Lombrices y cáscaras de arroz para acabar con el hambre en el mundo
Bioarroz, un proyecto hispano-colombiano, ha conseguido transformar este desecho del cereal en un fertilizante orgánico capaz de duplicar la producción normal de los cultivos
En la tribuna Cáscaras de arroz para generar electricidad, en la que hablaba de Husk Power Systems, publicada el pasado junio, reté a las empresas españolas a embarcarse en este apasionante desafío y que se unieran a la conversación sobre innovación social.
La respuesta no se ha hizo esperar y pude conocer el trabajo de Bioarroz, un proyecto hispano-colombiano que ha conseguido transformar la cascara de arroz en fertilizante orgánico —sólido y líquido—, capaz de duplicar la producción normal de arroz, además de extraer silicio orgánico con varios usos como el cosmético y farmacológico, a la vez que regenera y acondiciona el suelo cultivable.
Según la FAO, el arroz es el alimento más consumido en el mundo: más de la mitad de la población come este cereal diariamente. Su producción es clave para alimentar a una población creciente, y es especialmente relevante en países en desarrollo. En 20 años se prevé que la demanda supere la oferta disponible. Solo en África, cada persona consume 27 kilos de arroz, con un 5% de incremento anual.
A pesar de que en África se producen 26 millones de toneladas de arroz al año, es el continente que más importa, con un 30% del comercio mundial. Lo que supone un gasto de 4.000 millones de dólares al año. ¡Más de 10 millones al día! Cualquier reducción en la cantidad importada o bajada de precio del producto son dólares ganados a la pobreza y la desnutrición.
Una de las principales razones del alto volumen de importación es precisamente el bajo rendimiento de la producción africana. Mientras que la media mundial es de 4.5 toneladas/hectárea, la producción de arroz en África Subsahariana es menos de la mitad, 2 toneladas/hectárea. En gran parte por falta de fertilizantes, ya que no pueden permitirse su altísimo coste.
En África se importan anualmente 12 millones de toneladas de fertilizante sintético que, sumado el coste del transporte, alcanza un precio desorbitado. Así, los agricultores usan de media unos nueve kilos por hectárea, cuando en el mundo industrializado se usan 206.
Mejorando la fertilización se logran dos efectos: incrementar la producción por hectárea y abaratar el coste de fertilizante. Los dos redundan en un menor precio del arroz. Usando, además, uno orgánico, se puede regenerar el suelo.
Por otro lado, desde hace décadas, la cascarilla de arroz es uno de los grandes problemas que tienen los productores de este cereal. En el mundo existen 165 millones de hectáreas cultivadas de las que se obtienen aproximadamente 700 millones de toneladas de arroz al año, de las cuales 250 millones son de cascarilla y paja. La prohibición de quemar este desecho vegetal debido a la contaminación ambiental —por los componentes químicos que son utilizados en la producción del arroz— y los pocos usos rentables que tiene (se emplea en la producción de ladrillos, camas para aves, biocombustible o bioenergía sin haber logrado grandes rentabilidades económicas ni medioambientales. En este momento, la cascarilla de arroz, no tiene valor comercial en África), hace que en algunos países la cascarilla se acumule indefinidamente sin control, desprendiendo gases nocivos para el medio ambiente.
Bioarroz (o BioRiceHusk) ha conseguido patentar un proceso a través del cual, mediante el uso de anélidos (la lombriz roja californiana), se recicla la cascarilla de arroz transformándola en humus sólido y liquido. Además, se extraen silicio y calcio orgánicos. El uso de este fertilizante duplica la producción de arroz por hectárea, sin necesidad de usar productos químicos que contaminan el suelo. Y se ahorra de agua ya que se requiere de menos para el riego. Un proceso innovador y ecológico.
El humus no sólo sirve para el arroz, sino para la mayoría de los cultivos. En este vídeo se puede ver la diferencia de tamaño de la hierbabuena cultivada con humus de Bioarroz.
El proyecto soluciona al mismo tiempo tres problemas esenciales en este momento:
- Producción eficiente de alimentos esenciales (arroz).
- Reciclaje de un residuo altamente contaminante (cascarilla de arroz).
- Regeneración de suelos intensamente erosionados.
Una planta de Bioarroz necesita 5 hectáreas y recicla 1.500 toneladas de cascarilla. Es capaz de producir 3.700 toneladas de humus líquido y 750 toneladas del sólido. Y lo mejor: su proceso es aplicable en cualquier país productor de arroz.
BioRiceHusk ha sido seleccionado para participar en la feria global de la innovación en la agricultura en marzo del 2015 en Abu Dabi. El encuentro más importante a nivel internacional dedicado a la innovación agrícola y con especial foco en el continente africano. Su misión es conocer proyectos que ayuden a producir mayor cantidad de alimentos en el futuro utilizando mejor nuestros recursos naturales.
En este momento, el principal reto Bioarroz se encuentra en la búsqueda de aliados estratégicos para implementar y explotar su patente, empresas de fertilizantes o arroceras que quieran mejorar su producción usando la patente tanto en África como en el resto del mundo. Su plan es conseguir, también, el apoyo estatal para promocionar y dar a conocer una patente con capacidad de solucionar graves problemas para la humanidad y que, hasta este momento, ha sido financiada con capital propio.
Podemos decir que en España también se hace innovación social. Seguro que existen muchos otros ejemplos que me encantaría conocer y compartir.
María López Escorial es profesora en el Instituto de Empresa desde 2002 y consultora independiente especializada en mercados de la base de la pirámide y soluciones empresariales para combatir la pobreza.
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