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Una razón para no fiarse de esa gente que es siempre tan educada

La adulación es una técnica atávica para engañar y manipular. Menos "gracias" y más honestidad

¿Ha vuelto a caer en las redes de los "por favor" y las "gracias"? ¿Se ha dejado engatusar por unas cuantas zalamerías? No se castigue demasiado. No será el primero ni el último que se vea obligado a curarse las heridas de una puñalada que venía precedida por una sonrisa perfecta o, más bien, "perfectamente estudiada". Y es que dejarse querer es demasiado tentador como para rechazarlo. Así que muchas veces, miramos para otro lado, a pesar de que sospechamos que esos buenos modales ocultan segundas intenciones o, incluso, terceras. Un estudio de linguïstica de la Universidad de Colorado (EE UU) lo recuerda, con hallazgos que subrayan que un lenguaje de una cortesía y corrección modélicas suele ocultar un juego de diplomacia con fines malvados.

Esto no es nuevo

Alcanzar nuestros propósitos a golpe de buena educación es una estrategia con la que a lo largo de la historia muchos de los personajes más influyentes han conseguido sus propósitos. Ya hace veinte siglos, Marco Junio Bruto (85 a.C - 42 a.C ) cometió una de las mayores traiciones que ha conocido la Humanidad, y lo hizo bajo un carácter magnánimo y una educación exquisita. "Siempre ha habido traiciones, pero solían responder a cambios de fidelidades o valores superiores. Pero en los dos últimos siglos nos hemos hecho más racionales. Si calculas, generalmente sale a cuenta traicionar. La teoría de juegos describe estrategias y circunstancias posibles de este tipo de racionalidad", explica el sociólogo y director del Máster en Humanidades de la Univertitat Oberta de Catalunya Francesc Núñez Mosteo.

"Contar con una educación elevada proporciona la habilidad necesaria para envolver debidamente las traiciones" (Marc Gil, historiador)

Esta actitud fría y metódica de "busca, compara y si encuentras algo mejor..." que apunta el experto es la que nos ha convertido en individuos traidores. "Somos homo economicus en muchos ámbitos de la vida", sostiene. Además, según Núñez, para llevar a cabo los cálculos oportunos que nos acerquen a lo que perseguimos, la educación es una herramienta muy útil: "Sin duda, hay muchos traidores ilustres, todos los que por interés y por cálculo rompen con el vínculo social o con el compromiso legal de, pongamos por caso, pagar impuestos y evadir".

Un envoltorio

"Unas formas exquisitas y una educación elevada, sin duda, pueden ayudar a convencer a los que nos rodean", asegura la psicóloga y coach Eva Hidalgo, quien, además, advierte de que si queremos detectar a pérfidos embaucadores, lo mejor es fijarse en el lenguaje no verbal, que ha de ser acorde a lo que el sujeto nos dice.

Por su parte, el historiador Marc Gil, aunque no cree que exista una relación causa efecto entra la educación y la honestidad, sí reconoce que "contar con una educación elevada proporciona la habilidad necesaria para envolver debidamente las traiciones. Eso sí, del mismo modo en que puede hacerlo la inteligencia". Y menciona un factor añadido que facilitaría la consecución del engaño: la falta de perspicacia del traicionado.

Piropos, los justos

Más allá de si su "falso (y buen educado) amigo" es de los que le acercan la silla para que tome asiento o de si sabe cuál es el tenedor del pescado, "su capacidad para manejar el lenguaje verbal y no verbal y crear un contexto propicio en el que sus víctimas crean sentirse seguras, serán determinantes para lograr sus objetivos", recalca Hidalgo.

Ese ambiente creado gracias a las buenas palabras y el trato agradable es el caldo de cultivo más habitual donde tienen lugar las puñaladas traperas y las zancadillas más inesperadas. Así que, si no las ve venir, recuerde que el exceso de halagos, sobre todo cuando son inmerecidos, es un inequívoco indicio de que algo no va bien.

"Si pensamos que nos están adulando o que los comentarios que escuchamos no concuerdan con los gestos que observamos, se generará una situación de desconfianza", afirma la psicóloga, que ve en la educación más refinada o fingida la posibilidad de un efecto rebote: "No es tan difícil pillarles". Hidalgo aconseja evitar la estrategia de la adulación impostada, "pues una actitud positiva y sincera puede ayudarnos a alcanzar el fin que perseguimos. Mientras que llevar nuestra educación al extremo puede ser una piedra en nuestro camino, sobre todo cuando esa postura nos lleva a escoger la opción: 'debo hacer lo correcto y mostrarme siempre educado, aunque eso me haga infeliz o me perjudique". Ya sabe: la brusquedad, puntual y sin caer en lo puramente incívico, tiene efectos positivos.

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