Música para ahuyentar inmigrantes
Una canción intenta frenar la entrada irregular de latinos a Estados Unidos y detrás de ella está el propio Gobierno
Hay una canción que, desde el pasado mes de junio, los oyentes de 22 emisoras repartidas en Honduras, Guatemala y El Salvador no dejan de solicitar todos los días –y a todas horas– a los locutores que, atentos, no escatiman en darle a su público lo que les pide. Por eso en los receptores de las paupérrimas barriadas (casi todos comprados y enviados por los parientes que trabajan de sol a sol en El Norte) no dejan de escucharse los acordes de guitarra, acordeón y marimba con los que Eddie Ganz vocifera con ritmo y sabor la maldita realidad: “Amenazadora serpiente / de acero son sus escamas / también de acero es su vientre. / La Bestia del sur le llaman / al maldito tren de la muerte. / Con el diablo en la caldera grita, ruge y se retuerce.” La canción se llama La Bestia, es un migracorrido de tres minutos y medio y fue concebida con el firme propósito de que los centroamericanos hagan a un lado sus ganas –y necesidad– de irse a Estados Unidos desafiando el largo, difícil y peligroso viaje encima de unos añejos vagones. Porque detrás de lo que parecía ser un éxito más de la música popular está el Gobierno estadounidense.
Días antes de que la balada narrativa comenzara a escucharse en las emisoras de radio, la Agencia de Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) se vio en la necesidad de hacer una ardua “concienciación de Peligros”, pues el flujo migratorio no dejaba de aumentar. En los últimos nueve meses habían detenido a casi 60.000 menores no acompañados. Así que la CBP quiso echarles una mano a los 3.000 agentes que tiene desplegados en la porosa frontera mexicana con una estrategia mediática. Para ello recurrió, como otras veces, a Elevation, una agencia de publicidad especializada en el mercado hispano que, al instante, se encargó de realizar y difundir 6.500 anuncios de radio y televisión para advertir de los peligros de emigrar (secuestros, violaciones, amputaciones de brazos y piernas en las vías del tren). Pero para que la campaña tuviera mayor impacto, los publicistas trataron de emular el éxito de los narcocorridos (historias de las hazañas criminales de grandes capos de la droga, a ritmo de acordeón y guitarra). Roberto Hernández y Carlo Nicolau, mexicanos residentes en EE UU, compusieron la letra y la música de La Bestia y luego le pidieron que la interpretara a Eddie Ganz, cantante de origen cubano.
“Creo que no necesito mencionarlo: los inmigrantes sólo quieren trabajar y mejorar su vida. Es el caso de mis padres y de muchas otras personas. Pero hoy es muy peligroso llegar hasta aquí y la gente tiene que saberlo para que no arriesgue su vida. Así que me encanta participar en esto porque me parece una estrategia muy inteligente para que la gente tome conciencia”, dice Eddie Ganz por teléfono desde Nueva York. “Con esta preocupación de la Patrulla Fronteriza se demuestra que no todos los policías son desagradables y atacan a los inmigrantes. Muchos les ayudan a salvar la vida y una canción como esta también”, añade Carlo Nicolau. Pero “la migra”, como los hispanos llaman despectivamente a la patrulla, nunca ha tenido buena fama. “Es lamentable su doble discurso”, enfatiza Christian Ramírez, coordinador del comité humanitario Amigos Americanos. “Por un lado dicen ‘no vengan’ y por otro cometen un sinfín de abusos de autoridad. Pero, a pesar de todo, la gente continuará llegando a Estados Unidos”.
La dura letra de La Bestia, envuelta en un compás pegajoso, seguirá escuchándose por lo menos hasta el último día de septiembre en las emisoras centroamericanas como un eslabón más de la banda sonora de la inmigración, cortesía de la Agencia de Protección Fronteriza. Pero su eficacia está por verse porque, seguramente en este momento, orillado por la necesidad y ajeno al mensaje de cualquier música que pretenda ahuyentarlo, hay alguien despidiéndose de su familia para emprender el camino hacia El Norte, arriesgándose a viajar en el tren de la muerte.
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