¿Butoxi… qué? Descifrar la etiqueta de un simple limpiacristales da mucho miedo
Toda precaución es poca. Por eso es importante conocer los nuevos pictogramas de los productos de limpieza
Fuego, explosiones, calaveras: los pictogramas de los productos de limpieza dan miedo. Puede que en los últimos meses haya visto nuevos dibujos en las botellas, la entrada en vigor del actual etiquetado de lejías, detergentes y abrillantadores tuvo lugar el 1 de junio de 2015; las empresas disponen de un margen de dos años para consignar los nuevos iconos de toxicidad en sus productos (la idea es que el etiquetado sea el mismo en todo el mundo). La mayoría ya lo ha hecho, y basta una simple ojeada al armario de la limpieza para llevarse un sobresalto al contemplar estos símbolos agoreros (más abajo tiene el listado). ¿Es necesario generar tanta alarma? Los expertos creen que sí.
“Sí, es conveniente que den miedo y que no se confundan con artículos inocuos”, decreta el profesor Nicolás Olea, doctor en Medicina y Cirugía, experto en Epidemiología, director del Departamento de Radiología y Física Médica de la Universidad de Granada y coordinador de investigación del Hospital Clínico de Granada. Aplaude la unificación de los pictogramas: “Aquellos usuarios que no entienden la grafía de otras lenguas confundirían su uso. Imagínese en la actualidad con la movilidad de poblaciones asiáticas o de Oriente Próximo que emplean distintos alfabetos. Por esta razón los pictogramas informan a todos de forma muy evidente del riesgo de cada producto”.
La mayoría de productos de limpieza que tenemos en casa —limpiasuelos, limpiacristales, abrillantadores de muebles, multiusos, desengrasantes, limpiahornos, limpiaalfombras, desinfectantes de inodoros, quitamanchas, desatascadores— contienen compuestos potencialmente peligrosos. Según el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT), “emiten una serie de sustancias que pueden crear problemas tanto a los ocupantes del edificio como a los encargados de su mantenimiento”.
El mismo documento del INSHT califica docenas de compuestos químicos como “emisiones peligrosas”. Entre ellos, destacan:
- Amoníaco: Presente en detergentes, desinfectantes, agentes antigrasa, limpiacristales y pulimentos para muebles. Como señala la Agencia para Sustancias Tóxicas de EE UU, "si su piel entra en contacto con amoníaco concentrado, puede sufrir quemaduras graves de la piel, los ojos, la garganta o los pulmones". Según el Centro de Seguridad Canadiense de Salud y Seguridad Ocupacional, basta una concentración del 3% de amoníaco para que produzca quemaduras; una botella contiene amoníaco diluido al 10% que se recomienda diluir una segunda vez al 3%.
- 2-Butoxietanol: En limpiacristales. Según la OMS, puede estar implicado en trastornos del sistema nervioso central, la sangre y los riñones. En animales de laboratorio ha provocado, según recoge esta organización, pérdida de coordinación, lentitud, flacidez muscular, inflamación de riñón, sangrado en la orina, lesiones en el bazo y congestión pulmonar. En experimentos con humanos, la exposición durante cuatro horas a 546 mg/m3 de 2-butoxietanol provocó irritación de ojos y nariz así como mal sabor de boca en los participantes; durante ocho horas, les causó vómitos y dolor de cabeza.
- Formaldehído: Sobre todo en desinfectantes, jabones y detergentes. Puede causar problemas respiratorios, según un estudio de la Universidad de Arizona (EE UU) que, no obstante, apuntaba que deberán hacerse más estudios para corroborarlo.
- Tricloroetileno (TCE): En disolventes para grasas y quitamanchas. El INSHT del gobierno español describe que “es irritante cutáneo, ocular y de vías respiratorias superiores (…). La exposición crónica, sobre todo en forma líquida, puede causar alteraciones nerviosas, cardiacas e irritación cutánea. Se considera probable cancerígeno”. Puede crear problemas respiratorios, en la piel y en los ojos a partir de 269 mg/m³.
¿Amenaza para las hormonas?
Hay otras sustancias que en los últimos años han despertado el interés de la comunidad científica. Aunque sus efectos en la salud humana no están claros, ciertos productos químicos, presentes en artículos de limpieza, cosméticos, envases o pesticidas, los llamados disruptores endocrinos, son sospechosos de “alterar el equilibro hormonal”, explica el profesor Olea. “Desafortunadamente estos no pueden ser identificados con los nuevos pictogramas y tan solo de forma tangencial se asociarían a uno de los efectos que se recogen en la descripción más detallada: ‘Productos tóxicos para la reproducción, que pueden producir efectos nefastos en las funciones sexuales, perjudicar la fertilidad o provocar la muerte del feto o producir malformaciones…”. Es el icono del pecho con una especie de estrella dentro.
Uno de los más conocidos es el ftalato, un elemento que confiere flexibilidad a los plásticos. El profesor Nicolás Orea opina que los males que generan este y otros disruptores deberían aparecer nítidamente reflejados en las etiquetas, pero la literatura científica no es unánime en cuanto al riesgo que suponen. En 2003, investigadores de la Escuela de Salud de Harvard y otras universidades de Estados Unidos afirmaron por primera vez que basta una simple exposición ambiental a los ftalatos para que el ADN del semen de los hombres se vea alterado y se reduzca la cantidad de espermatozoides; en 2013, un estudio de la Universidad de Brown (EEUU) recomendaba reducir la exposición a esta sustancia para proteger el desarrollo del feto y evitar problemas de salud posteriormente en los niños; y un reciente trabajo publicado en la revista Scientific Reports viene a corroborar la correlación entre la peor calidad del semen y la presencia de ftalatos. Sin embargo, la Autoridad Europea para la Seguridad en los Alimentos (EFSA, por sus siglas en inglés) ha negado que, en las cantidades en las que este compuesto se utiliza, pueda suponer algún peligro para la salud.
“Las enfermedades relacionadas con la exposición a los compuestos químicos disruptores endocrinos comprenden, además de trastornos de la reproducción y fertilidad, problemas de diabetes, obesidad y tiroides” (Nicolás Olea, experto en Epidemiología)
Los nuevos pictogramas
Con intención de dar a conocer el significado de cada uno de los nuevos iconos, la CECU (Confederación de Consumidores y Usuarios) ha puesto en marcha una campaña con la finalidad de que el usuario entienda a almacenar y manipular estas sustancias y qué hacer en caso de accidente. María Emilia Gómez, del área jurídica de CECU lo cuenta: “Hay mucha desinformación, y es indispensable leer las etiquetas y advertencias de seguridad antes de usar estos productos, con el fin de prevenir accidentes o lesiones”.
Además de informar de los componentes, los responsables de la campaña tratan de sacar a los consumidores de errores básicos y derrumbar falsos mitos. “Nunca se debe mezclar lejía con otros productos como amoniaco o desatascador. Y hay que mantener siempre cada sustancia en su recipiente original, para evitar accidentes por despistes”. Guardar el resto de la botella de aguarrás en una botella de agua y olvidarlo entre el suavizante y el lavavajillas puede tener consecuencias muy graves.
A continuación, una explicación del significado de los principales símbolos y en qué productos de su hogar puede encontrarlos:
Tóxico
María Emilia Gómez es clara respecto a los productos que llevan este pictograma: “No deberían estar presentes en ningún hogar por su toxicidad aguda y posibles efectos adversos a la salud”. Según la experta, pueden ser mortales en caso de ingestión, inhalación o contacto con la piel. Un aviso existente en algunos plaguicidas o metanos.
Tóxico o muy tóxico por inhalación, ingestión o contacto con la piel
En gasolina, trementina o aceite para lámparas de uso profesional tampoco deberían estar bajo ningún concepto presentes en el hogar. Pueden ser mortales en caso de ingesta. Además, el estudio de la Universidad de Alcalá de Henares, Cáncer infantil de origen ocupacional: leucemias y linfomas, relaciona algunos casos de cáncer infantil con la exposición a determinados de estos productos en periodos prenatales.
Corrosivo
En desatascadores, amoniaco o limpiador de horno. Significa que puede producir lesiones oculares o quemaduras en la piel. María Eugenia Anta, directora de Tutela de Producto y Comercio de la Federación Empresarial de la Industria Química Española (FEIQUE) recomienda que al manipular los productos que lleven este pictograma se lleven siempre guantes e incluso prendas especiales y gafas.
Irritante
Habitual en detergentes para lavadoras, limpiadores de inodoro o líquidos refrigerantes. Estos productos suponen un alto porcentaje del número de consultas por posible intoxicación en niños, según datos recopilados por el Grupo de Trabajo de Intoxicaciones de la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría de la Asociación Española de Pediatría. La recomendación de Anta de cómo actuar en estos casos es sencilla: “Si se han ingerido, llamar al médico urgentemente. Si se trata de exposición en la piel, lavar bien con abundante agua”.
Inflamable
En pinturas en aerosol, disolventes o purificadores de aire. La precaución pasa por mantenerlos alejados de fuentes de calor. “Es importante elegir bien el lugar de almacenamiento, lejos de llamas abiertas o chispas. Incluso se recomienda no dejarlos en terrazas, sobre todo si pueden estar expuestos al sol en algún momento”, comenta María Emilia Gómez.
Comburente
El mayor peligro de estas sustancias es que pueden provocar la combustión de otras y, de paso, un incendio o una explosión. “Hay que mantenerlos lejos de fuentes de calor como cocinas de gas”, recomienda la técnico de FEIQUE. Entre los productos de este tipo figuran el oxígeno para uso médico, algunas lejías y aguas oxigenadas para uso desinfectante.
Explosivo
“Es poco habitual encontrar este tipo de productos en el hogar”, dice Anta. Aparece, principalmente, en fuegos artificiales o munición, que están sujetos a estrictas recomendaciones de seguridad, como la utilización del equipo de protección individual obligatorio. El problema surge cuando se compran sin los permisos requeridos. La técnico del área jurídica de CECU apunta esta posibilidad: “A veces el consumidor tiene acceso a productos que no debe utilizar”. Es lo que Anta denomina “desviación de producto profesional al hogar”.
Gases a presión
Es uno de los pocos pictogramas que no sustituyen a uno existente porque es de nueva creación. Se encuentra en botellas de gas como cargadores de mecheros o bombonas de helio para inflar globos. Son peligrosas porque explotan en caso de calentamiento y pueden provocar quemaduras o lesiones criogénicas. Por eso hay que protegerlas de la luz del sol y llevar guantes, gafas y máscara cuando se manipulen.
Peligroso para el medioambiente
Muchos de los productos que llevan este pictograma son habituales en el hogar, como barnices, disolventes o aguarrás y tienen efectos nocivos para el medio ambiente inmediatos y a largo plazo. “Las precauciones que se les supone son muy básicas, pero con frecuencia se pasan por alto. Sencillamente hay que reciclarlos con las indicaciones que aparecen en las etiquetas”, asegura María Eugenia Anta. También se cuentan entre estos gasolina, plaguicidas, trementina o biocidas.
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