Una inmunoterapia contra el cáncer 100% española
El medicamento nació en el CNIO, se desarrolló en Valencia y se ensaya en Madrid y Pamplona
Si algo insólito es noticia, la nueva inmunoterapia contra el cáncer que ha comenzado a ensayarse en el hospital Gregorio Marañón y enla Clínica Universidad de Navarra claramente tiene un rasgo noticioso: se trata de un producto 100% español, desde sus pruebas en laboratorio (en este caso en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, CNIO) hasta sus pruebas en humanos (en el hospital madrileño) pasando por su desarrollo industrial (en Bioncotech, en Valencia).
Pero en el mundo globalizado de la ciencia, este aspecto nacionalista es solo una anécdota, aunque, eso sí, al alcance de pocos países (EE UU, las potencias europeas, China,. Rusia, Japón...). Lo normal es que las primeras etapas de la investigación de un medicamento en células o animales se hagan en un centro de un país, luego una empresa externa ponga a punto el proceso industrial y, posteriormente, se ensaya, y que en cada una de estas etapas haya un desplazamiento que muchas veces es internacional.
Lo que no es excepcional en este proceso es lo que ha durado. Si ya decía la zarzuela La verbena de la Paloma que "hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad" –y era en 1894–, este fármaco ha tardado más de 10 años en completar su periplo. Marisol Soengas, del Grupo de Melanoma del CNIO, publicó sus primeros resultados al respecto en 2009 (y así lo contó EL PAÍS), cuando ya habían trabajado tres o cuatro años en él, indica el CNIO, lo que supone que se puede datar el inicio de la investigación en 2005 o 2006. Y el ensayo que acaba de empezar en el Gregorio Marañón y la Clínica Universidad de Navarra es solo una primera prueba de seguridad, lo que indica que faltan oros cuatro o cinco años como mínimo, y si todo va muy bien, para que los pacientes puedan acceder a este fármaco de manera generalizada. Total, más de 15 años para recorrer los 700 kilómetros de un viaje de ida y vuelta entre Madrid y Valencia, una media de 0,005 kilómetros por hora.
Pero lo realmente importante no es dónde se hace el fármaco, sino lo que hace. Y este nuevo tratamiento es una innovación en el mundo de las inmunoterapias, los tratamientos oncológicos que consisten en activar el sistema inmune para que elimine la aberración que para un organismo sano suponen las células tumorales. Para empezar es un tratamiento biológico, en el que se fabrica una especie de virus sintético con una cadena doble de ARN, indica Iván Márquez, oncólogo del Gregorio Marañón. Este entra en las células tumorales, por las que siente especifidad, y las altera de tal manera que ocurren dos cosas. "Las células se estresan y comienzan un proceso de autofagia", dice Márquez. Es decir, se consumen a sí mismas.
Por otro lado, en este proceso se manifiestan más componentes de las células que atraen al sistema inmune. El médico lo ejemplifica diciendo que pasan de ser tumores fríos, inmunitariamente hablando, a otros calientes, más activos.
Además, también es novedosa la manera de administrarlo, ya que se inyecta directamente en el tumor. ello permite evitar que haya toxicidades generalizadas y permite usar dosis mayores. A cambio, al menos en esta primera fase, reduce los posibles tumores tratados a cánceres de fácil acceso, como los melanomas (precisamente los que estudia Soengas), y otros cánceres dermatológicos subcutáneos y ganglionares. "No podemos permitirnos tratar de momento cánceres cerebrales, pulmonares, aunque a lo mejor sí lo hagamos más adelante", indica Márquez.
El ensayo se ha planificado en grupos de cinco personas, que se van incorporando gradualmente para asegurarse de que no hay efectos adversos graves. Hasta la fecha, los resultados en este sentido son buenos, y el grupo ha enviado una comunicación breve (abstract en el nombre oficioso inglés) al congreso de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO) que se celebrará a finales de mayo en Chicago. El proceso es sencillo: obtener una imagen antes y después de la inyección, y ver el primer efecto.
"No creemos que esto por sí solo vaya a curar el cáncer", admite ya de antemano Márquez, quien apunta a lo que es la práctica habitual a la hora de adoptar nuevos fármacos a la oncología: que sirva, sobre todo, en combinación con otros medicamentos. Porque, en esto, también este fármaco es modélico: un largo plazo de desarrollo, diversas etapas en centros diferentes, ensayos complicados y graduales, un abordaje que está en la última línea de la investigación actual y resultados prometedores si se usan con otros. Y un rasgo original: el made in Spain.
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