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La ‘máquina’ de los ensayos clínicos

El campus científico del Vall d’Hebron es el complejo sanitario que realiza más ensayos clínicos en el país, cerca de 900 cada año

“Venirse a tratar al Vall d’Hebron es como vivir en el futuro”, suelen decirle los pacientes al doctor Joan Comella, director del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR, en sus siglas en catalán). Los enfermos que se tratan en el gran complejo sanitario del Vall d’Hebron de Barcelona no van mal encaminados en esa afirmación porque su campus científico —formado por el VHIR y el Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO)— tiene en marcha cerca de 900 ensayos clínicos y alrededor del 30% de sus pacientes oncológicos participan en ellos, beneficiándose de técnicas terapéuticas novedosas y fármacos que todavía no están en el mercado. En los últimos años, los investigadores del conglomerado de siglas que conforman el campus sanitario (VHIO y VHIR) han elevado al Vall d’Hebron, el hospital público más grande de Cataluña, a los altares de la investigación biomédica.

La oncología es, sin lugar a dudas, el buque insignia del complejo sanitario. No en vano, uno de sus centros de investigación se dedica exclusivamente al estudio de los tumores. Según el estudio Best Project de la patronal Farmaindustria, Vall d’Hebron lidera la actividad de ensayos clínicos en España (a junio de 2015, el centro tenía 735 activos y otros 87 aprobados). El hospital participa en el 6% de los ensayos que se realizan en España, dos puntos porcentuales por encima del segundo mejor. La mitad de estos ensayos son investigaciones oncológicas. “Nuestro fuerte es la investigación clínica y traslacional. Lo que nosotros hacemos tiene aplicabilidad inmediata en el paciente y estamos cambiando el curso de la historia”, sentencia el doctor Josep Tabernero, director del VHIO.

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El centro de investigación que dirige Tabernero, especializado exclusivamente en oncología, nació en 1995 como una apuesta del hospital por un programa de cáncer potente y competitivo a nivel internacional. “En esa época había una necesidad de dar un enfoque más traslacional, hacer investigación clínica de calidad porque la aplicación de la investigación al enfermo no estaba bien estructurada. Fuimos creando este programa en base a las necesidades de los pacientes”, recuerda el oncólogo, recientemente elegido para presidir en 2018 la prestigiosa Sociedad Europea de Oncología. El número de pacientes oncológicos que ve el Vall d’Hebron pasó de 750 enfermos nuevos al año en 1995 a más de 5.000 en 2014.

Aunque el VHIO gestiona toda la oncología de adultos del hospital, el VHIR tiene también un equipo dedicado a esta especialidad, sobre todo en el ámbito pediátrico y en cáncer ginecológico, urológicos y en células madre. Ambos centros, que interactúan para crear sinergias y no solapar las investigaciones, han logrado situar a Vall d’Hebron en el techo de la oncología española y entre los mejores a nivel europeo. “De los 3.000 pacientes oncológicos que necesitan algún tratamiento médico, nosotros conseguimos incluir al año entre 850 y 950 en estudios clínicos, un porcentaje altísimo”, apunta Tabernero.

Vall d’Hebron ha revolucionado la investigación oncológica con el descubrimiento de nuevas técnicas terapéuticas para detectar y secuenciar los tumores. El hallazgo de la biopsia líquida en sangre (a través de un análisis) o en líquido cefalorraquídeo (por punción lumbar) para detectar biomarcadores tumorales de colon y cerebro respectivamente ha supuesto un antes y un después en el diagnóstico precoz de estas dolencias. “Dedicamos mucho tiempo a hacer secuenciación de los tumores y encontrar sus características moleculares. Estas investigaciones dan oportunidades de estudios clínicos novedosos dedicados directamente a estos tipos de características moleculares”, señala Tabernero.

Poner apellidos al cáncer y ver por qué funcionan o no los tratamientos con determinados pacientes son las otras grandes líneas de investigación por las que ha optado el hospital. “Hemos contribuido a acotar los grandes tumores en otros más pequeños con las subclasificaciones de tumores en base a su comportamiento genético, como ya hemos hecho en colon o mama”, recuerda orgulloso el director del VHIO. Además, explica Tabernero, sus investigadores están avanzando en el estudio de los tratamientos que son efectivos o resistentes a determinados grupos poblacionales. “Hacemos crecer los tumores de pacientes reales en ratones, que son los que mejor replican la evolución, para ver cómo responden al tratamiento. Con estos modelos vemos por qué van bien o mal los tratamientos en tumores de mama, páncreas, cerebro o colon”, concluye el oncólogo.

Más que investigación oncológica

Pero Vall d’Hebron “es mucho más que un hospital oncológico”, como reivindica Comella. De hecho, el VHIR es, en tamaño y presupuesto, mucho mayor que el VHIO y abarca, aparte de la oncología, otras siete áreas de investigación con más de 50 grupos científicos. Aunque la oncología se lleva la palma por la dedicación y los éxitos que ha logrado la confluencia de los dos centros de investigación, Vall d’Hebron también despunta en otras áreas científicas, como neurología o enfermedades infecciosas.

El VHIR ha participado en 235 proyectos de investigación nacionales y 53 internacionales. El Vall d’Hebron coordina proyectos europeos sobre retinopatía diabética (una complicación ocular que provoca la diabetes), chagas y biomarcadores de ictus, entre otros.

El campus sanitario está también entre los cuatro mejores del mundo en investigación de esclerosis múltiple. De hecho, entre sus hallazgos recientes, el VHIR probó la eficacia de un nuevo fármaco experimental para reducir, al menos 12 semanas , la progresión clínica de un tipo de esclerosis múltiple resistente que no tenía tratamiento alternativo.

Además, asegura Comella, las farmacéuticas tienen a Vall d’Hebron como referencia para probar nuevos fármacos. “Somos centro de referencia para probar nuevos fármacos por la excelencia de nuestros equipos médicos, por nuestra capacidad de reclutamiento de pacientes y por la eficiencia de nuestra estructura burocrática”, explica el médico. Esto implica, según Comella, “tener acceso a fármacos que no estarán en el mercado hasta dentro de cinco años”.

Con todo, pese a su destacada posición entre la comunidad científica, Vall d’Hebron celebra este año su 60 aniversario con más ambición, de la buena, en el terreno de la investigación biomédica. Con la vista puesta en la quimera de medicina de precisión, personalizada para cada paciente, Comella y Tabernero coinciden en seguir apostando por el modelo de investigación biomédica vinculada directamente al paciente para que cada hallazgo revierta, de forma instantánea, en sus enfermos.

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