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'IN MEMORIAM' Julio Rodríguez Villanueva
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ciencia y conciencia

El eminente bioquímico fue rector de la Universidad de Salamanca

El asturiano Julio Rodríguez Villanueva (Villamayor, 1928), fallecido el pasado día 21, fue uno de los científicos españoles de mayor renombre nacional y europeo. Licenciado y doctor en Farmacia, con premio extraordinario, en 1955. Realizó su formación posdoctoral con Ernest Gale en la Universidad de Cambridge, en la que también se doctoró en 1959. En España fue uno de los más acreditados discípulos de Lorenzo Vilas, catedrático de Microbiología en la Facultad de Farmacia de la Universidad de Madrid.

Le recuerdo bien con su grupo de amigos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas: Manuel Losada, Avelino Pérez Geijo, Gonzalo Giménez, Manuel Ruiz Amil…

Fue catedrático del Instituto de Microbiología y Bioquímica de la Universidad de Salamanca y del CSIC. Como muchos de los maestros de la bioquímica española, fue discípulo de Ángel Santos Ruiz, que introdujo en España la Química Biológica en los estudios de licenciatura.

Rodríguez Villanueva siempre prestó atención especial a las generaciones que llegaban a un paso de la suya. Responsabilidad: esta es la palabra clave en su vida. Ya en 1961 colaboró en la creación de la Sociedad Española de Bioquímica, cuyos principales actores fueron Severo Ochoa, Ángel Santos Ruiz, Alberto Sols, Santiago Grisolía, Francisco Grande Covián, Juan Oró y Carlos Jiménez Díaz. Esta sociedad formó parte desde su origen, de la Federación Europea. Años más tarde se convertiría en la Sociedad de Bioquímica y Biología Molecular (SEBBM), una de las de mayor prestigio y actividad en nuestro país, con más de 3.700 asociados en la actualidad. Rodríguez Villanueva la presidió entre 1966 y 1969. En 1972 fue nombrado rector de la Universidad de Salamanca. ¡Joven sucesor de Miguel de Unamuno!

En 1976 le acompañé al Centro Europeo de Educación Superior (CEPES) de la UNESCO, de cuyo comité asesor era presidente. El 12 de marzo de 1986 se constituye el Consejo Científico de la fundación creada por Don Ramón Areces, presidente de El Corte Inglés, otro asturiano fuera de serie que había decidido devolver a la sociedad lo que de ella había recibido y promover la aplicación de la ciencia para evitar o paliar el sufrimiento humano. Isidoro Álvarez, que sustituyó a Areces, y su actual presidente, Florencio Lasaga, han dado siempre prioridad desde el patronato de la fundación a la investigación en biomedicina, en particular de las enfermedades infrecuentes.

Severo Ochoa —¡ya van, con Isidoro Álvarez, cuatro asturianos!— presidía el consejo, al que Rodríguez Villanueva nunca dejó de pertenecer, durante muchos años como vicepresidente.

Recuerdo cuando tuve la ocasión, el 5 de junio de 1986, de darle la réplica en la recepción pública como académico de la Real Academia Nacional de Farmacia: “Hay demasiadas estancias vacías en la investigación española, y demasiados científicos e intelectuales aletargados y que nadie acude a despertar porque así no pueden promover movilizaciones indeseadas”.

Al cabo de unos años, Rodríguez Villanueva dirigía esta gran institución de la que a partir de 2009 fue presidente de honor. También durante muchos años encabezó el jurado del premio de Investigación Científica y Técnica Príncipe de Asturias, así como patronato de la Fundación Jiménez Díaz.

El resultado más sobresaliente de toda su vida, dedicada a sembrar ciencia en terrenos normalmente poco propicios, es la gran cantidad y calidad de docentes e investigadores que hoy orlan la microbiología y bioquímica de nuestro país.

Las personas con tan extenso recorrido e inusitada altitud dejan huella imperecedera. Un día se ausentan, pero de ellos permanece lo que más importa: ciudadanos del mundo, siguen iluminando los caminos del mañana e impulsando nuevos rumbos en las generaciones venideras. Julio Rodríguez Villanueva, ciencia y conciencia, sigue presente, inolvidable.

A Isabel García Hacha, científica y compañera en toda su trayectoria humana y académica, a sus hijos y familiares, a sus discípulos, colaboradores, allegados y amigos, la condolencia más sincera.

Federico Mayor Zaragoza, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular, es presidente del consejo científico de la Fundación Ramón Areces y fue director general de la Unesco.

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