Desde las tierras altas a nuestra mesa
En el Día Mundial de las Montañas, una etiqueta para promover sus tradiciones, diversidad y riqueza
En las alturas del Himalaya en la India, pequeñas comunidades rurales cultivan un arroz morado. Es conocido como el “arroz prohibido”, porque antiguamente su consumo estaba restringido a las familias reales. Y ellos creen que estos cultivos protegen los hogares que los rodean.
El albaricoque liso de Batken, una región remota de Kirguizistán, las lentejas negras de Nepal, riquísimas en hierro y vitaminas, y las semillas de amaranto negro de Bolivia, altas en proteínas, son algunos ejemplos de productos de montaña que no solamente tienen un alto valor nutricional, sino que resultan de la milenaria interacción entre productores locales, culturas tradicionales y ambientes de montaña. Estos productos de alta calidad son casi desconocidos fuera de las regiones en que se producen. No no tuvieron la misma suerte de otros productos locales que sí llegaron a los mercados internacionales y llamaron el interés de consumidores, como por ejemplo la quinua de Sudamérica o el café Kopi Luwak de Indonesia.
Es una gran oportunidad para los productores de montaña en los países en desarrollo. Para que puedan aprovecharla, la Alianza para las Montañas, en conjunto con la FAO, Slow Food y la Cooperación Italiana para el Desarrollo, está tratando de revalorizar productos tradicionales y nutritivos de montaña, en el marco del comercio justo y la protección de la biodiversidad. Llevar los productos de alta calidad desde los montes a las tiendas y las mesas de consumidores en todo el mundo favorece tanto a estos como a los productores, sumando al valor nutricional al apoyo al desarrollo económico en las zonas de montaña.
En las zonas montañosas de los países en desarrollo, la pobreza y la marginación son altas, y la seguridad alimentaria está en peligro para una de cada tres personas. La producción agrícola en la montaña es a pequeña escala, y no puede competir con la producción intensiva de las tierras bajas. A menudo, los productores de zonas altas reciben solo una pequeña fracción del precio final de sus productos debido a los altos costes de transporte y la gran cantidad de intermediarios necesarios para ponerlos en el mercado. Generar nuevos canales de negocio para estos productos puede conducir a una mejora concreta en la calidad de vida de estas poblaciones, que están entre las más pobres del mundo.
La etiqueta Producto de la Alianza para las Montañas se ha creado sobre la base de estas consideraciones, y garantiza a los compradores que los productos provienen y se procesan principalmente en las montañas, a pequeña escala y respetando el medio ambiente y las tradiciones locales. Haciendo los productos de montaña fácilmente identificables, la etiqueta permite a los pequeños productores llegar a aquellos consumidores que valoran la comida de alta calidad y al mismo tiempo se preocupan por el desarrollo sostenible y la lucha contra la pobreza.
Los productores de zonas altas reciben solo una pequeña fracción del precio final de sus productos debido a los altos costes de transporte y la gran cantidad de intermediarios
Italia, donde nació el movimiento Slow Food, representa un modelo de cómo puede funcionar este mecanismo. Desde la manzana rosada de los Montes Sibilinos a las mieles de los Alpes, desde los quesos de Piamonte al salame “pezzente” de Basilicata, estás especialidades italianas reflejan la historia y la cultura de las regiones montañosas que las produjeron. Los consumidores han aprendido a valorar estos productos y pagar su justo precio.
Nos gustaría replicar esta sensibilización de los consumidores en otros contextos. Hasta la fecha, al menos una docena de productores de seis países diferentes desde el café cultivado en Panamá al queso andino, han contactado con la Alianza para las Montañas para pedir ser reconocidos con su etiqueta. Desde las montañas de Dota en Costa Rica, por ejemplo, llega el primer café CO2 neutral del mundo, sembrado y manufacturado por una cooperativa de 200 asociados que aprendieron a reducir el volumen de agua utilizada, a usar los residuos para producir energía, a usar el sol para el secado del grano y a producir fertilizantes orgánicos con otros residuos.
Esta etiqueta es parte de un programa más amplio para mejorar las condiciones de vida de los habitantes de las montañas, luchar contra la malnutrición y promocionar la gestión sostenible de los recursos y de los sistemas de producción.
Alrededor del mundo, los pueblos de montaña han perfeccionado durante los siglos formas cultivar terrenos difíciles y escabrosos. Los agricultores de montaña no sólo dan de comer a sus comunidades, sino que también protegen los bosques, el suelo y el agua. De hecho, las montañas son la fuente de la mayoría del agua potable en el mundo, y albergan una importante biodiversidad que incluye cultivos resistentes que nos pueden ayudar a enfrentarnos al cambio climático.
Cada año, el 11 de diciembre se celebra el Día Internacional de las Montañas, para reconocer y apreciar el aporte de los montes al bienestar de todos, y para recordar la variedad y la riqueza de las culturas de montaña, en que las vidas de los agricultores están entrelazadas con la tierra, los bosques y el agua.
¿Qué mejor manera de celebrar este día que comprando un producto de montaña?
René Castro Salazar es subdirector general del departamento forestal de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
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