La Guerra Civil desde fuera de las trincheras
Arturo Pérez-Reverte se ha sumergido en la contienda española con una misión: contársela a los jóvenes alejado de clichés
Un día, el escritor y académico Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) leyó en un libro de texto la siguiente descripción de la muerte de Antonio Machado: “Poeta español, académico de la lengua, al cabo de un tiempo se fue a Francia, donde murió”. Entonces decidió que había que contar la Guerra Civil a los jóvenes fuera de cualquier trinchera, lejos de la militancia. Fue un impulso similar al que le llevó muchos años antes a crear al Capitán Alatriste, aquel soldado de guerras perdidas del Siglo de Oro. No está claro si los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla, pero sí que la ignorancia impide la formación saludable de un país, dificulta que pueda mirar hacia el futuro sin arrojarse el pasado. Embarcó en el proyecto al dibujante Fernando Vicente (Madrid, 1963), y así surgió La Guerra Civil contada a los jóvenes, que acaba de editar Alfaguara.
“Este libro responde al intento de crear un relato común, no pretende sustituir a los libros de historia, sino que quiere situar a los lectores jóvenes en un terreno objetivo para un estudio posterior”, explica Pérez-Reverte, cuya obra literaria se ha nutrido muchas veces de la historia de España, desde el Cádiz asediado hasta la rebelión de Madrid contra los franceses. “Lo que he pretendido es que un alumno, partiendo de este territorio objetivo, alentado por un profesor, por sus padres o por él mismo, pueda después ampliar el territorio. El problema es que la generación que hizo la Transición no había vivido la guerra y se la habían contado testigos directos. Mi generación tiene fuentes directas de lo bueno y de lo malo de los dos bandos. Al borrarse esa memoria, no quedan más que los clichés, una trinchera en torno a la que se articula cualquier memoria. Un joven de ahora puede ser manipulado porque no tiene los datos objetivos, no sabe qué fue la Guerra Civil”.
Hoy, un joven puede ser manipulado: no tiene los datos objetivos, no sabe qué fue la Guerra Civil
La obra se estructura en 30 breves capítulos, acompañado cada uno por una ilustración de Fernando Vicente. Los anexos incluyen un panorama de uniformes, mapas del conflicto y un glosario. El libro, en el que Reverte ha trabajado seis meses destilando un material documental gigantesco, apenas tiene adjetivos y ninguna opinión de su autor. Son hechos pelados, indiscutibles. Está el avance sobre Madrid, el éxodo y la tragedia, las atrocidades, pero también las principales batallas o, un tema muy poco tratado, las mujeres como víctimas. “Todos los españoles fuimos víctimas y verdugos a la vez. Es una tragedia colectiva, no es que hubiese españoles buenos contra españoles malos”, afirma.
El autor de novelas como El club Dumas o La Reina del Sur, que ha vendido millones de ejemplares en todo el mundo, sabe de primera mano que las guerras nunca se pueden contar en blanco o negro, y mucho menos las guerras civiles. Trabajó durante más de dos décadas como enviado especial a zonas de conflicto. “He visto Nicaragua, El Salvador, Rumania, los Balcanes… La gran lección es que lo de buenos y malos es mentira. Es evidente que había una República legítima, eso es innegable, y unos golpistas que se cargaron la democracia. Pero a partir de ahí los dos bandos fusilaron, los dos bandos mataron. Todo eso hay que explicárselo a los jóvenes para que puedan formarse su propio juicio. Quiero contar cómo fue desde los dos bandos, porque estoy harto de que se cuente siempre desde uno de ellos. Este es mi reproche a los historiadores: tenían que haber hecho esto hace mucho tiempo”.
“Ese libro aparentemente tan sencillo me ha dado un trabajo espantoso, porque resumir es lo más difícil”, prosigue al ser preguntado sobre los volúmenes de historia que ha manejado. “He buscado las líneas que pasaban por todos ellos y son las que me he llevado al libro”, afirma. Pero hay un autor que ha sobrevolado toda su labor, el periodista Manuel Chaves Nogales (1897-1944), que falleció en el exilio y cuyo compromiso con la República no le impidió criticar las atrocidades y los errores cometidos por su propio bando. “Ha planeado en todo momento. Me he preguntado muchas veces cuando escribía cómo le hubiera contado Chaves Nogales a su hijo la Guerra Civil”.
Un tema con el que se topa varias veces en su recorrido por el conflicto es la pasividad ante la guerra de las democracias como Francia o Inglaterra, mientras que las dictaduras, la Alemania nazi, la Italia fascista –cuyas tropas sufrieron una tremenda derrota en Guadalajara– o la URSS de Stalin, no tuvieron dudas en tomar partido. Esa pasividad se ha repetido muchas veces desde entonces, en los Balcanes, en Ruanda o ahora mismo en Siria. “Todo tiene una lectura contemporánea. Nunca existe una guerra civil a palo seco, siempre hay intereses detrás. Lo terrible es que la historia es una gran lección que estamos escamoteando a generaciones de jóvenes, a quienes dejamos sin ningún tipo de argumento intelectual sobre su propia memoria. Es imposible comprender a Franco sin la Guerra Civil o la democracia sin entender el franquismo. Todo es una cadena. No se puede escamotear la historia. La era de los testigos se agota y los relatos de segunda mano en España son muy peligrosos. Los bobos creen que ocultando se protege y no saben que, en realidad, se exponen más todavía. Este libro debería ser una puerta a otros libros. Y espero que la curiosidad lleve al lector a estudiar, a recordar”.
elpaissemanal@elpais.es
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