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EL PULSO
Columna
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Bombas en Gernika, un regalo para Hitler

El asedio de la Luftwaffe sobre la localidad vizcaína fue el prólogo de la II Guerra Mundial; y una ofrenda para el Führer

Kirmen Uribe

Hace 75 años empezó la II Guerra Mundial con la invasión nazi de Polonia. El asedio de Varsovia duró casi todo el mes de septiembre, bombardeada por aire y cercada por tierra. La ciudad capituló no porque no podían resistir militarmente (el frente se había estabilizado y podrían haber aguantado algo más), sino por la situación de la población civil, exhausta y horrorizada por los bombardeos a objetivos civiles. No podían entender cómo escuelas o mercados pudieran ser arrasados sin piedad por los alemanes. El miedo se extendió a la misma velocidad de los proyectiles.

Según estudios que han salido a la luz recientemente, la Luftwaffe ensayó esta estrategia de bombardeo indiscriminado en Gernika dos años antes, en abril de 1937. A una escala mucho menor, pero el procedimiento utilizado por la aviación fue el mismo. En palabras de Xabier Irujo, historiador de la Universidad de Nevada (EE UU), el ataque fue “una combinación de carpet bombing [bombardeo de saturación] y shuttle bombing [bombardeo continuo mediante un tren de ataque aéreo]. Con esta técnica se obtiene una mayor densidad de fuego sobre el objetivo, dado que el conjunto de la carga explosiva se lanza dentro de los márgenes de un estrecho corredor aéreo formado por tres o más aviones volando en formación de cuña”. Se lanzaron entre 31 y 41 toneladas de bombas sobre Gernika. La ciudad quedó totalmente arrasada, tan sólo el 1% de los edificios no fueron afectados.

Pero estos mismos estudios han sacado a la luz algo todavía más macabro. El bombardeo de Gernika fue, en realidad, un regalo de Göring a Hitler. Hermann Göring, comandante supremo de la Luftwaffe, había planeado muy bien cada detalle. El Führer cumplía años en abril. ¿Qué mejor regalo que una película que probase el poder imparable de la fuerza aérea alemana? Se la exhibiría en Berlín el mismo día de su 47º cumpleaños. Después de ver aquella filmación, Hitler no tendría ninguna duda de la imbatibilidad de su ejército y Göring quitaría de en medio a todos sus competidores para, por qué no, llegar a ser ministro de Defensa.

Así, el viejo aviador nazi encomendó la organización del ataque al coronel Wolfram von Richthofen, quien lo programó metódicamente. Debía de ser a mediados de mes, pocos días antes del cumpleaños del Fürher. La operación la llevaría a cabo la Legión Cóndor, dirigida por el general Hugo Sperrle. Sin embargo, las cosas no salieron como estaban previstas. Los suministros no llegaron a tiempo y el bombardeo se tuvo que retrasar unos días. El dictador cumplía años el 20 de abril y, finalmente, el bombardeo de Gernika fue el 26. Aun llegado con retraso, Hitler se entusiasmó con el regalo de su lugarteniente, aunque no lo suficiente como para nombrarlo ministro de Defensa. Hitler ya había asignado el puesto a otra persona: a sí mismo.

Hace poco estuve en Gernika y visité su árbol. No tenía buen aspecto. Había empezado a perder sus hojas prematuramente, como si se acordara de aquel septiembre de 1939 en que comenzó la guerra más sanguinaria y demencial de la historia.

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