Cinco cosas que hace David Lynch cuando no está rodando películas
El cineasta acaba de estrenarse en el diseño de ropa, su enésima reencarnación multidisciplinar tras grabar discos y vender café
Hasta hace bien poco el adjetivo lynchano se solía referir a una película hipnótica que no quisiera saber nada de la causa-consecuencia racional (o a cualquier otra cosa; es un adjetivo casi tan usado y tan mal, como kafkiano). Pero en realidad lo lynchiano es una franquicia que incluye de bares a litografías y, ahora, también ropa.
El creador de Twin Peaks se ha lanzado a crear su primera línea de ropa, una de vestuario deportivo femenino. Lo ha hecho aliado con Live The Process, una especie de asociación que ofrece guía espiritual (y sartorialista) para lograr “una salud holística a través de una óptica modernista”. ¿En qué ha convertido esto la mente de Lynch? Leggins geométricos, sujetadores deportivos de algodón y estampados florales (entre la audacia y el artículo de teletienda) en unas prendas cuyos beneficios irán destinados a asociaciones de mujeres víctimas de abuso.
No es la primera vez que Lynch sorprende a propios y extraños con tantas iniciativas multidisciplinares que le acercan al terreno de James Franco. Sin contar la publicidad, donde ha filmado espots sobre ropa, pasta y hasta (ojo) tests de embarazo, estas son las cosas que hace David Lynch cuando no está haciendo películas.
1. Café
El legendario agente Cooper siempre estaba fascinado por la calidad del café de Twin Peaks, preferiblemente servido por una bella camarera en Double R Diner. Y su creador, a la sazón Lynch, ha reconocido que se puede tomar hasta 20 tazas en un día. Sean algunas de sus ideas fruto del exceso de cafeína o no lo sean, una de las más raras fue que se decidiera a lanzar su propia marca: Signature Cup Coffee (modalidades: el blend de la casa, cultivado en Sierra Maestra; el Espresso Roast, de Indonesia y América Central, y el descafeinado, con granos de islas del Pacífico, americanos y árabes). Quizás por probar demasiadas veces su propia creación cafeínica, acabó filmando espots para su propia marca como éste:
2. Antros
En el 142 de Montmartre, en París, David Lynch diseñó un club. Un garito que proyecta su imaginario del mismo modo que una habitación desordenada lo hace con la forma de ver el mundo de un adolescente desquiciado. En su caso, libros favoritos, bebidas predilectas, exposiciones y ciclos de cine y un ambiente (a falta de otro adjetivo) lynchiano. Bienvenidos al Club del Silencio.
3. Libros
Una vez David Forster Wallace fue a visitar uno de los rodajes de David Lynch para escribir un reportaje sobre él. De ahí sacó varios detalles que lo describían: su amor hacia bandas tipo Rammstein (las ponía a todo trapo en el set), su a menudo pueril vocabulario (chupi, caracoles, chachi...). La combinación de esas contradicciones fue la que, por lo visto, se animó a publicar su propio libro titulado en su edición española Atrapa el pez dorado (Mondadori). Ideas sobre la meditación al servicio de la creatividad: “Las ideas son como los peces. Si quieres pescar pequeños pececillos, puedes quedarte en la superficie del agua. Pero si quieres atrapar los grandes peces, debes sumergirte en zonas más profundas”, razonaba. Si se cambia el verbo de sitio podría ser una cita de Yoda.
4. Discos
¿Quién suena más peligroso: Michael Jackson o Nine Inch Nails? Porque Lynch ha filmado vídeos y colaborado con ambos. Y con Rammstein. Y con Moby. Hasta que, era inevitable, se decidió a sacar su propios discos.
La cosa está entre la raíz blues y lo industrial, siempre buscando la niebla onírica de sus películas: de Crazy Clock Time (2011) a The Big Dream, que editó en julio del año pasado.
5. Cuadros
Lynch es, también, un pintor y fotógrafo cotizado. La primera que expuso en Europa lo hizo en Valencia en 1992 y desde entonces ha protagonizado diversas muestras sobre su opus en otras ciudades como Zaragoza (y París, claro). De hecho, su arte sirve para impulsar otros proyectos. A través de su hiperactiva página web financia desde hace años un megalómano proyecto audiovisual sobre su universo. Para ello, regalaba una litografía con su cara a los fans que donaran cincuenta dólares. Es sólo una de sus muchas ideas colaborativas para sacar adelante sus ideas de cabeza borradora.
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