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¿Podría repetirse hoy la crisis del arroz de hace 10 años ?

En 2008, durante cuatro meses, el precio de este cereal del que se alimenta la mitad del mundo se disparó y cundió el pánico global. Una década después, expertos analizan lo que ocurrió y anticipan tendencias

En Camboya, hay dos cultivos de arroz cada año, uno durante la temporada del monzón y otro durante de la estación seca.
En Camboya, hay dos cultivos de arroz cada año, uno durante la temporada del monzón y otro durante de la estación seca. LOLA GARCÍA-AJOFRÍN
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Detrás de muchos de los granos de arroz que se consumen en el mundo, ya sea en un risotto italiano, en un sushi japonés o en un arroz con leche, hay espaldas curvadas como ganchos, pies embarrados por la tierra inundada, rostros curtidos por el sol y manos ajadas que agitan el azadón sin descanso.

En la provincia de Kandal, conocida como la huerta de Nom Pen (la capital de Camboya), un grupo de agricultores —mujeres y hombres, jóvenes y viejos— recogen con las manos los codiciados granos. Junto a otro cultivo, un adolescente vigila el arrozal para que las vacas no se zampen el cereal: “Si se lo comen ellas, nos quedamos sin arroz nosotros”, afirma el chico.

La escena se repite por todo el país. Y en China, India, Indonesia, Bangladés, Vietnam, Tailandia, Birmania y Filipinas. Por este orden, son los principales productores de arroz del mundo, según datos de la FAO, la agencia de la ONU para la alimentación y la agricultura. Todos asiáticos hasta llegar al noveno en la lista: Brasil. Le sigue Japón.

En Asia, durante generaciones, el arroz ha sido sinónimo de comida. De hecho, en jemer, el verbo comer (n’yam bai) es literalmente comer arroz. Lo mismo ocurre en mandarín, donde chī fàn se traduce como comer arroz cocinado, aunque sirva para referirse a cualquier alimento.

Es el alimento básico para la mitad de la población del planeta y representa el 19% de las calorías totales que ingieren las personas, como indican los datos de la FAO. Y en grandes zonas de Asia, supone algo más: sobrevivir. En la región se consume más del 85% del arroz del mundo, según la misma fuente. Por eso, cuando en 2008 el precio de este cereal se disparó, muchos países de la región temblaron. Al cumplirse 10 años de la crisis del arroz, distintos expertos hacen balance de qué pasó entonces y evalúan si podría volver a pasar.

¿Qué ocurrió?

Entre enero y mayo de 2008, el precio del arroz en el mercado internacional se disparó, con un aumento de más del 300%, según un informe de la OCDE de 2009. De costar 300 dólares estadounidense por tonelada pasó a 1.200 en solo cuatro meses. La revistaba Time, en su número del 21 de abril de ese año, llevaba esta crisis a su portada.

En jemer, el verbo comer (n’yam bai) significa literalmente comer arroz; al igual que en mandarín, donde chī fàn significa comer arroz cocinado

Los telediarios de todo el mundo mostraban imágenes de revueltas desesperadas en las calles de ciudades tan distantes como Puerto Príncipe (Haití), El Cairo (Egipto) o Yaundé (Camerún). Todas por el mismo motivo: la escasez y los altos de alimentos básicos como el arroz o el trigo. Fue una crisis alimentaria mundial.

En análisis posteriores, tanto la propia FAO como el Banco Mundial han culpado al auge de los biocombustibles, junto a la debilidad del dólar y al crecimiento económico de países emergentes como Brasil, China e India. “Casi todo el aumento en la producción mundial de maíz de 2004 a 2007 [el período en el que los precios de los granos subieron bruscamente] se destinó a la producción de biocombustibles en EE UU, mientras que las existencias se agotaron por un aumento en el consumo global para otros usos”, explicaba la institución financiera internacional en un informe.

Desde entonces, distintos estudios han analizado el papel que jugó la especulación en la crisis de los productos básicos. Entre otras cosas porque el arroz, que fue el alimento que más se encareció, no se utiliza para producir combustible. “Deberíamos ser prudentes al concluir el papel de la especulación en aquella crisis”, advierte Di Yang, economista de la propia FAO. Di sostiene que el alza de los precios del arroz “fue resultado de una combinación de factores” y remite al análisis de 2010 La crisis del arroz. La crisis se atribuyó las políticas gubernamentales (restricción en las exportaciones), el pánico del mercado, y el efecto de desbordamiento derivado del aumento de los precios de otros cultivos alimentarios.

La tormenta desatada por el pánico de India

Coincide con esta teoría el norteamericano Tom Slayton, experto en el mercado internacional del arroz y exanalista del Departamento de Agricultura de EE UU, que habla de dos crisis distintas: la del arroz y la del resto de alimentos. “Aunque no todos los observadores atribuyen a la especulación la raíz del alza de los precios mundiales del arroz, la mayoría de expertos informados están de acuerdo en que los movimientos de los Gobiernos asiáticos lo provocaron”, afirma por correo electrónico.

La tesis de Slayton, publicada en un documento para la FAO, defiende que la crisis del arroz fue más bien consecuencia del temor desatado por la subida del restos de alimentos que de su escasez. Ante la carestía del resto de cereales, sostiene, el pánico de los Gobiernos de tres grandes exportadores como India, Vietnam y Filipinas a que ocurriera lo mismo con el arroz, provocó que encerraran su producción en casa.

El primero fue India, en el otoño de 2007, que tras una cosecha de trigo más débil y la volátil situación internacional anunció la prohibición de exportaciones de arroz no basmati. El anuncio desató una tormenta en la región y otros Gobiernos siguieron sus pasos. Hasta Egipto y Camboya llegaron a también prohibirlas brevemente. La decisión duró solo cuatro meses, pero demostró la vulnerabilidad del mercado.

“Todos juegan con la comida de la gente”

“Con la comida de la gente juega todo el mundo: los productores si pueden, los intermediarios, los comerciantes, los pequeños vendedores”, lanza al periodista Jean-Pierre Boris, de la RFI, autor del libro Main basse sur le riz (que podría traducirse como apoderamiento del arroz) y coautor del documental con el mismo nombre, emitido en la cadena Arte, y en el que pone de manifiesto la especulación y corrupción en torno al alimento que da de comer a una de cada dos personas del mundo, según Naciones Unidas.

Pese al aumento de población, la producción de comida será suficiente, lo que más importa es el poder de compra e ingresos para acceder a ella

Jean-Pierre Boris resume lo ocurrido en 2008 en tres frases: “India tenía poco trigo. Y para compensar, el Gobierno decidió impedir las exportaciones de arroz. Se creyó que en el mundo entero iba a haber una penuria mundial de arroz”. Boris es de los que cree que el papel de la especulación fue central. “Por ejemplo, en Filipinas, las importaciones de arroz se dispararon, no por necesidad, sino porque los dirigentes encargados de esas compras eran corruptos”.

Y está convencido de que los mismos mecanismos podrían volver a desencadenarse. “La gente muere de hambre no porque no haya comida sino porque hay pobreza y no tiene dinero para comprar lo que necesita. No creo que exista una conexión automática entre el aumento demográfico y el hambre. En las últimas décadas, la población mundial aumentó muchísimo, pero la pobreza y el hambre disminuyeron", agrega.

“Creo que el arte del desarrollo es bien conocido, pero la combinación de intereses creados y corrupción mantiene a muchos países por debajo de su potencial”, conviene Slayton. En cuanto a tendencias, afirma que “con el aumento de ingresos, las personas pobres inicialmente consumen más carbohidratos —cereales y tubérculos— que ya forman parte de sus dietas. Y luego empiezan a diversificar. Por tanto, el consumo de arroz asiático per cápita está disminuyendo en las economías desarrolladas, mientras sigue creciendo en las economías asiáticas más pobres, al igual que entre la población africana”.

Más insectos y menos carne

La población mundial que ahora se compone de 7.350 millones de personas, en 2050 aumentará a 9.800 millones, según Naciones Unidas. ¿Qué comerán esos casi 2.500 millones más?

“Pese al aumento de población, la producción de comida será suficiente, lo que más importa es el poder de compra y que existan los ingresos para acceder a ella”, responde Di Yang. Y añade: "Necesitar más comida no es necesariamente necesitar la misma comida que tomamos en la actualidad. Los gustos cambian y la gente se adapta”. El economista de la FAO cree, sin embargo, que una nueva crisis alimentaria podría volver a ocurrir y, ante esto, “las políticas gubernamentales y el cambio climáticos son los principales asuntos que debemos tener en cuenta”.

“Desconfío en ese tipo de proyección, pero comerán menos carne y más nuevos tipos de proteínas como los insectos”, resuelve Jean-Pierre Boris, que considera que antes nuevos episodios similares, los ciudadanos “deben rechazar las tendencias al proteccionismo. Los circuitos cortos son interesantes, pero limitados”. Él asegura que come más arroz y trata de no comprarlo en supermercados, "sino en tiendas que lo venden al por mayor. Igual que la pimienta. Nunca más la compro ya molida”.

Peter Timmer, experto en desarrollo y profesor emérito de la Universidad de Harvard, sigue principios similares: "No desperdicio, comemos lo que compramos; sin alimentos industriales o muy procesados, y muy poca carne roja". Aunque admite que la mayoría de las soluciones para resolver los problemas alimentarios del mundo, más que de acciones individuales, "derivarán de políticas alimentarias radicalmente mejores en países ricos y pobres". No falta comida ni falta arroz, sino medidas. Solo con los 1.300 millones de toneladas de alimentos que van a la basura cada año, advierte la FAO, podrían comer los 1.000 millones de personas que, en la actualidad, pasan hambre

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