La malaria, por el buen camino
El objetivo de la reducción del paludismo se ha cumplido con creces entre 2000 y 2015. La meta para los próximos 15 años es reducirla un 90%
La humanidad ha ido perdiendo la batalla contra la malaria hasta principios de este siglo. Un millón de personas morían cada año como causa del parásito y la cifra no había hecho más que crecer en las anteriores dos décadas. Esa tendencia comenzó a cambiar a partir del año 2000. Desde entonces, las tasas de mortalidad han caído un 60% o, lo que es lo mismo: se han salvado 6,2 millones de vidas, la mayor parte de ellas de niños, según un informe conjunto lanzado el pasado jueves por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef bajo el título Alcanzar la Meta sobre Malaria de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODS).
El mundo se había marcado como meta reducir el paludismo en un 37% entre 2000 y 2015. Como apuntaban los datos que se venían recogiendo hasta ahora, se ha cumplido con creces gracias, entre otras cosas, a las grandes inversiones efectuadas desde principio de siglo para erradicarla, que se han multiplicado por 20.
Estos fondos han ido a parar a los tres grandes métodos que existen para frenar la malaria. Primero, frenar el vector. El paludismo es una enfermedad causada por el parásito Plasmodium y transmitida por ciertas variedades del mosquito Anopheles. Controlar en la medida de lo posible la expansión de esta especie a través de insecticidas y prevenir su picadura nocturna con mosquiteras ha sido una de las claves de este éxito. Una nueva investigación del Malaria Atlas Project, de la Universidad de Oxford, muestra que las mosquiteras tratadas con insecticida han sido “con diferencia la intervención más importante” en África, y se estima que han evitado un 68% de casos de malaria desde 2000. A pesar de ello, uno de cada cuatro niños africanos no cuenta con una en casa. El segundo paso es el control de la enfermedad, diagnosticando correctamente cada caso para tratarlo y prevenir la muertes. Por último, se ha realizado un gran esfuerzo en hacer accesible la medicación a quienes la necesitan, lo que además de beneficiar a los enfermos, suprime el parásito de su sangre, por lo que el mosquito no puede contagiarla.
Todo esto se traduce en cifras: en el año 2000 se estimaba que la malaria causaba 262 millones infecciones y 839.000 muertes. Más del 80% de los casos y el 90% de los fallecimientos se producían en el África subsahariana, donde los menores de cinco años son especialmente vulnerables al parásito. Las estimaciones para el presente año son que se produzcan 214 millones de casos y 438.000 muertes. El descenso en términos absolutos es enorme, pero tiene todavía mayor mérito si tenemos en cuenta que la población en estos tres lustros ha crecido en más de 1.300 millones de personas.
“El control global de la malaria es una de las mayores historias de éxito de salud pública de los últimos 15 años. Es una señal de que nuestras estrategias dan en el blanco, y de que podemos derrotar a este antiguo enemigo mortal, que sigue cobrándose cientos de miles de vidas, la mayor parte de niños, cada año”, declaró la directora general de la OMS, Margaret Chan.
Las cifras, pese a inducir al optimismo, también son muestra de que el mundo se sigue enfrentando a un tremendo problema que causa cientos de miles de muertes cada año. Especialmente en el África subsahariana, que soporta el 80% de los casos de malaria y el 78% de los fallecimientos. La otra cara de la moneda son los 13 nuevos países que durante todo el año pasado no notificaron ningún caso de la enfermedad, y los otros seis que informaron de menos de 10 en todo 2014. Los descensos más rápidos, según apunta el informe, se vieron en el Cáucaso y Asia Central, donde no se produjo ningún caso en 2014, y en Asia Oriental.
Las mosquiteras impregnadas con insecticida han sido el mayor avance contra la malaria, aunque uno de cada cuatro niños africanos siguen sin tener una en casa
Para los siguientes 15 años uno de los grandes retos es frenar la epidemia entre los más pequeños. El diagnóstico es fundamental para ello. “La mayoría de los niños de los que se sospecha que tienen malaria todavía no reciben una prueba de diagnóstico. Muchos de ellos no tienen malaria y su fiebre se puede deber a otras causas. Darles medicamentos contra el paludismo puede prolongar su enfermedad e incrementar el riesgo de muerte. Además, en casos de pocas existencias de medicamentos, pueden privar de ellos a quien realmente los necesitan”, subraya el informe.
“La malaria mata sobre todo a los niños pequeños, especialmente a los que viven en los lugares más pobres y remotos. Así que la mejor manera de celebrar el progreso global en la lucha contra la malaria es comprometernos de nuevo con llegar a esos niños y tratarlos”, asegura el director ejecutivo de Unicef, Anthony Lake. “Sabemos cómo prevenir y tratar la malaria. Puesto que podemos hacerlo, debemos hacerlo”, añade.
El futuro contra la malaria tiene varios rayos de esperanza. La Agencia Europea del Medicamento dio el pasado mes de julio su aprobación a la primera vacuna contra la enfermedad. Aunque su eficacia es limitada (los ensayos alcanzaron solo un 36% de éxito), se trata de un gran hito. No solo es la primera inmunización contra el paludismo que se certifica, sino también la primera contra un parásito. La evaluación de su costo-efectividad por parte de los Gobiernos de los países endémicos determinará su expansión en los próximos años.
Pero este no es el único frente de lucha contra el Plasmodium. Este verano se ha puesto en marcha un plan de erradicación en Magude, un distrito de Mozambique, que de tener éxito puede ser el modelo para otros muchos lugares. Ya se ha completado un censo y en octubre se realizará la primera ronda de tratamiento masivo con fármacos que, combinado con el uso de mosquiteras y los insecticidas, buscan eliminar al parásito de la sangre de todos sus habitantes, de forma que el mosquito dejaría de infectar. El proyecto es fruto de una alianza del Ministerio de Mozambique y de varios actores nacionales e internacionales, entre ellos el CISM e ISGlobal, financiado por la Obra Social La Caixa y la Fundación Bill y Melinda Gates.
En mayo de 2015 la Asamblea Mundial de la Salud adoptó la Estrategia Técnica Mundial contra la Malaria, una hoja de ruta de 15 años. Su objetivo es una reducción del 90% de la incidencia mundial y la mortalidad para 2030. El informe de la OMS y Unicef destaca que estas metas solo podrán lograrse con voluntad política, liderazgo de los países y un aumento significativo de la inversión. La inversión anual contra el paludismo deberá triplicarse, de los 2.700 millones de dólares actuales a 8.700 millones en 2030.
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