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Migrados
Coordinado por Lola Hierro

“Aún veo a esos cadáveres en el desierto y el mío está entre ellos”

Los testimonios de 2.600 migrantes provenientes del África subsahariana dibujan las rutas del éxodo a Europa en un mapa interactivo creado por la ONG italiana MEDU

En los últimos 16 años, 900.000 migrantes desembarcadas en las costas italianas.
En los últimos 16 años, 900.000 migrantes desembarcadas en las costas italianas.NARCISO CONTRERAS / MEDU
Tiziana Trotta

"Si hubiera sabido que el desierto era tan caliente y lleno de cadáveres, no lo habría cruzado nunca. No era un desierto, era un cementerio", cuenta A.N., un senegalés de 18 años. En su travesía hacia Italia, asegura, el vehículo en el que viajaba se estropeó y él y sus compañeros de viaje quedaron sin comida ni agua durante un par de días. "Pensé que habría muerto allí". I.H., un somalí de 30 años, llegó a Europa por otro camino, pero su relato es muy parecido. No consigue quitarse de la cabeza la imagen de los cadáveres que se cruzó al recorrer las 370 millas marinas que separan Bengasi, en Libia, de Sicilia. Sus testimonios son algunas de las más de 2.600 voces de migrantes que desde el África subsahariana emprendieron un peligroso viaje hacia Europa y que confluyen en el mapa interactivo Esodi (Éxodos), realizado por la ONG italiana Medici per i Diritti Umani (MEDU, Médicos por los Derechos Humanos).

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El mapa es fruto de un trabajo empezado en 2014 con parte de la población de 900.000 personas desembarcadas en las costas italianas a lo largo de los últimos 16 años. Al menos 20.000 migrantes desde 2002 no han tenido la misma suerte y han sido tragados por el Mediterráneo. A esta macabra cifra se añaden las víctimas y los detenidos durante el cruce del desierto del Sáhara, cuyo número exacto se desconoce.

Entre los testimonios recogidos por MEDU, en su mayoría de hombres de edad media de 26 años, hay también los de 205 menores. El servicio militar obligatorio y de duración indeterminada es lo que empujó a la fuga a la mayoría de entrevistados provenientes del Cuerno de África, sobre todo de Eritrea. Las razones a la raíz de la huida para los ciudadanos de la zona subsahariana occidental, en cambio, son variadas, encabezadas por la persecución política, mientras que apenas un 9% de entre ellos apuntó a motivaciones económicas.

La principal ruta migratoria para alcanzar las costas italianas desde el África occidental pasa por Níger y Libia. Este viaje suele durar unos 20 meses, incluyendo paradas de más de un año en Libia. Los migrantes que salen del Cuerno de África, en cambio, atraviesan Sudán y Libia, empleando en media 15 meses.

Tras el incremento de los controles en la ruta entre Níger y Libia, un número creciente de migrantes se dirige hacia Argelia. M.J., originario de Gambia de 22 años, pasó algunos meses en Tamanrasset, trabajando en la construcción para ganar el dinero necesario para seguir el viaje rumbo a Europa. "Trabajábamos muchas horas y no nos pagaban, así que decidí protestar", recuerda. "El empleador me golpeó la cabeza con un bastón y no me llevó al médico. Prácticamente, ya no puedo ver por un ojo".

Muertos en el Mediterráneo central. (Fuentes: ACNUR y OIM)
Muertos en el Mediterráneo central. (Fuentes: ACNUR y OIM)

El tramo de desierto entre Agadez (Níger) y Sabha (Libia) se ha ganado el apodo de "carretera hacia el infierno". Durante el viaje, que suele durar entre tres y seis días y puede costar unos 200 euros, los migrantes viajan a bordo de furgonetas abarrotadas gestionadas por traficantes de seres humanos. Los que han experimentado esta travesía revelan que es frecuente ver a personas morir tras caer por la elevada velocidad del vehículo o abandonadas entre las dunas.

"Hui de Senegal, porque habían matado a mi familia y temía que podía pasarme lo mismo", dice C. N. D., de 21 años. Llegó a Sabha tras un viaje de 12 días, donde fue vendido. "Los negros éramos víctimas de tortura para que nuestras familias enviaran dinero. Nos quemaban con plástico o nos destinaban a los trabajos forzados". C. N. D. logró escapar, pero pronto acabó en una cárcel privada.

La posibilidad de ser secuestrados o detenidos durante el paso por Libia, Níger o Sudán son muy elevadas, alerta MEDU. Los migrantes están expuestos a privación de comida y agua, pésima condiciones higiénico-sanitarias y palizas, entre otras vulneraciones. Los testimonios recogidos hablan también de tortura por suspensión u otras posturas estresantes, quemaduras y abusos sexuales. Nueve migrantes de cada 10 declararon haber visto a alguien morir, ser matado, torturado o golpeado de forma brutal.

Llegadas de migrantes a Italia por mar en 2017. (Fuentes: ACNUR y OIM)
Llegadas de migrantes a Italia por mar en 2017. (Fuentes: ACNUR y OIM)

"Nuestro chófer intentó distintas carreteras en el desierto para evitar los controles, pero se perdió", relata C. A., senegalés de 27 años. "Se detuvo y nos abandonó allí, sin agua ni comida. Algunos de nosotros se alejaron a pie: nunca jamás volvieron". C. A. vio a ocho de sus compañeros morir. "Para sobrevivir, empezamos a beber perfumes y orina. Me estaba volviendo loco y empecé a ver cosas que no eran reales". De las 34 personas que viajaban en ese grupo apenas cuatro sobrevivieron. "Aunque ha pasado mucho tiempo desde entonces, aún veo por la noche a los cuerpos de mis amigos en el desierto. El mío está entre ellos".

"El objetivo de Esodi no es solo explicar la situación a través de los datos, sino usar los relatos de los protagonistas para que los demás entiendan lo que viven", sostiene Alberto Barbieri, coordinador general de MEDU.

En muchos aspectos, lamentablemente, el mapa no difiere mucho de la edición anterior. La agravación de la crisis libia, sin embargo, ha contribuido a empeorar el cuadro. "El 90% de los testimonios recogidos entre los migrantes en tránsito están salpicados por relatos de abusos y tortura", según Barbieri.

"El panorama retratado por el mapa refleja un fenómeno complejo, en el que intervienen factores como el calentamiento global, las hambrunas, el crecimiento demográfico. Podemos tapar de manera temporánea el problema, pero volverá a presentarse si nos vamos a la raíz del problema", mantiene el experto.

En los primeros ocho meses del año, el número de embarcaciones que han cruzado el Mediterráneo entre Libia e Italia se desplomó un 20% frente al mismo periodo de 2016, tras la firma de un acuerdo que delega la solución del problema a la excolonia italiana, reforzando la guardia costera con fondos de la Unión Europea. MEDU, sin embargo, estima que hay al menos 400.000 personas "atrapadas" en el país norteafricano en centros de detención extraoficiales gestionados por milicias clandestinas y traficantes de personas. "Es necesario que la comunidad internacional intervenga para crear centros de acogida en los que se respeten los derechos humanos", indica Barbieri. "Si no lo hace, significa que considera a los migrantes personas de segunda categoría".

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Sobre la firma

Tiziana Trotta
Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, principalmente en Planeta Futuro y en la Mesa Web. Es licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad de Urbino (Italia), Máster en Ciencias Históricas, Filológicas y de las Religiones por la Universidad Sorbona (Francia) y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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