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9 trucos para calentar la casa sin encender la calefacción

Plantarle cara al frío sin consumir energía es posible con las mantas adecuadas, algo de cinta aislante y otro montón de buenos consejos

Quizá mientras lee estas líneas se encuentre fuera de casa, contando las horas para regresar y resguardarse en el calor del hogar de las bajas temperaturas, la lluvia o incluso la nieve. Ahora que el frío ha llegado, ¿sabía que puede combatirlo sin necesidad de usar la calefacción? La cuestión no es baladí, dado que, según un informe del Instituto de Diversificación y Ahorro Energético (IDAE), encender la estufa o el brasero eléctrico supone el 46% del consumo energético de los hogares españoles, lo que se traduce en un gasto importante del presupuesto a final de mes.

“La vivienda por sí sola no propaga calor, pero los electrodomésticos que tenemos generan un aumento de temperatura que, aunque en época de frío sea escaso, se puede aprovechar”, destaca Manuel Barrera Viera, presidente del Colegio Profesional de Ambientólogos de Andalucía y experto en energías renovables, que añade: “La clave, sin embargo, está en la energía solar. Hay que buscar que el calor de fuera se guarde dentro para que no salga. Y si no tenemos ninguna producción de calor interna, dependerá de la capacidad de aislamiento que tenga el hogar”. Si usted no tiene chimenea ni calefacción (o no quiere encenderlas), aquí tiene unos prácticos consejos para combatir el frío.

1. Ventile, pero sin pasarse

La clave, sin embargo, está en la energía solar. Hay que buscar que el calor de fuera se guarde dentro para que no salga", explica Barrera Viera, experto en energías

Solo necesita cinco minutos para ventilar la vivienda al completo, diez si sus ventanas son pequeñas. No lo haga en momentos muy fríos y busque la incidencia del sol. “Por la mañana, tras despertarse, es la mejor opción”, aclara Barrera Viera.

2. Divida y vencerá

Zonificar el calor es fundamental, pues evita que el frío se disperse por la vivienda. El hábito de cerrar puertas de estancias en las que no estamos, genera pequeños aportes de calor en las que sí estamos, proporcionando más confort en casa.

3. No le dé la espalda al sol

Lo ideal es que en el momento en que el sol incida sobre la vivienda se tengan todos los huecos cerrados, pero sin ningún tipo de obstáculo que impida que entre la luz al interior, tales como persianas o cortinas. No abra las ventanas, pues se irá el calor que, poco a poco, la vivienda ha ido acumulando. En cambio, cuando el sol se pone, el proceso es a la inversa: cierre las cortinas y persianas para evitar que el calor fruto de la radiación infrarroja (procedente del sol) se esfume. El orden del proceso no va ligado a mañana y tarde necesariamente: puede que tenga una habitación que por la mañana no reciba luz alguna mientras que por la tarde sí, por lo que es entonces cuando debe aprovechar la influencia solar.

4. La cinta adhesiva, una aliada

Un remedio económico que puede encontrar en cualquier ferretería es la cinta adhesiva aislante, usada para tapar aquellas fisuras existentes en puertas, ventanas y rendijas varias, con el fin de evitar la circulación de aire de una estancia más cálida a otra más fría. “Elude la sensación típica de que entra corriente pero no sabes por dónde, y es mucho más habitual de lo que nos pensamos”, asevera el presidente del Colegio Profesional de Ambientólogos de Andalucía.

5. Elija bien su árbol

Dentro de sus posibilidades, trate que ningún tipo de vegetación arbórea impida que los rayos del sol entren por su ventana. Si es de hoja perenne, tipo naranjo o pino, pódelo para evitar ese bloqueo de la luz. Si pudiera elegirse, Barrera recomienda vegetación de hoja caduca, como la parra o el almendro, cuya ausencia de hojas en invierno no obstaculiza al sol mientras que en verano refresca bajo su sombra. Rafael Salmerón, director del centro de jardinería Los Peñotes, en Madrid, es de su misma opinión: “En climas templados como el español funcionan mejor las caducifolias, puesto que permiten la insolación de las fachadas y protegen del viento en invierno; y en verano, ayudan a enfriar”. Según la Asociación Española de Centros de Jardinería, llegan a producir un ahorro energético del 25%. “Las plantas trepadoras de paredes también aíslan”, señala Salmerón.

En climas templados como el español funcionan mejor los árboles de hoja caduca, puesto que permiten la insolación de las fachadas y protegen del viento en invierno; y en verano, ayudan a enfriar”, dice Salmerón

6. Los colores, cuestión de estado

¿Ha notado alguna vez más calor de la cuenta vistiendo una blusa negra bajo la luz del sol? Esto se debe a que los colores y la temperatura están relacionados: cuanto más oscuro es un objeto, más calor absorbe, como corrobora un estudio de la Universidad Estatal de Campinas, en São Paulo, Brasil, que afirma que el negro capta el 98% del calor que le llega, seguido del gris (90%) y verde oscuro (79%). Por supuesto, esta premisa también se aplica en el hogar. Esto es debido a que los colores blancos o claros absorben el sol, pero devuelven el espectro de luz, de manera que filtran poca energía. Hacerse con un silloncito oscuro para las hostiles tardes de invierno no es mala idea.

7. Alfombras mágicas

“El suelo es el elemento constructivo que mayor pérdida energética posee. En invierno, está a una temperatura media de 10 o 12 grados, mientras que en verano asciende a 14 o 16”, dice Barrera Viera, que recomienda el uso de soluciones textiles, como las alfombras, que, sin ser aislantes, conservan las altas temperaturas. Con todo, el suelo ideal para combatir el frío es el parqué o la moqueta, más confortables y calientes que los pavimentos de mármol.

El ejercicio produce calor debido a que el cuerpo consume energía metabólica y esta lo transforma en un incremento de la temperatura corporal, registrada por el hipotálamo para comenzar la sudoración”, dice García Villalón

8. ¿Una bici estática en casa?

Hacer deporte viene muy bien para la circulación. En invierno, el frío es más agudo para las personas con mal riego sanguíneo, por lo que la práctica deportiva ayuda a mejorarlo. “A una persona mayor no le pedimos que salga a correr, pero sí que se mueva lo máximo posible, de manera que el frío sea más suave”, destaca el experto en energías renovables. “El ejercicio produce calor debido a que el cuerpo consume energía metabólica y esta lo transforma en un incremento de la temperatura corporal, registrada por el hipotálamo para comenzar la sudoración”, dice Ángel Luis García Villalón, catedrático de Fisiología de la Universidad Autónoma de Madrid. Cuando se hace deporte, se dilatan las arterias de los músculos para aumentar el aporte de sangre. Sin embargo, esta actividad debe ser, como mínimo, de intensidad intermedia, como expone el docente: “Caminar no produce un aumento de la temperatura, pero sí que lo hace correr o montar en bicicleta, aunque sea estática”.

9. Un indispensable: la manta

¿Hay algo más clásico en invierno que los días de peli y manta? Con el frío suave, tener una manta mientras se lee o se ve la televisión ayuda al confort térmico, especialmente las de pieles de animales porque, según García Villalón, “son los aislantes más eficaces”. Afortunadamente, existe otras alternativas muy efectiva, como la lana, capaz, en condiciones de frío y humedad, de generar calor debido a la aislación térmica que proporciona y a sus propiedades de absorción de hasta un 30% de su propio peso en vapor de agua, sin que transmita sensación de humedad, según un estudio publicado en 2009 por el Sitio Argentino de Producción Animal. Otras opciones son la manta polar y la franela, compuestas de poliéster y algodón o fibras sintéticas, respectivamente. Puede aprovechar para encender algunas velas con el propósito de crear un ambiente más cálido, aunque ha de saber que su uso no contribuye a incrementar la temperatura del hogar (a no ser que la ponga cerca de su cuerpo, con el consiguiente riesgo de quemadura). La película la elige usted.

El drama de la pobreza energética

El primer Informe sobre la pobreza energética, coordinado por la Asociación de Ciencias Ambientales, determinó, en su publicación en 2012, que en torno al 10% de los hogares españoles (unos cuatro millones de personas) se encontraban en esta situación en 2010. El documento añade que esta realidad podría estar generando ya más muertes que los accidentes de tráfico en España. Se detectan dos tipos de pobreza energética: una, más convencional, que sufren los hogares de pocos ingresos de las zonas más frías de España (centro y norte peninsular), cuyas viviendas tienen instalado un sistema de calefacción pero que encuentran problemas para hacer frente a las facturas de la energía; y otra, más específica de las regiones de clima templado, que puede afectar fundamentalmente a aquellos que habitan viviendas mal aisladas y sin sistemas de calefacción adecuados, lo que impide asegurar su confort térmico en las semanas frías del año.

Para combatirla, el país carece de una estrategia definida como la planteada por Reino Unido, único país del mundo que la posee y que determina que un hogar se encuentra en tal situación si tiene que dedicar más del 10% de sus ingresos para alcanzar un nivel satisfactorio de calor en su vivienda (21 ºC en la habitación principal y 18 ºC en las demás, según la Organización Mundial de la Salud). El documento, por tanto, exige que el modelo británico sea considerado para el caso español, junto a una serie de acciones que involucran a las compañías energéticas en acciones de reducción de la pobreza energética y revisiones del sistema del déficit de la tarifa eléctrica, entre otras medidas.

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