
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, comparece en rueda de prensa para anunciar su dimisión, el pasado 25 de abril.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, comparece en rueda de prensa para anunciar su dimisión, el pasado 25 de abril.CARLOS ROSILLO

Y dimitió Cristina Cifuentes, y toda España la vio robar unas cremas. Y España dio más importancia a las cremas de Cristina que a la noticia de que ETA firmara su final intentando ocultar el hecho miserable y nauseabundo de que había asesinado a cientos de personas para nada, absolutamente para nada más allá de la caza deportiva y del sadismo sin causa. Y el 155 seguía vigente o eso decía la televisión y se acercaba el buen tiempo, y la reina Letizia le hizo un feo muy comentado a la reina emérita, apartando a su nieta de su lado, aunque nadie sabe muy bien qué es una reina emérita. Y las encuestas seguían registrando el ascenso de Ciudadanos. Y el presidente del Gobierno se convirtió en un Bartleby de la política, un hombre que decía todo el rato “preferiría no hacerlo”. Y los jueces alemanes dejaron libre a Puigdemont y los jubilados salieron a la calle y las mujeres, hartas y cansadas, también salieron a la calle. Y Bartleby dejaba que todo sucediera, y las instituciones se caían a su paso, la Constitución se caía a su paso, la libertad de expresión se caía a su paso, mientras él decía una y otra vez “preferiría no hacerlo”.

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 Y algunos jueces se enfadaron con el ministro Catalá, a quien pidieron su dimisión. Y Catalá dijo “preferiría no hacerlo”. Y Montoro no sabía si el procés se había pagado con dinero público o no. Preguntado por tal cuestión, Montoro contestaba “preferiría no hacerlo”. Y Méndez de Vigo se puso a cantar “el novio de la muerte”, aunque tal vez hubiera preferido no hacerlo. Y los politólogos se seguían preguntando por qué los españoles votaban una y otra vez al Bartleby Rajoy. Y es que los españoles también se habían convertido en Bartlebys. Un “preferiría no hacerlo” triunfó más que el Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona juntos, en fusión atómica. El presidente del Parlamento catalán no promovía la formación de Gobierno, presa también del “preferiría no hacerlo”. España entera era una dejación de España entera. Un país que había elegido el “preferiría no hacerlo” como una forma de estar en el mundo. Vimos una dimensión política nueva, en donde nadie quería hacer nada. La gente comenzó a imitar al presidente del Gobierno español. La oposición se contagió y se convirtió en una oposición bartleby. Y todos dijeron al unísono “preferiría no hacerlo”. España entraba en la vanguardia política, asombrando a Europa. El país se desintegraba en medio de una filosofía inventada azarosamente por un hombre gris y anodino. Era el Bartleby español. Una pereza ancestral nos quemó el alma. La acción era innecesaria. Nada era importante. Y Bartleby tartamudeaba en sus discursos. Y le dijeron que tenía que arreglar el país o dar un paso atrás. Y él dijo “preferiría no hacerlo”. Y le preguntaron cuál de las dos cosas prefería no hacer, que eligiera una. Y él dijo “preferiría no hacerlo”. Y España entera se iluminó en una radiante primavera.

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