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EL PULSO
Columna
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El lío de los ‘Mirós’ portugueses

La decisión del Gobierno del país luso de vender las 85 obras del artista para hacer caja levantó una enorme polémica

Antonio Jiménez Barca
Suzanne Plunkett (reuters)

El pasado 4 de febrero, la casa de subastas Christie’s informaba de que había decidido, en vista de ciertos embrollos, suspender la venta de una colección de 85 cuadros de Miró propiedad del Estado portugués. Las pinturas, que abarcan toda la trayectoria del artista catalán, pertenecen a todos los portugueses desde 2008, fecha en que el Gobierno luso nacionalizó el Banco Português de Negócios, entonces a un paso de la quiebra. A su vez, los responsables del banco las habían comprado dos años antes como garantía de un fondo de inversión y las habían guardado celosamente en las dependencias del banco, sin exponerlas nunca, a la espera de que los 34 millones de euros pagados por ellas se multiplicaran con el tiempo.

La decisión del Gobierno de vender las obras para hacer caja –y enjugar así un pedacito de la enorme y creciente deuda de más de 4.000 millones de euros (que pueden llegar a 7.000) del banco– levantó una enorme polémica. El Gobierno conservador del primer ministro Pedro Passos Coelho estaba decidido a subastarlas; los expertos, la directora general de Patrimonio y la oposición clamaban por su permanencia en el país. En medio del griterío y dos horas antes de que la puja comenzara, la misma casa de subastas, en vista de la tormenta legal desatada y de que todo apuntaba a que los cuadros salieron de Lisboa sin todos los permisos pertinentes, cortó por lo sano y anuló la operación.

Así, Christie’s, sin pretenderlo, da una nueva oportunidad al país. ¿Qué hacer con los cuadros? El primer ministro insiste en que deben subastarse y que se hará en cuanto se subsanen los problemas legales. El diario Público aportaba una solución: ampliar con ellos el existente Museo de Chiado. Pedro Lapa, experto en arte contemporáneo y director del museo de arte moderno Berardo, lo razona así: “Estos cuadros son de los portugueses. Forman parte de nuestro patrimonio. Si se venden porque no hay dinero, ¿por qué no vendemos un palacio? ¿O el Museo de Arte Antiga? También son de nuestro patrimonio”. Y critica, sobre todo, la actitud puramente mercantilista, más de comisión liquidadora que de responsables de un país, del Gobierno portugués. “Se comportan con el arte como lo haría un banquero”. Como dándole la razón, el secretario de Estado de Cultura, Jorge Barreto Xavier, la misma tarde en que Christie’s anuló la subasta, comenzó una improvisada rueda de prensa hablando de “activos que hay que vender” para referirse a las pinturas.

Pero no todo es tan simple. Hay quien recuerda (sobre todo economistas) que dejar de ingresar 35 millones de euros –la cifra con que los cuadros salían a subasta– es lo mismo, a fin de cuentas, que gastar ese dinero. El columnista João Miguel Tavares aporta otro dato demoledor para apoyar la venta: el presupuesto con que cuenta, en este año de escasez, la Dirección General de Patrimonio para gestionar todos los monumentos y museos portugueses no sobrepasa los 31 millones de euros.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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