María tiene una sonrisa en la cara y una extraña prótesis en el brazo
Dos iniciativas se han unido en un laboratorio por la paz en Colombia para fabricar prótesis con impresoras 3D para víctimas de las minas antipersonales
Puede suceder recogiendo papas o jugando por el campo. ¡Bum! Un instante. Una explosión. Y adiós brazos, o piernas. O adiós vida. María* tiene nueve años y vivirá el resto de su vida con una extremidad menos. Es una niña de Nariño que un mal día se topó con una de las 100.000 minas antipersona que la guerrilla o los paramilitares sembraron por Colombia a lo largo del medio siglo que ha durado el conflicto en el país. Aunque a María le falta un brazo, tiene hoy una sonrisa en la cara y una extraña prótesis que comienza debajo de su hombro izquierdo.
Quedar mutilado es un duro trago que en Colombia se hace un poco más difícil que en un país desarrollado. Unas 11.000 personas han pasado por este trance. Luis*, un campesino que trabajaba en su finca se quedó hace tres años sin brazos. En un segundo pasó de recoger las horatalizas que le daban de comer a ser completamente dependiente de su esposa, quien a partir de entonces tuvo que empezar que ayudarle prácticamente a todo. Cuando le atendieron en el hospital trataron sus heridas, hicieron las amputaciones necesarias y le mandaron de vuelta a casa. Sin terapia, sin preparación psicológica, sin tener ni idea de cómo afrontar esta nueva vida. Él no ha superado el trauma. No habla con medios de comunicación, esta historia se construye con relatos de personas que lo han conocido.
Lo que Luis tampoco tenía es recursos para prótesis. Quizás ahorrando mucho podría haber conseguido unas no funcionales, que simplemente dieran la apariencia de tener extremidades allá donde ya no hay nada. Pero seguirían sin resolver sus problemas de dependencia. Es una de las caras crueles de la desigualdad en Colombia, donde el sueldo de un congresista es de 30 millones de pesos (unos 8.500 euros), la gran mayoría de los trabajadores malvive con el salario mínimo: 781.000 pesos (unos 224 euros).
Esta realidad llevó a Esteban Bravo, un estudiante colombiano, a buscar soluciones. Empezó a experimentar con impresoras 3D y creó un prototipo para un adolescente de 15 años que había perdido el antebrazo. En LABICxlaPaz, un laboratorio de innovación organizado por la Segib que se celebró en febrero en Pasto (Nariño) se encontraron con un grupo de Madrid que llevaba años trabajando en lo mismo. Allí han creado prótesis para María y otra para Luis. Los materiales para crear cada una han salido por unos 50.000 pesos (menos de 15 euros), 16 veces más barato de lo que costaría una prótesis industrial.
Estos prototipos pretenden ser primeros pasos para que cientos de colombianos que no pueden permitirse prótesis accedan a una. Pero, ¿por qué en Madrid estaban trabajando en esto mismo? En Medialab Prado, un grupo de personas comenzó hace tres años a trabajar en lo que hoy es la asociación Autofabricantes, un proyecto que nació en torno al software libre para mejorar las condiciones de vida de las personas con amputaciones en cualquier lugar del mundo donde les necesitasen. Camila René Maggi, una de sus componentes, explica la idea surgió porque los afectados “no tienen ni voz ni voto”. “Las prótesis son caras y anticuadas. Es el usuario el que se tiene que adaptar a ellas, en lugar de lo contrario; vienen de catálogo, pero las vidas y los cuerpos no son de catálogo, cada uno es distinto de otro”, argumenta. Pretenden que quien se ve obligado a usar este tipo de artilugios participe en el proceso de fabricación, aporte su opinión y esté implicado para que se desarrolle en función de sus propias necesidades. "Todo lo hacemos con código abierto, de forma que cualquiera puede tener acceso para replicar y mejorar lo que creamos", añade Maggi.
En un 'laboratorio' de Madrid, más de 150 personas han contribuido a fabricar prótesis que han ayudado hasta el momento a más de 30 familias
Con esta filosofía, más de 150 personas han contribuido a fabricar prótesis que han ayudado hasta el momento a más de 30 familias. La activista explica que, por un lado, están trabajando en las mioeléctricas, que perciben los impulsos neuronales y activan motores para mover las manos. Son "especialmente difíciles de hacer" en niños, puesto que los mecanismos deben ser muy pequeños. Todavía no han conseguido sacar el primer prototipo. La línea que tienen más consolidada es lo que llaman supergiz, que a simple vista no se parece a una mano; es más bien una especie de guante que se adapta al muñón y tiene en el extremo una clavija que permite intercambiar diferentes gadgets, que se pueden intercambiar en función de las necesidades de cada momento: beber agua, jugar a la pelota, comer, montar en bici.
Es la que lleva María, la pequeña de nueve años, en su brazo izquierdo. Para Luis, en el laboratorio de Pasto fabricaron una más parecida a una mano de verdad, pero en la que también colocaron un adaptador que permite enganchar estos dispositivos adaptables. Ya está comenzando a ejecutar tareas para las que tenía que ayudarle su mujer. Beber un vaso de agua por uno mismo no parece un gran logro hasta que se pierde la capacidad de hacerlo. Luis va consiguiendo hacerlo de nuevo sin ayuda.
Lo que nació en LABICxlaPaz fue el inicio de un proyecto a más largo plazo. Dos personas salieron beneficiadas de esta iniciativa, pero la idea de sus impulsores es encontrar inversores o patrocinadores que ayuden a seguir desarrollando prótesis. En Colombia todavía quedan miles de personas que necesitan una. Y el proyecto para personalizar y abaratar estos utensilios ortopédicos puede beneficiar a millones en todo el mundo.
Las minas antipersonales en Colombia
El Gobierno calcula que quedan 100.000 minas antipersonas en Colombia como consecuencia del conflicto. Existe registro de al menos 10.976 víctimas por minas antipersonal y 548 víctimas por munición sin explosionar. Este es el perfil de los afectados, según Descontamina Colombia:
- 60% miembros de la fuerza pública; 40%, civiles.
- El 85% son hombres.
- Entre los civiles: el grupo demográfico más afectado, de nuevo, son las personas mayores de edad de sexo masculino (65 %); el segundo grupo que muestra mayor afectación son los menores de edad del sexo masculino (20 %) y luego están las personas mayores de edad del sexo femenino y las menores de edad del sexo femenino con 8 % y 6 %, respectivamente.
- Una de cada cuatro víctimas de munición sin explotar fallece; lo mismo le sucede a una de cada cinco de minas.
*Los nombres son ficticios para proteger la intimidad de los protagonistas.
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