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Columna
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Feudal

En la provincia de Alicante hay 100.000 trabajadores clandestinos soportando un maltrato propio de otras épocas

Rosa Montero

Bien. Empecemos el año diciendo que al parecer esa estrella pop de la economía que es Piketty tiene razón cuando habla del aumento de la desigualdad mundial entre pobres y ricos y de que la explotación laboral está alcanzando niveles decimonónicos. Y no es que yo haya leído el tocho de 1.000 páginas de Piketty, sino que, como todos, he leído a alguien que ha leído a alguien que dice haber leído un resumen del libro. En cualquier caso, creo que el éxito fulminante de este hombre se debe a que ha puesto palabras (muchas) a una realidad atroz que todos conocemos: vivimos una nueva servidumbre, una deriva feudal del capitalismo. Me escribe Aurora Sales Olmedo, de 56 años. Durante 13 trabajó de forma irregular con otras 30 compañeras en un taller clandestino de calzado de Elche. Cada año, distintas empresas tapadera las contrataban durante tres meses; el resto del tiempo se cobraba bajo cuerda (36,85 euros al día). Cuando en 2012 la ministra de empleo pidió la colaboración ciudadana para luchar contra el fraude a la Seguridad Social (claro que ella se refería a los parados que trabajaban), Aurora denunció a la empresa. Fue despedida. Ya llevaba tiempo sufriendo acoso laboral por pedir un contrato, un acoso tan duro que le diagnosticaron ansiedad y depresión y está en tratamiento. Reclamó su admisión, pero primero el Sindicato Independiente y después CC OO le forzaron a llegar a un acuerdo. Estaba sin ingresos y muy hundida y al final firmó. La empresa reconoció el despido improcedente y le dio 20.000 euros que ya se han acabado. El marido está en paro y el sueldo de Aurora era el único ingreso de su casa. Se calcula que tan sólo en la provincia de Alicante hay 100.000 trabajadores clandestinos soportando este maltrato. Esto sí que es fraude a la SS, ministra Báñez.

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