Terapias de amor
Las personas siempre hemos sido incapaces de enfrentar nuestros problemas sin ayuda
Quiero mejorar mi relación de pareja, y por eso he hecho lo que todo hombre de verdad haría: descargarme una app. Hoy día, las aplicaciones digitales lo hacen todo: escogen tu música, te guían por las mejores tiendas e incluso gestionan tu vida sentimental.
Por ejemplo, Romantimatic –disponible en iOS– me ofrece programar y agendar mis mensajes de amor. Así ya no tengo que pensar yo en ellos. Se mandan solos.
El menú de opciones de Romantimatic incluye los clásicos de toda la vida como “Te quiero” o “Me haces feliz”. Y también opciones para ejecutivos ocupados como “Voy hasta arriba de trabajo, pero estoy pensando en ti”. Y elegías de estilo más poético: “Mis pantalones acaban de vibrar y me han recordado a ti”.
Escojo la de los pantalones y la programo para que se envíe automáticamente desde mi teléfono dos veces por semana. Ahora sí, cariño. Vas a saber lo que es el amor.
Inexplicablemente, mi esposa no parece conmovida por mi gesto de afecto. De hecho, la noto un poco incómoda. Al principio, atribuyo esa actitud a su poca familiaridad con la tecnología. Pero luego empiezo a sospechar que su rechazo obedece a razones más profundas. Quizá estamos ante el inicio de una crisis matrimonial.
Por fortuna está en el mercado Love Confidential, una aplicación que ofrece “consejos de calidad por parte de psicólogos de la vida real y terapistas de pareja”. Solo tienes que escribir tu pregunta, sin importar la hora del día, y un especialista te responderá. Por solo cuatro euros –¡mucho menos que un psicoanalista humano! ¡Y sin gastos de desplazamiento!– planteo mi pregunta:
–¿Por qué mi esposa pone reglas estrictas para todo, como ignorar mensajes de amor digitales, llevar abrigo aunque afuera haya 40 grados o dejar la puerta del baño entreabierta por las noches? ¿¡Por qué!?
La respuesta me llega cinco horas después, firmada por un Ph.D:
–Hola, esto le ocurre al 1% de la población. Para un diagnóstico más preciso, por favor, trate de describir su relación con sus padres.
Se refiere a mi relación con mis padres, que sin duda explica la relación de mi esposa con la puerta del baño. Todo el mundo lo sabe.
Como necesito una asesoría más profunda –y barata–, recurro a Couples Counseling. Esta aplicación es mucho más compleja. Aparte de la asesoría directa, debo responder preguntas prefijadas para tratar de conocer las verdaderas razones de nuestro estrés (“¿Se pone usted nervioso o irritable cuando se acerca su cumpleaños?”, “¿Han recibido en casa recientemente alguna visita familiar?”).
Couples Counseling incluye una opción en la que las parejas dialogan. Solo que en vez de hablar directamente –lo que podría terminar en pelea–, se envían mensajes a través de la aplicación. Así es posible construir una relación ejemplar sin tener que mirarse a la cara.
Lamentablemente, mi esposa no quiere descargarse la aplicación. Se niega tozudamente a mejorar. Teme enfrentar sus temores.
Ha llegado el momento de tomar medidas drásticas: es hora de Fix a Fight, una aplicación para resolver peleas de pareja, con dibujitos y caricaturas. Tienes que ponerle a tu pelea un nombre (se sugiere que sea un nombre gracioso) y luego seguir los mismos pasos que ante un coche averiado (“deje salir el aire de la llanta pinchada”, “encuentre el pinchazo”…). Estoy seguro de con Fix a Fight arreglaremos nuestras diferencias.
Las personas siempre hemos sido incapaces de enfrentar nuestros problemas sin ayuda, solo que en el siglo XXI ya no creemos en curas o psicólogos, sino en… teléfonos. Las profecías apocalípticas predijeron que algún día crearíamos robots más inteligentes que nosotros mismos. Pero era un falso temor: las máquinas no piensan más que los humanos. Somos nosotros los que pensamos menos que ellas. @twitroncagliolo
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