Vídeo: “Mi bolso era una lona publicitaria”
O la membrana impermeabilizante de la piscina olímpica de Londres 2012. Reciclarla le hace un favor al planeta del que podrá alardear 1000 años
La lona es esa tela fuerte hecha con poliéster y policloruro de vinilo (PVC) sobre la que se imprimen los imponentes anuncios de modelos en ropa interior que adornan con desparpajo la mitad de las grandes plazas de este país. También con lona se hacen las tiendas de campaña de los campamentos militares o las cubiertas textiles de los camiones de mercancía. El grupo industrial Serge Ferrari es uno de los grandes recicladores de este material en el mundo, y por su planta han pasado, ni más ni menos, que la cubierta del gran estadio y o parte de la piscina de los Juegos Olímpicos de Londres 2012. “Si estas lonas no se reciclan y se abandonan tardarían unos 1.000 años en degradarse”, especifica Romain Ferrari, director del departamento de Innovación y Medio Ambiente del grupo. Aunque a veces se incineran, reciclarlas sale mucho más rentable para el medioambiente: supone un ahorro del 58% en agua, un 41% en energía y un 51% en emisiones de CO2 a la atmósfera.
Solo en 2015, se procesaron más de 700 toneladas de este material ya usado en la planta de reciclaje que el grupo industrial Serge Ferrari tiene en localidad italiana de Ferrara, a través del sistema Texyloop. El proceso que se sigue es el siguiente: las lonas llegan trituradas a la planta de reciclaje, donde se lavan con un disolvente que separa las fibras de poliéster del PVC. Con la nueva materia prima, dividida y de muy alta calidad, se fabrican desde suelas de zapatos a hamacas de exterior de hotel. Reutilizar las lonas es otra forma de frenar su impacto negativo. Empresas como Emaús Gipuzkoa reciben cada año entre 1.000 y 2.000 carteles de tela que ellos convierten en bolsos, delantales o fundas para el portátil.
Complementos eco-chic
En otras ocasiones, también se reutilizan. Es lo que hace SINdesperdicio, una marca de complementos, cuyos artículos (2.500 al año) provienen de banderolas publicitarias. “Somos una empresa vinculada con la economía solidaria (con un equipo de trabajadores en situación de riesgo de exclusión social) y con el compromiso medioambiental, porque evitamos que miles de kilos de un material altamente contaminante acabe en vertederos”, explica Alberto Gastón, responsable del área de empresas de Economía Solidaria de Emaús Gipuzkoa, tienda madre del proyecto. Reciben las lonas, las clasifican una a una, las limpian con agua y jabón, analizan la parte del diseño más aprovechable en función del producto que quieren producir y proceden a cortarlas siguiendo el patrón específico para cada confección. Los bolsos que se pusieron a la venta en el pasado mercadillo de reciclaje de Ecoembes dan fe de su carácter eco-chic.
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