“Ofrecí a mis hermanos africanos lo único que sé: bailar”
Alioune Diagne, bailarín y coreógrafo senegalés, da oportunidades en el arte a los jóvenes
Alioune Diagne nació en 1982 en un barrio de pescadores de Saint Louis (Senegal) llamado Goxumbacc. Situado en la Lengua de Barbarie, una franja de arena de apenas 500 metros de ancho que separa el océano Atlántico del río Senegal, es uno de los barrios con mayor densidad de población de todo África occidental. Los vecinos de Goxumbacc han crecido entre redes y aparejos de pesca. Todos recuerdan cuando salían a pescar delante de casa y volvían en el día cargados de corvinas.
Per hoy, gran parte de ellos ha tenido que irse a otras zonas del país para seguir viviendo del sector. Y otros se han visto obligados a cambiar de oficio, algo culturalmente muy traumático. A mediados de los años 2000 la escasez de peces obligó a los pescadores a buscar nuevas rutas hacia el norte para ganarse la vida: primero Mauritania, después las costas marroquíes, y hasta las Islas Canarias. Comenzaba lo que se conoce como la “ruta de los cayucos” que dejó en el archipiélago español casi 32.000 personas en 2006. Desde 2012 hasta la hoy, ha sido usada por más de 1.500 jóvenes africanos en busca de un futuro mejor en Europa, según datos del ente europeo de control de las fronteras exteriores.
Alioune Diagne vive hoy en Las Palmas, la capital de Canarias, a escasos metros de un centro público donde se acoge a menores procedentes de diferentes países de África Occidental. Él también es inmigrante, pero su historia es otra. “En 2007 estuve por primera vez en las islas, preparando un espectáculo. Un día me encontré con dos senegaleses, un camerunés y un guineano. Habían venido en patera: estaban allí sin trabajo, dormían donde podían, no tenían papeles. Me preguntaba qué podría hacer por ellos. Y pensé en ofrecerles mi danza. Un día les invité a ver los ensayos y después hablamos de la obra. Quedaron contentos, así que quedó en mi cabeza la idea de volver a Canarias y hacer algo con mis hermanos africanos”
La danza como viaje
De niño, mientras sus amigos de Goxumbacc jugaban al fútbol o empezaban a salir al mar, Diagne corría después de las clases a espiar los ensayos de una compañía de baile, en los que no le dejaban participar porque era "solo para profesionales". El que después sería su mentor, Cire Beye, le insistió en que la danza contemporánea requería mucho esfuerzo, pero él aceptó el reto.
Se formó, primero de manera autodidacta, y después bajo las directrices de grandes referentes del panorama africano como Salia Sanou y Seydou Boro (Burkina Faso), Kettly Noël (Mali) y Germaine Acogny y Hardo Ka (Senegal), que le llevaron a recorrer parte de la región occidental del continente. El viaje de la danza le llevó también a Holanda o Francia, donde se formó en diferentes técnicas como buto o clásica y expuso algunos de sus proyectos personales como bailarín (Siki, 2015) o como coreógrafo (Blabla, 2008, This line is my path, 2009 o Banlieue, 2012)
Esta última obra fue representada en 2013 en 22 países de África y de Europa lo que sirvió a Alioune de contexto para su siguiente trabajo como coreógrafo: Carnet de Voyage, sobre su primera aventura al extranjero, la petición de visados, su bautizo aéreo… un viaje iniciático que les lleva a reflexionar sobre el enriquecimiento personal a través del movimiento. "Yo nunca he intentado emigrar de manera clandestina, pero sé que lo que mueve a los jóvenes es la curiosidad. Todos tenemos derecho a querer ver qué hay del otro lado del planeta", sostiene Diagne mirando la hilera de cayucos delante de su casa, en Saint Louis.
“Los europeos tienen derecho a venir a África y los africanos deberíamos tener derecho a ir a Europa. Yo nunca digo a la gente que no vaya a Europa. Les digo que hay que irse con un proyecto, saber qué quieres hacer allí. Y para tener un proyecto hay que trabajarlo aquí”. Como hizo él.
El arte como factor de desarrollo
Convencido de que el arte y la cultura son las fuerzas motrices del desarrollo, de la expresión, del debate y de la educación, Alioune concreta artísticamente esta convicción a través de la Asociación Diagn’Art en 2007, con la que pone en marcha el Festival Internacional de Danza Contemporánea Duo Solo Danse en Saint Louis, que este año celebrará su 10a edición. “Hacemos un balance positivo no solo de la parte artística, sino también social. El Festival nos ha permitido reagrupar a muchos jóvenes que se encontraban sin trabajo, sin formación, y nos ha permitido acompañarlos y ofrecerles posibilidades de formarse y visitar otros países, de encontrar a otra gente y sobre todo tener una ocupación”.
Con la misma idea nació otro de sus proyectos: Le Château. La asociación Diagn’art ocupa desde 2011 el edificio que acogía el Palacio de Gobierno Mauritano en la época colonial, situado en el barrio de Goxumbacc, que pronto pasa a conocerse como Le Château (“el Castillo”) por su impresionante arquitectura. En un primer momento servía solo de sede del Festival Duo Solo, pero a partir de septiembre 2015, permanece abierto todo el año y ya es un centro de referencia tanto local como nacional. Solo el año pasado se han entrenado allí 30 bailarines de hip-hop y se han celebrado más de 10 eventos relacionados con la danza.
Inicialmente centrado en el baile, el centro acoge actualmente conciertos de rap, festivales de grafiti, representaciones de teatro, exposiciones de arte contemporáneo, sesiones de cine y residencias de artistas nacionales e internacionales (cinco programadas para 2017). Además promueve la interacción con el barrio organizando clases de refuerzo escolar y espacios de ocio en los que han participado más de 100 niños y niñas.
“Pronto entendimos que para vivir de esto teníamos que darle una vuelta: ocupamos este espacio y alquilamos habitaciones para financiar los gastos. De mis espectáculos también dedico un porcentaje a la asociación. La danza puede ser un oficio en Europa o en Estados Unidos pero en Senegal es muy difícil porque no hay apoyo público", explica Alioune Diagne. "Nos hemos dado cuenta de que no podemos depender de nadie, así decidimos autofinanciarnos".
Los pocos fondos con los que contaban al principio les ha obligado a ser creativos y mutualizar recursos: una empresa audiovisual, una escuela de sonido, los bailarines y los artistas que se alojan puntualmente comparten espacio pero también medios lo que “además de reducir los costes crea una dinámica de trabajo en red que beneficia a todos”. Actualmente, Le Château gestiona más de 20.000 euros anuales y cuenta con socios como la red internacional Africa.Doc, la Universidad Gaston Berger de Saint Louis o el Instituto Francés.
“Como bailarín, coreógrafo y como estructura de promoción cultural mi rol es formar a jóvenes e incentivarlos para que tengan un proyecto aquí que les motive y no sueñen con coger un cayuco. Creo que la danza puede hacer eso por ellos”.
Casa
Los bailes de Alioune le llevan de vuelta a Canarias en 2016. Se instala en Las Palmas, lo que les permite “tener un pie en África y otro en Europa”. Allí se topa con sus "hermanos africanos" y recuerda su promesa: contacta con los responsables del centro en el que viven, gestionado por CEAR, y les pide permiso para impartir talleres de danza en un espacio cedido por Casa África.
“Les pregunté de qué querían hablar y ellos quisieron contar sus llegadas a través de una coreografía. Había historias muy duras: uno de los chicos había perdido una pierna en el viaje, y tres de las mujeres habían llegado solas, embarazadas y una con un bebé de dos años. Trabajamos durante tres semanas en un espectáculo que llamamos Casa. Fue muy emotivo”
La obra final fue presentada en octubre en el Festival del Sur-Encuentro Teatral Tres Continentes de Agüimes, el mismo día en que dio a luz Khadiya, una de las bailarinas, que había llegado desde Costa de Marfil embarazada de ocho meses. “Bailar con estos jóvenes ambiciosos, soñadores, me ha inspirado para crear un espectáculo que denuncie el calvario que sufren para llegar a Europa” explica Alioune, que ya está trabajando sobre las paradas que tendrá ese viaje: Senegal, Marruecos, Canarias y algún punto de la Europa continental.
“El baile puede educar, formar a la gente e informar. Como coreógrafo me gusta denunciar injusticias y promover la reflexión. Con esta obra quiero informar a aquellos que quieren dejar sus países de que deben partir con bases más claras: sigue habiendo cayucos que salen de mi barrio”.
Siki trailer from Compagnie Diagn'Art on Vimeo.
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