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Por qué ella nunca tiene gripe

Todos conocemos a la típica persona que se libra, año tras año, de la enfermedad. Es probable que siga estos consejos para neutralizarla

Si usted ha salido indemne de la ola de frío siberiano y ha conseguido que los virus de la gripe y de los catarros pasen por delante de sus narices (en sentido literal) sin afectarle, enhorabuena. Y si ha caído, pero conoce a personas que siempre esquivan la enfermedad, le desvelamos cuáles son las claves que le acercarán a tales afortunados. No hay que confiarse. Tenga en cuenta que a pesar de que la epidemia de gripe podría haber tocado techo (la incidencia de la enfermedad ha llegado a ser de 343,67 por 100.000 habitantes, según informó el comité de Vigilancia de la Gripe), y de que se espera un descenso paulatino del número de afectados, mientras el termómetro no remonte, los virus acechan a su sistema inmunitario. Conociendo la respuesta a estas cuestiones, se lo pondrá más difícil a la gripe. Como ella.

1. ¿Cómo afecta el frío a nuestras defensas? "Las bajas temperaturas favorecen la progresión de las enfermedades respiratorias, porque las barreras que hay en las mucosas nasales se atenúan y podrían no filtrar tan eficazmente y dejar entrar a los patógenos al interior del organismo, a zonas donde pueden causar más daño”, explica Margarita del Val, de la Sociedad Española de Inmunología (SEI). Pero, además, “se reduce la eficacia antiviral de la respuesta inmune en la mucosa nasal”.

2. ¿Por qué el virus de la gripe tiene tanta facilidad de contagio? Porque la transmisión es por vía respiratoria, que es muy eficaz a través de toses, estornudos y microgotitas de saliva. Con el frío, hay más contacto entre las personas en sitios cerrados y abarrotados, y las enfermedades que se propagan por la vía aérea se contagian con rapidez. Con todo, Alfredo Corell, de la SEI, matiza: "La gripe no es de las enfermedades más contagiosas; el sarampión, por ejemplo, lo es mucho más. La facilidad de transmisión de una enfermedad infecciosa es un factor independiente de su gravedad. Por ejemplo, la gripe de 2009 (la célebre gripe A) se extendió con celeridad por todo el mundo y, de hecho, fue una pandemia, pero de gravedad moderada”.

3. ¿Por qué a unas personas la vacuna antigripal les inmuniza y a otras no? La vacuna de la gripe tiene una eficacia limitada (no protege al 100%), pero se puede mejorar y se está investigando activamente en este campo. Eduardo Martínez, de la SEI, indica: "El grado de protección que confiere la vacuna a una persona concreta es algo impredecible todavía, y depende en parte de la historia pasada de esa persona en cuanto a su exposición y su reacción a gripes semejantes o muy distintas”.

Todo el que lo desee se puede vacunar de la gripe (muchas empresas lo ofrecen a sus empleados; si no es el caso, reclámelo en su centro de salud), pero las autoridades sanitarias recomiendan la vacunación en los mayores de 65 años y los afectados por enfermedades crónicas, en los que la gripe puede tener graves consecuencias. José María Molero, del grupo de enfermedades infecciosas de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SemFYC), afirma: "Aunque las vacunas no siempre protejan de la gripe, sí que lo hacen de complicaciones derivadas [neumonía o bronquitis], que en determinadas personas pueden llegar a ser muy graves”.

4. Si un año la vacuna ha sido poco eficaz, ¿va a suceder lo mismo en los próximos años? No. Como apunta José Ramón Regueiro, presidente de la SEI, el virus de la gripe varía ligeramente todos los años y el estado y la historia de cada persona también. Por eso, hay años en los que la población en general, y cada individuo en particular, puede estar más o menos protegida por la vacuna.

5. ¿Cómo se puede estimular la inmunidad? La recomendación de David Sancho, vocal de la SEI, para mantener una buena inmunidad es "llevar un estilo de vida sano". Esto incluye vacunarse frente a las enfermedades infecciosas, cumpliendo las recomendaciones de las autoridades sanitarias; seguir una alimentación variada (para evitar carencias de vitaminas y nutrientes) y no comer con exceso ni seguir dietas milagro, hacer ejercicio físico de forma moderada y evitar el estrés. Margarita del Val añade que es conveniente cuidar la piel –la mejor barrera natural contra las infecciones (esto no afecta a la gripe, pero sí a otras patologías como dermatitis o afecciones fúngicas)– huyendo de la higiene excesiva, hidratarse a conciencia para un estado óptimo de las mucosas y dormir bien.

6. ¿Hay alimentos que mejoran la inmunidad y que ayudan a superar la enfermedad? Los portavoces de la SEI responden: "Hay muy poco demostrado con solidez sobre este tema, especialmente en una población bien alimentada como es la de los países industrializados, pero se está investigando muy activamente. Lo que sí está claro es que la malnutrición severa compromete el sistema inmunitario”. Esta opinión también la comparte la doctora Guadalupe Blay, responsable del grupo de Nutrición y Metabolismo de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), aunque enfatiza que no podemos activar nuestras defensas si faltan elementos esenciales como el cobre, el selenio o el cinc. "En el caso de la gripe, lo que buscamos con la nutrición es aliviar los síntomas y mantener una buena hidratación [la fiebre hace que el cuerpo se deshidrate moderadamente]", añade. Para estos fines, según la doctora, “sí hay evidencia científica sobre los beneficios de la vitamina C presente en ciertas frutas y verduras, así como de la la miel (con propiedades antisépticas)”. Es decir, excluyendo casos de malnutrición, la comida no evita el contagio, pero sí hay alimentos que lo hacen más llevadero.

7. Entonces, ¿qué como? ¿Existe una 'dieta antigripe'? La nutricionista Maribel Lapera, de la Clínica Corachan, de Barcelona, defiende los beneficios de los zumos de frutas ricos en vitamina C ("porque hidratan y son antisépticos"), los caldos vegetales (hasta dos litros al día), las frutas ricas en vitamina C (naranja, mango, papaya o kiwi: "tienen propiedades antiinflamatorias y antigripales”) y las frutas rojas oscuras (moras, arándanos y fresas). Su consejo es: "Durante los primeros días de la enfermedad, hay que hidratarse con bebidas calientes que contengan cafeína y teína, sopas y frutos rojos. Hay que evitar los alimentos que contengan levaduras (cerveza, yogures), pastas, arroz, azúcar y grasas, pero sí se deben consumir después de la fase aguda, para que el organismo recupere la energía perdida”.

Giuseppe Russolillo, presidente de la Fundación Española de Dietistas-Nutricionistas (FEDN), concluye: "Aunque es cierto que estos trabajos no son concluyentes, cuando aparece un proceso gripal soy de la opinión de no desechar los 'consejos de la abuela', ya que estas recomendaciones y preparaciones culinarias están llenas de afecto y mimo, algo que, sin lugar a dudas, al paciente le va a venir muy bien".

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