En el reino de la Biblia y el revólver
El proyecto del fotógrafo Jon Horvath indaga sobre la América más profunda a partir de un pequeño pueblo llamado Bliss (felicidad)
A Jon Horvath le entusiasma la América profunda. No fue un flechazo, sino más bien un amor de combustión lenta. En verano de 2014, el fotógrafo de Milwaukee recorría una carretera secundaria del condado de Gooding (Idaho) a más de 2.000 kilómetros de su casa, y fue a parar a un lugar llamado Bliss (Felicidad). Poco más de 300 habitantes desperdigados en una esquina recóndita del mapa, en pleno desierto, entre cactus, coyotes y serpientes de cascabel.
A Horvath le llamó la atención que un lugar así hubiese sido bautizado con un nombre tan lacónico y entusiasta. “Me intrigó la absurda idea de que la felicidad pudiese estar en un rincón remoto del Oeste”, explica el fotógrafo. “La idea de realizar un proyecto multimedia llamado This is Bliss se me ocurrió en ese preciso instante, durante aquella primera visita a la localidad, que duró apenas un par de horas”, añade.
El proyecto tomó cuerpo en los meses siguientes, tras una concienzuda exploración del condado de Gooding y largas conversaciones con sus residentes, que le ayudaron a captar la esencia de Bliss. Construido por esclavos chinos durante la fiebre del ferrocarril del siglo XIX, el poblado “pasó por varios periodos de auge y brusca decadencia y hubiese desaparecido de no ser por la construcción de la carretera Interestatal 84, que cruza el condado de Gooding".
El antiguo enclave ferroviario ofrece “paisajes infinitos, de un romanticismo abrupto, bellos rincones en los alrededores del valle del río Snake y un clima en absoluto paradisiaco, con inviernos ventosos y gélidos y veranos cálidos y secos”. Las posibilidades de encontrar la felicidad allí tienen que ver más bien “con las mitologías rurales estadounidenses”, que se remontan a la conquista de la Gran Frontera.
La Biblia y el revólver, el Destino Manifiesto, la utopía de las 40 acres y una mula forman parte de ese frágil y esquivo ideal de felicidad que ofrece Bliss. Tras dedicar un par de años de su vida a retratarlo sin desmayo, explorar sus rincones e incluso publicar un libro llamado Coyote compuesto por cuentos inspirados en este paraje, Horvath aún no sabe si él mismo sería feliz en Bliss: “Demasiadas serpientes para mi gusto. Yo soy un hombre que adora tanto las grandes ciudades como los lugares solitarios y remotos. Así que supongo que Bliss cubre sólo la mitad de mis necesidades vitales”.
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