El mago del primer plano
Eduard Fernández estrena la película 'Todas las mujeres' del director Mariano Barroso El dominio de los pequeños gestos ha convertido a este actor en uno de los 'grandes' del cine y el teatro español
Desde la acera de enfrente a la terraza de la Gran Vía madrileña en la que Eduard Fernández está sentado, reconozco ese rostro habitual del cine y el teatro español y veo desfilar alternativamente a un hombre corriente, a un canalla gracioso, a un tierno maduro con heridas de niño, a un genio loco... Con su inseparable cigarrillo en la mano ha fijado el objetivo en una mujer que cruza taconeando apresurada un paso de cebra y la sigue con la mirada, curioso y con una sutil sonrisa de pícaro estampada en la cara.
Eduard está cómodo, el sol otoñal de Madrid, le da cancha para hacer dos de las cosas que, a lo largo de la conversación, terminan por revelarse inseparables de su persona: observar y fumar. La otra pasión que un amigo le dice que “lleva como un monje” es su trabajo. Reflexiona y reconoce “sí, me lo tomo casi como un ritual. Me gusta mucho mi profesión, me siento cómodo si puedo trabajar de verdad, dar mi opinión poder hablar de las escenas, trabajar en ellas desde las cosas concretas… Eso con algunos directores resulta un auténtico placer; otros, en cambio, se pueden sentir invadidos, ofendidos y tienes que hacer el ‘respetito’ –dice con sorna– y eso lleva a trabajar menos y trabajar peor”.
Hoy estrena Todas las mujeres una película de bajo presupuesto del director Mariano Barroso que nació como miniserie de televisión y que ha terminado siendo una grata sorpresa, inesperada para los propios protagonistas, por la buena acogida de crítica que tuvo en su presentación en el Festival de Málaga.
Con Barroso no hay ‘respetito’ que valga, “trabajar con él es un auténtico placer”, afirma el actor enfatizando la palabra auténtico. Después añade que el inmaduro-manipulador-truhan-desgraciado que interpreta en este filme le hizo disfrutar y reír mucho. “Es un personaje tremendo y salvaje y todas las actrices que me acompañan son muy buenas, era estupendo ir esperando a cada una con su color: Michelle Jenner, Nathalie Poza, Petra Martínez, María Morales, Marta Larralde y Lucía Quintana”.
– ¿A la busca de otro premio Goya?
– Sí, queremos Goya. Me encantaría. Los premios son una caricia, un reconocimiento y, en mi caso, me ha ido bien con ellos.
El cine tiene esa cosa pequeñita que es el gesto, ese primer plano que dices ¿qué ha pasado?"
Su palmarés resulta demasiado largo de enumerar pero siete candidaturas y dos Goya por Fausto 5.0 y En la ciudad, tres Biznagas de plata en el Festival de Málaga (Smoking Room, Hormigas en la boca y Tres dies amb la familia) o un Max por su interpretación de Hamlet, dan idea de que no exagera.
Si se pregunta a gente de la profesión sobre Eduard Fernández gana el calificativo de actor rotundo o ‘actorazo’ pero en la calle no hay revuelo alrededor suyo como ocurre con algunos otros compañeros.
– Puede que sea porque no he hecho una película muy reconocida o porque no soy el guaperas de turno o igual es que cuadra conmigo porque nunca he procurado eso. Hay muchos grandes actores a los que les ha sucedido de más mayores… puede ser ese caso. A veces me toca el ego un pelín, pero en general estoy cómodo con este rol, puedo ir en metro, en la profesión estoy valorado…, pero es verdad que la gente que me reconoce es muy de cine y también tengo que decir que lo hacen más en Madrid que en Barcelona.
– Entre sus trabajos hay buenos protagonistas pero también grandes papeles secundarios. ¿Es complicado lidiar personalmente con ambas situaciones?
– Me quedo con los dos. Con el ‘prota’ tienes que hablar mucho con el director porque tú eres la película; con el secundario tienes que apoyar al protagonista, estar ahí detrás y preguntar al realizador ¿qué te falta?, ¿en qué te puedo ayudar? Es que yo –afirma serio, como si hubiese hecho un gran descubrimiento– soy servicial por naturaleza.
– Y ¿con que otras palabras se definiría?
– Inquieto, para lo bueno y para lo malo; muy apasionado con mi trabajo; muy alegre…
– Y un mago del gesto
– El teatro es el lugar natural del actor, pero el cine tiene esa cosa pequeñita que es el gesto, ese primer plano que haces así –gesticula mínimamente– y dices ¡uahhhh! ¿qué le ha pasado? Eso lo ves también en la vida. Los ojos, el iris… El otro día pensaba ¿qué tienen los ojos que se ve todo en ellos? Hay parte de oficio, pero también hay algo que surge de dentro. Eso sale, casi no lo puedes ni dirigir.
De cerca Eduard Fernández es como en los planos cortos de sus películas, de gestos mínimos que lo dicen todo. Aunque empezó a estudiar mimo en el Instituto de Teatro de Barcelona, lo dejó pronto porque lo suyo “nunca ha sido el estudio”.
– Me gusta el mimo. Me gustaba y me gusta mucho el cuerpo, la estética. Si estás viviendo una situación, con muy poquita cosa ya está. Mira habría que hacer una cárcel de actores. Cuando ves a un actor haciendo ver como que llora… ¡al talego, ya!
– ¿Hasta qué punto puede ahora mismo un actor controlar su trayectoria?
– ¿Hasta qué punto una persona puede controlar su vida? La profesión y la vida es lo mismo. Algunas personas y actores pueden elegir, otros no. Yo lo que pasa es que nunca pienso voy a hacer eso o sacrificar lo otro para conseguir algo; no lo hago. Tengo el teatro y en este momento de mi vida me empieza a tirar mucho. Tengo ganas de hacer teatro. Retomare la obra que ya representé con Lluís Homar, Adreça desconeguda (Paradero desconocido) y quiero hacer un monólogo, el año que viene. Y me gustaría mucho, mucho, hacer una buena serie de televisión.
– ¿Es fácil ser actor ahora en España?
– Depende para quién. Ahora está cabrón todo. Notas el volumen de los guiones que llegan. Es verdad que esta profesión la hacemos porque nos gusta mucho y si no hay dinero la gente sigue trabajando, pero no puedes trabajar sin cobrar porque puede ocurrir que dentro de poco te mueras de hambre.
La actriz además
de buena tiene que
ser guapa y atractiva.
El actor puede ser
feo y atractivo"
– Tiene una hija, Greta, que es actriz ¿le gusta que siga esta profesión?
– En parte sí. El otro día vi un corto suyo y está muyyyyy fina, lo hace muy pequeñito y muy en su sitio. Hombre, lo que pasa es que siendo actriz es más duro porque entran otros ingredientes. La actriz además de buena tiene que ser guapa y atractiva. El actor puede ser feo y atractivo. Es una putada. Mi hija no es fea para nada, pero tiene que lidiar con eso. La ventaja es que tiene la mecánica de la profesión. Yo cuando hice Los lobos de Washington llegaba con la emoción por las nubes y estaba así todo el día. Terminaba agotado. Ella no. Sabe que cuando toque lo hará. Le he dicho que tiene mi permiso para superarme ampliamente.
– He leído que una de sus palabras favoritas es esperanza.
– Creo que hoy me gusta más sopapo. La hostia hoy está denostada y no sé por qué; hay gente que se la merece. Somos todos tan cool.., y no, hay tíos que se merecen una galleta.
– ¿Qué cosas le ponen en el disparadero para tener ganas de dar una ‘galleta’?
– La injusticia me saca de mis casillas, que yo crea que se aprovechan de mí o que me están agrediendo con buenas palabras y una sonrisa. Ahí... ¡galleta! Pero me suelo controlar
Pere Casaldáliga me ha llegado a lo más profundo. Él me dijo: 'Hay que ser radical"
Y como en estas conversaciones una cosa lleva a la otra Eduard no deja pasar la ocasión para hablar de Pere Casaldáliga, el religioso español que ha dedicado gran parte de su vida a luchar por los más desfavorecidos en Brasil y cuyo personaje interpretó en Descalzo sobre la tierra roja.
– Es una de las cosas que más me han marcado personalmente. Estuve con él en Brasil el año pasado y encontré un compromiso. Con él lloré mucho. Es alguien que engancha, una persona muy inteligente e informada, muy comprometido, muy cercano… Me ha llegado a lo más profundo. Él me dijo, “hay que ser radical”. Radical en mirar por los demás, en tener claro que el enemigo es el capitalismo.
– Y ¿cómo ha afectado ese encuentro a su vida?
– Me ha servido para quitarme complejos, para reafirmar cosas que tenía y no sabía, respecto a la profesión y en lo personal.
– Los actores tienen fama de poner voz a la opinión de mucha gente, ¿qué opina al respecto?
– Es delicado. En general la gente de derechas o del Partido Popular, que es gran parte del país, ven a los artistas como sus enemigos. Creo que por ambas partes debería hacerse un esfuerzo. Por parte del PP y también por parte nuestra, por eso aprovechar siempre las galas para reivindicar en contra del poder, en este caso el PP… crea un enfrentamiento directo, y no sé si es la mejor forma de hacerlo.
– ¿Cómo se lleva con la política?
– Ahora tengo un descrédito absoluto de casi todos. Pero cuidado ante esos peligrosos discursos que cuestionan la democracia. ¡Eh, eh, cuidado con eso! Los políticos no deberían querer ganar unas elecciones; deberían presentar su programa noblemente, explicar el tipo de sociedad que les gustaría y decirnos “si ustedes quieren nos votan y lo hacemos”. Y en este momento, todos los que sean sospechosos, fuera de la política.
– Usted además es catalán. Ahora es un momento difícil.
– El tema es complicado, pero es que se colabora mucho desde aquí a eso (dice refiriendose a Madrid como capital del Gobierno). Hay cosas que se están haciendo muy mal. Yo no soy ni nacionalista ni independentista, de entrada porque mi abuelo era de Burgos y mi abuela de La Rioja y tengo un lazo afectivo, y luego por un sentido social. Pero es verdad que desde el resto de España hay cosas que no son claras con Cataluña y es un momento en que hay que poner las cosas negro sobre blanco. Hay que repartir con justicia y no quitar tanto como para que el motor deje de serlo. No se lo quites todo porque no va a poder tirar de él ni de ti. Yo creo que igual por ahí va el tema.Es la primera vez que hablo de ésto con un periodista. Es cierto que los que no somos independentistas no hablamos, que solo hablan los que lo son. Creo que debe llegar el momento en que eso se pueda normalizar y expresarlo.
La hostia hoy está denostada y no sé
por qué; hay gente
que se la merece"
Vuelve a girar la mirada tras una mujer y no puede reprimir un "¡madre, cómo está el día!" Nos despedimos mientras enciende otro cigarro y se queda sentado, observando. Tiene en cartera hasta cinco películas que se irán estrenando en los próximos meses y esos proyectos teatrales que tanto le tientan ahora. Pero me alejo con la idea de que no debo olvidar mencionar que aceptó el papel en Alatriste, de Agustín Díaz Yanes, porque quería morirse y que se ‘murió’ a su manera, como él quería. Al estilo que reconocen los amigos y los directores que le reclaman: fino, profesional, un falso canalla que puede mostrar su lado frágil si se está un poco atento a sus primeros planos. “Soy muy de agradar y eso es muy peligroso en la vida”.
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