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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez
opinión

Abriendo la caja negra

¿Cuál es el impacto que tiene la desigualdad en la política y en las decisiones que toman los representantes políticos?

El presidente Donald Trump en el Foro Económico de Davos.
El presidente Donald Trump en el Foro Económico de Davos. Laurent Gillieron / AP

¿Por qué los principales cargos económicos de la administración de Donald Trump en EE. UU., son representantes del sector financiero y, además, todos hombres? ¿Por qué en América Latina los más ricos pagan en proporción menos impuestos que la mayoría de la población? ¿Por qué el director general de una empresa del IBEX35 tiene más probabilidades de ser escuchado por un representante político que usted o yo? Las respuestas a estas preguntas, con matices varios, nos llevan al poder que determinadas élites tienen para influir las políticas públicas conforme a sus intereses particulares. Es lo que se conoce como captura del Estado y de las políticas públicas.

Desde hace años, la preocupación respecto a la distancia que existe entre los más ricos y el resto de la población ha pasado a ocupar una posición central en todo tipo de discusiones. El impacto de la desigualdad en nuestras sociedades, ha tenido eco en presidentes tan dispares como Barack Obama o Evo Morales, en el Papa Francisco, en organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional, e incluso es objeto de debate en el Foro Económico Mundial de Davos. Por supuesto, para un gran número de ONG y movimientos sociales de todo el mundo, su reducción ha sido y es una prioridad que se ha reflejado a través de estudios, campañas, movilizaciones o alianzas conjuntas. Este trabajo se centra tanto en el fenómeno en sí, como en su relación con los paraísos fiscales, salarios o impacto en las mujeres. Aunque a todos los nombrados anteriormente nos une la preocupación por la desigualdad y sus impactos, es evidente que la forma en la que abordamos el fenómeno difiere.

En el análisis que se hace existe, sin embargo, una pregunta que adquiere mucha importancia para tener una visión completa del fenómeno. Más allá de los impactos y consecuencias económicas y sociales que tiene la desigualdad, ¿cuál es el impacto que tiene en la política –si lo tiene– y en las decisiones que toman los representantes políticos?

De buenas a primeras, todos coincidiríamos que sí, que tener más riqueza e ingresos genera más poder y que este se traduce en una mayor capacidad para influenciar las decisiones a tomar, mayor acceso a los canales de comunicación que realmente impactan en el poder político, etc. Pero que nuestra respuesta pueda ser esta se debe, de alguna forma, a un sesgo político-ideológico determinado o – como diría un profesor mío de la universidad – a que nuestras ‘gafas’ para ver el mundo son estas y no otras. Es por eso que Oxfam empieza a meter de lleno en tratar de analizar y entender el fenómeno de la captura – que denominamos la ‘caja negra del poder’ – y ver las posibles soluciones a los elementos que están dentro de ella.

El análisis del fenómeno de la captura no es tarea sencilla. De hecho, genera un acalorado debate entre los académicos de todo el mundo, pero en especial en América Latina y el Caribe (ALC), región que para muchos sufre un ‘secuestro de la democracia’ y en la que el Estado solo responde a los intereses de los más poderosos.

Los casos que ilustran esta ‘denominación’ en la región son numerosos, pero para poner algunos ejemplos, baste con decir que en Paraguay las personas más cercanas al poder se apoderaron de cuatro veces más tierras durante la reforma agraria que las que recibieron los campesinos, o que en Chile el 75% de los ministros asistieron a las mismas escuelas de élite. Sin embargo, esta captura o secuestro no se limita a ALC. Todo lo contrario. En África, por ejemplo, un estudio demostró cómo 22 de 47 ministros de Finanzas de los países del África Subsahariana habían sido trabajadores del FMI o del Banco Mundial, un fenómeno que se conoce como ‘puertas giratorias’. Resulta necesario trabajar en esta temática con el objetivo de ponerle fin.

¿Cómo trabajar el fenómeno de la captura? Por un lado, es necesario forjar alianzas con diferentes actores para llevar a cabo trabajos conjuntos para generar debate sobre la captura. Por otro, hay que promover el levantamiento de casos de estudio que aporten luz sobre el fenómeno y profundizar así en los mecanismos detrás de la captura. Esta temática debe ser central dentro del trabajo sobre desigualdad y para ello se está desarrollando una guía metodológica que debería ayudar a entender mejor el fenómeno, el por qué se produce, el cómo y, en definitiva, poder encontrar respuestas políticas para limitar sus efectos.

La apuesta es ambiciosa. No sólo por los trabajos que se van desarrollando, sino también por la complejidad de la temática y el impacto que puede llegar a tener entre aquellos que ostentan el poder y se benefician de una forma u otra de la desigualdad. Como dijo la académica Saskia Sassen – ganadora del Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales – en la reunión celebrada en Buenos Aires, “la captura del Estado por parte de las élites, supone la destrucción del estado liberal y, por lo tanto, el estado está fallando a la ciudadanía”.

Hernan Cortés es investigador en desigualdad y fiscalidad en Oxfam Intermón. 

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