Las muertas no votan
En el estreno inglés de 'Sufragistas', 15 activistas irrumpieron en la alfombra roja para protestar por los asesinatos machistas. La película salió en España el 18 de diciembre
El pasado 28 de noviembre cientos de mujeres enlutadas tiñeron de rojo el agua de la fuente de Trafalgar Square, una de las plazas más céntricas de Londres. El líquido representaba la sangre de las 111 mujeres asesinadas por hombres este año en Reino Unido, según Counting Dead Women, una base de datos que documenta la identidad de cada víctima. Las manifestantes estaban dirigidas por un grupo feminista, antirracista y antiausteridad llamado Sisters Uncut. Saltaron a la fama en octubre, cuando 15 de ellas irrumpieron en la alfombra roja del estreno de la película Suffragette y se tumbaron en ella al grito de “las mujeres muertas no pueden votar”. Una de las actrices del filme, Helena Bonham-Carter, fue entrevistada en el preestreno y declaró: “Me alegro de que nuestra película haya servido para algo. Eso es exactamente para lo que está”. Tras la muchedumbre que se agolpaba a los dos lados de la alfombra, otras manifestantes detonaron bombas de humo verdes y violetas, los colores del movimiento sufragista. Sus pancartas leían: “Ellos recortan, nosotras sangramos”.
La película, que se estrenó en España el pasado 18 de diciembre, ha sido traducida como Sufragistas. Un título inexacto. En inglés, suffragette hace referencia a las activistas de principios del siglo XX que utilizaban la acción directa. “Sufragista” era un término genérico para designar a las feministas victorianas. Las suffragettes fueron más allá: vandalizaron fachadas públicas, rompieron escaparates con ladrillos y, en febrero de 1913, pusieron una bomba en una mansión –vacía– del diputado Lloyd George, quien luego se convertiría en primer ministro. Una de ellas, Emily Davison, murió atropellada por un caballo de carreras al colarse en la pista para colgar su banda de la montura del rey Jorge V.
La ONU estima que una de cada tres mujeres en el mundo sufre violencia física o sexual a lo largo de su vida. “En Reino Unido”, explica por teléfono Rachel Harley, portavoz de Sisters Uncut, “entre 2010 y 2014 se han cerrado 32 refugios especializados para víctimas de violencia machista”. El dato lo publicó el tabloide The Sun, que este año ha lanzado una campaña llamada Give me shelter (dame refugio). La asociación Women’s Aid rechazó en 2014 a 155 mujeres y 103 niños por falta de medios. “Nos aprovechamos de la atención mediática de la película”, dice Harley, de 26 años. Antes de la protesta, a las reuniones de Sisters Uncut acudían unas 50 personas. Hoy sus números se han doblado. “El problema de los recortes es estructural”, expone. “Cuando desaparecen los refugios, las víctimas no tienen adónde huir. El Gobierno también ha recortado en ayuda legal. Hay mujeres que se representan a sí mismas contra su maltratador. Y los primeros servicios en desaparecer son los especializados, que ayudan a mujeres LGTB y de minorías étnicas”.
Sufragistas coloca en el centro de su historia a una mujer de clase obrera que trabaja en una lavandería y muestra el maltrato que sufre en su puesto. “Pero hay otras cosas que no enseña”, critica Harley. La periodista de la BBC Anita Anand se quejó de que en la cinta no aparece ni una sola mujer que no sea blanca. Anand es autora de una biografía de Sophia Duleep Singh, una sufragista inglesa de raíces indias y sangre real. Aunque la mayor parte de la población inglesa era blanca, sufragistas negras y angloindias también lucharon por el voto. “Protestamos contra la idea de que se mire con nostalgia la pelea por los derechos de las mujeres”, resume Harley. “Como si ya la hubiéramos ganado. La lucha dista mucho de estar acabada”.
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