Esta escritora cree que nuestra librería es sonrojante. Y tiene un poco de razón
La británica Ann Morgan denuncia los agujeros culturales que resultan de la "xenofobia lectora"
Se puede saber mucho de una persona fisgando en su basura o sus armarios, pero sobre todo revisando su biblioteca (que una persona carezca de libros resulta todavía más elocuente). La periodista y escritora británica Ann Morgan se consideraba una persona "culta y cosmopolita"; un día trató de confirmarlo ante sus estanterías y se llevó un gran chasco: la inmensa mayoría de lo que había leído era producto de la civilización occidental y concretamente del mundo anglosajón. Su cultura tenía más agujeros que tierra firme: faltaban traducciones, libros procedentes de otras tradiciones literarias, de otros países, de otras culturas. Así que tomó una valiente determinación: leer durante un año un libro (novela, relatos, memorias) de cada país del mundo. Hace unos meses, en noviembre de 2015, Morgan relató en una charla TED su odisea libresca que también se puede consultar en su blog, en el que ya emprende nuevos proyectos.
El primer problema fue decidir cuántos países existen en el mundo; de entre todas las listas posibles eligió la de la ONU, a la que le añadió Taiwan. Resultaron 196 países. Otros fueron ingeniárselas para leer cuatro libros por semana (y trabajar al mismo tiempo) o conseguir todos estos libros desde Reino Unido (solo el 4,5% de los libros publicados en ese país son traducciones y existen países que no tienen literatura traducida al inglés).
Pero lo más difícil era saber qué leer. Así que Morgan inauguró su blog, en octubre de 2011, donde explicaba su anterior "xenofobia lectora" y pedía consejo para abrir sus lecturas al mundo. Poco después empezó a recibir recomendaciones de amigos, colegas, conocidos y, finalmente, desconocidos de todas partes del planeta. No solo recomendaciones, sino libros enviados desde diferentes países (solo cuatro días después de iniciar el blog una tal Rafidah se puso en contacto para enviar un libro desde Kuala Lumpur y eso solo fue el principio) e incluso traducciones en inglés inéditas enviadas por los propios autores. En el caso de Santo Tomé y Príncipe, un grupo de nuevo traductores voluntarios tradujeron del portugués un libro solo para que Morgan lo leyera. "Si quieres leer el mundo, el mundo te ayudará", dice la lectora.
¿Qué libro en español recomendaría usted?
Los seguidores de Librotea y EL PAÍS lo tienen claro: cualquiera de Arturo Pérez-Reverte. El recomendador de libros ha impulsado estos días una votación en la Red en la que ávidos lectores se pronunciaban sobre el escritor vivo que merece un Premio Cervantes, el más importante galardón de las letras hispánicas. Y el vencedor ha sido el autor de Alatriste, con Antonio Muñoz Molina y Javier Marías en el podio de los finalistas. Es el cervantes de los lectores. Si su recomendación sería otra, basta con navegar por las estanterías de Librotea para encontrar inspiración. También hay una prolija selección de las obras de Reverte.
¿Que ha aprendido ella tras esta experiencia? "Muchas cosas, pero supongo que la cosa más importante es la manera en la que los libros nos enseñan el mundo a través de los ojos de otras personas y el aumento del conocimiento y la empatía que esto nos proporciona", contesta desde Reino Unido. Opina Morgan que si uno solo lee libros de escritores locales, se expone a un rango muy estrecho de perspectivas. Por contraste, leer más allá de las fronteras ayuda a ponernos más fácilmente en el lugar de los otros. "Ahora estoy mucho más informada de la complejidad de la situaciones existente en el mundo y también soy más consciente de algunos de los prejuicios que apuntalan mi propio pensamiento. Ahora no juzgo con tanta rapidez a las personas como antes".
¿Qué culturas le han resultado más extrañas y más cercanas? "No creo que leer un solo libro te dé una visión de una cultura", responde Morgan: "Es importante recordar que cada libro es una pincelada de un gran cuadro. Los libros me han mostrado más perspectivas y voces que visiones definitivas de los que es cada país". Entonces, ¿no hubiera sido mejor leer libros de no-ficción sobre cada país para tener un mejor conocimiento del mundo? "Como he dicho, estaba más interesada en miradas que en datos, así que las historias eran una buena forma de descubrirlas. De todas maneras, leí algo de no-ficción durante el proyecto, sobre todo memorias. Estos libros fueron para mí tan poderosos como las ficciones".
Aunque el proyecto de Morgan ya ha finalizado, no se ha quedado de brazos cruzados: sigue escribiendo en su blog sobre literatura de todo el mundo. Todavía le contactan lectores a diario para sugerirle obras, ella elige uno mensual para reseñar. Pero también escribe sobre otros asuntos relacionados con la literatura y la traducción. Recientemente ha comenzado una nueva sección titulada World bookshopper (algo así como Librero mundial) en la que escribe sobre las diferentes librerías que visita en sus viajes. "Próximamente pasaré algún tiempo en Barcelona y Valencia y espero poder escribir sobre las librerías de esas ciudades", comenta. Su primera novela, Beside myself, acaba de ser publicada por Bloomsbury. La pregunta es obvia: ¿será traducida a otros idiomas? Pues sí: por el momento al francés, italiano, chino, japonés y tailandés. "Y hace unos días me han informado de que también será traducida al español para todo el planeta, aunque todavía no sé cuál será el título", anuncia la escritora.
Los favoritos de Ann Morgan
Albania – Abril quebrado, de Ismail Kadaré.
Canadá – El desierto malva, de Nicole Brossard
República Checa - Una soledad demasiado ruidosa, de Bohumil Hrabal
Mongolia – Cielo azul, de Galsan Tschinag
Myanmar – Smile as they bow, de Nu Nu Yi
Pakistán – El halcón errante, de Jamil Ahmad
Serbia – Lago de Como, de Srdjan Valjarevic
Sierra Leona – Un largo camino, de Ismael Beah
Tayikistán – Hurramabad, de Andrei Volos
Togo – An african in Greenland, de Tete-Michel Kpomassie
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