Nuevo rol para un actor inquieto
Quim Gutiérrez vive un buen momento: cuatro películas en 2013 y una campaña para Givenchy También ha desvelado su pasión por la fotografía a través de un blog El actor concibe y realiza una sesión de moda como fotógrafo para El País Semanal
Quim Gutiérrez debe de ser uno de los actores españoles a los que mejor les han ido las cosas este año. Ha sorteado el bache del cine de su país estrenando cuatro películas, ha participado en una ambiciosa producción francesa (Les yeux jaunes des crocodiles) y en breve empezará a rodar la adaptación del cómic Anacleto. Además, ha pasado a formar parte de la troupe del diseñador del momento, Riccardo Tisci, al protagonizar la publicidad de Givenchy para este otoño/invierno junto a la actriz estadounidense Amanda Seyfried.
Pero tal vez lo más singular es que el 27 de marzo de este año, día en que cumplía 32 años, Gutiérrez inauguró una página (thejoaquimplacement.com) en la que por primera vez mostraba sus fotografías de moda, que realiza desde hace cuatro años. Una bitácora para expresar su pasión por el diseño y el estilo en la que retrata a modelos, a sí mismo o las piezas que le llaman la atención. “Pensaba que habría gente a la que le interesarían las mismas cosas que a mí. Por ejemplo, yo disfruto mirando bodegones y me encantan los de la revista Self Service. Entiendo que es algo un poco aburrido, pero disfruto con las cualidades casi escultóricas de los objetos. Ese es el germen de la página. Mostrar cosas que me gustan”.
Ávido coleccionista de revistas especializadas desde hace una década, se adentró en la fotografía de forma autodidacta y hoy se lo plantea como una actividad casi artesanal en la que controla cada detalle, desde el concepto hasta el retoque. “Soy consciente de que con todo esto me estoy exponiendo todavía más de lo que ya lo hago con mi trabajo. Pero mi experiencia como actor me ha dado la confianza para poder experimentar con otras cosas”, razona. “La seguridad que tengo con la interpretación está muy bien, pero a veces echas de menos los nervios del principio. Haciendo fotos he recuperado esa sensación. No era el objetivo inicial, pero una de las mejores cosas que he descubierto ha sido la emoción de salir de esa zona de confort que consigues después de dedicar mucho tiempo al mismo oficio”.
El bagaje del catalán en su profesión es amplio. Hace casi 20 años que se estrenó en la serie Poble Nou, un fenómeno que le convirtió en una celebridad en Cataluña. En 2007 obtuvo el premio Goya al mejor actor revelación por Azuloscurocasinegro, su primera colaboración con su amigo y alter ego creativo, el director Daniel Sánchez Arévalo. Juntos harían otras dos películas: Primos y, este año, La gran familia española. Quim asegura que incorpora a la fotografía muchas cosas de la interpretación y de lo que ha aprendido junto a directores como Sánchez Arévalo. “Cuando miras por el objetivo y ves algo bello, la sensación es espectacular”, explica. Entonces deja caer que agradece enfocar su inquietud creativa en una disciplina en la que depende más de sí mismo. Un comentario que lleva a preguntarle si no estará meditando dirigir sus pasos hacia la realización cinematográfica. De momento, lo niega. “La dirección, como el teatro, son procesos muy largos. Yo necesito estímulos nuevos, y la dinámica de las películas me va muy bien. Ensayas a muerte durante dos meses, en los que cada día es diferente, y luego, a otra cosa. En las fotos también pasa. Preparas, disparas y terminas. Esa inmediatez me atrae mucho más que el proceso de preparar una película”.
Empezó a acariciar la idea de superar su “incompetencia” con los ordenadores y crear una plataforma digital en septiembre del año pasado. Pero su afán de perfeccionismo demoró la salida hasta el siguiente marzo. Fue una coincidencia que fuera el día de su cumpleaños cuando decidió pulsar definitivamente el botón de publicar. “La reacción ha sido muy positiva, aunque asusta enseñar imágenes que hasta ese momento no había visto nadie. Pero hay gente en el mundo de la interpretación a la que le choca que te desvíes de algo que consideran serio para hacer algo que tachan de frívolo, como la fotografía de moda. He recibido comentarios de colegas que lo critican. Sobre todo, por los autorretratos. Pero es interesante exponerte a esa clase de críticas. En un trabajo público tienes que asumir que hay gente a la que no le gustará”.
“Hay gente en el mundo de la interpretación a la que le choca que te desvíes de algo que consideran serio hacia algo que tachan de frívolo, como la fotografía de moda”
¿Y qué opinan los fotógrafos con los que inevitablemente se encuentra todo el tiempo como actor? “A la cara me dicen que les parece muy bien, claro. Pero es innegable que hay un elemento de intrusismo. Algunos fotógrafos llevan mucho tiempo intentando publicar en Vogue y no les hace ninguna gracia que en mi caso suceda tan rápido. Pero sería estúpido por mi parte no aprovechar las oportunidades. También creo que habrá un momento en que dejará de ser noticia que haga fotos, y entonces las imágenes tendrán que valerse por sí solas. Lo importante es lo que pase a largo plazo. Aunque, obviamente, mi actividad fotográfica está condicionada por mi trabajo. Para dedicarte a esto en serio necesitas tiempo, y por ahora se trata de ir haciendo cuanto pueda”.
Fueron las mujeres las que le acercaron a la moda. La fascinación por la modelo Jacquetta Wheeler le llevó a buscarla en las publicidades y revistas al final de los años noventa. También influyó una novia más real, cuyos padres trabajan en el mundo del diseño. En todo caso, Gutiérrez ha mostrado una sensibilidad por el vestir que hasta hace poco no era frecuente entre los actores españoles. “Siempre me ha interesado la moda. En España eso choca más que en otros países. Aunque cada vez menos. Acabo de ir a una entrega de premios y la mayoría de los actores llevaban esmoquin. Hace siete años, algo así era impensable. Se ha producido un cambio estético, pero las mentalidades tardan más en cambiar. De todas formas, a veces leo mis entrevistas y me doy cuenta de que me estoy justificando. No quiero hacerlo. Es como si tuvieras que explicar por qué te gusta la moda, y me parece completamente innecesario”.
Como buen entusiasta en la cuestión, recuerda su nerviosismo al hablar por primera vez con la legendaria estilista Carine Roitfeld durante la sesión de Mert Alas y Marcus Piggott para Givenchy y cómo se ruborizó cuando ella terminó la conversación dándole su visto bueno. “Me gusta”, le dijo Roitfeld a Riccardo Tisci. Con el diseñador italiano, al que conoció el día de las fotos, tuvo una conexión inmediata y terminaron quemando la noche de París juntos. “Al principio, me pusieron un estilismo imposible con unos pantalones supercortos y nos reímos de mis piernas peludas”, recuerda. Más allá de la colección de anécdotas, la campaña de Givenchy y el próximo estreno en Francia le sitúan en un mapa un poco más grande. “La primera consecuencia de ese trabajo ha sido entrar en contacto con una casa como Givenchy. Riccardo Tisci tiene una visión muy familiar de la maison. Es difícil entender por qué te eligen a ti entre todas las personas posibles. Pero tengo la sensación de que todo el interés que para mí suscita este mundo y el tiempo que he invertido en él, al final pueden haber influido en que haya terminado participando en esa campaña”.
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