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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

Andar sin permiso

La Marcha Básica contra el paro y la precariedad atraviesa Castilla y León caminando hacia Madrid para reivindicar derechos básicos como la renta o la vivienda

Un grupo de mujeres asturianas cruzan el Puerto Pajares para unirse a la cabecera de la Marcha.
Un grupo de mujeres asturianas cruzan el Puerto Pajares para unirse a la cabecera de la Marcha. Marcha Básica

Una de las estrategias que hemos aprendido de las revoluciones sociales más recientes es la paciencia, encapsulada felizmente dentro del lema "vamos despacio porque vamos lejos". Las mujeres y hombres que estos días caminan desde León a Madrid nos recuerdan, una vez más, la potencia del paso que no se detiene, del que se da con ánimo constante y con las fuerzas que se tengan, sin necesidad de hacer alardes olímpicos.

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El 10 de marzo la Marcha Básica partió de la plaza de San Marcelo de León a las once de la mañana. Una avanzadilla de mujeres asturianas (y algunos hombres) había arrancado el día antes, cruzando a pie el puerto de Pajares. La mañana estaba nublada y ventiscosa, como en casi toda España. José Sarrión, procurador en las cortes de Castilla y León, les despedía con unas palabras desde un escenario: "son movimientos como este los que van a transformar la realidad". Sarrión, de Izquierda Unida, les entregó su respeto y les concedió que los verdaderos protagonistas del cambio eran ellas y ellos, los caminantes, y no el político que se queda sentado en la comodidad de su asiento, al calor de la calefacción del parlamento. Estas palabras no las utilizó Sarrión, pero lo dio a entender. Recibió aplausos. Se echó a caminar con el grupo.

Otra lección de la Marea Básica que impulsa esta caminata es la de dar dos pasos atrás para ampliar el punto de vista y volver a meter en la foto las necesidades esenciales. Sus reivindicaciones recogen los derechos básicos para una vida digna: renta básica universal, empleo digno, pensiones decentes, derecho a la vivienda y defensa de la sanidad y educación públicas.

Un 22,3 % de la población española vive en riesgo de pobreza. Este dato, construido a partir de los ingresos de los hogares, nos da una idea de la importante desigualdad, creciente, a la que nos enfrentamos. Aunque suban los ingresos medios (2,4 % más en 2016 respecto a 2015), la tasa de riesgo de pobreza (0,2 puntos más entre 2015 y 2016) también crece, ensanchando el precipicio de las diferencias de la calidad de vida en España.

Si hay un colectivo en el que avanza con fuerza la pobreza es el de los pensionistas, la consecuencia se ve en las calles estos días. La población mayor de 65 años sufre un 0,7 % más el riesgo de pobreza respecto al año anterior. El 13 % de nuestros mayores en riesgo de pobreza. Y el porcentaje es aún más escandaloso en los menores de 16 años, donde encontramos un 28,9 % viviendo en hogares con ingresos bajo el umbral de la pobreza.

Fijémonos ahora en las personas en edad de trabajar. Tenemos una tasa de paro del 16,55 %. En hogares con baja intensidad en el trabajo, encontramos un 2,1 % de personas con carencia material severa. Un 38 % de los hogares no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos, un 39 % no se puede permitir una semana de vacaciones al año y un 15 % llega a fin de mes con mucha dificultad. España no va bien.

Ponemos el umbral de pobreza en un hogar de una persona que ingrese menos de 8.209 euros al año (según referencia del año 2016). Si el hogar reúne a dos adultos y dos niños, consideramos que con menos de 17.238 euros anuales se vive en la pobreza. Los defensores de la renta básica apuestan por fijar en esa cantidad (684 euros mensuales) la asignación que cada persona debería recibir de manera incondicional, individual y universal para garantizarnos a todos una vida digna.

La Marcha Básica se está dejando los callos en la carretera para que se cumpla la Carta Social Europea y cuyo mejor instrumento, proponen, es la renta básica. Los Estados miembros del Consejo de Europa firmaron la Carta Social, revisada en 1996, conviniendo "garantizar a sus pueblos los derechos sociales con objeto de mejorar su nivel de vida y de promover su bienestar social". Y no está sucediendo.

Un pequeño repaso a alguno de los objetivos políticos consensuados en esta Carta y que no se están cumpliendo:

Toda persona tendrá la oportunidad de ganarse la vida mediante un trabajo libremente elegido.

Todos los trabajadores tienen derecho a unas condiciones de trabajo equitativas.

Todos los trabajadores tienen derecho a una remuneración suficiente que les proporcione a ellos y a sus familias un nivel de vida decoroso.

Todos los trabajadores tienen derecho a la igualdad de oportunidades y de trato en materia de empleo y de profesión, sin discriminación por razón del sexo.

Todos los trabajadores tienen derecho a la dignidad en el trabajo.

España la firmó en el año 2000. Y como quien oye llover.

Para la Marea Básica, una agrupación de cien colectivos impulsora de la Marcha, con la renta básica se evitaría el chantaje de los empleos precarios "a cualquier precio" y se recuperaría el poder salarial. A esta lucha, se suman la de los derechos por la sanidad pública, la educación y la vivienda.

El primer día de marcha culmina en Mansilla de las Mulas. Acampan en el polideportivo, donde les espera el poeta leonés Toño Morala con sus "mil y pico citas para la muerte y ningún poema para la vida". Y así, cada día son más, el grupo crece y recaban apoyos, en los arcenes y en las redes, como este manifiesto de las gentes de las letras, las artes y las ciencias. El 14 tienen que llegar a Valladolid, el 15 a Tordesillas, el 16 a Medina del Campo, el 18 a Villacastín, el 21 a Collado Villalba.

El 24 de marzo, la Marcha Básica contra el paro y la precariedad entra en Madrid, celebrándolo con una manifestación que parte a las cinco de la tarde de la plaza de España y alcanza la plaza de las Cortes, junto al Congreso de los Diputados. El andar terminará "en el regazo de la tarde, cuando el sol se adentra en la noche y los sueños no tienen que pedir permiso a los amos del mundo".

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