Modelo cuestionado
El kirchnerismo celebra su décimo aniversario con la economía argentina en la cuerda floja
Cristina Fernández celebrará hoy por todo lo alto en Buenos Aires el décimo aniversario de la llegada del kirchnerismo al poder. El espectáculo de luz y sonido no va a opacar, sin embargo, el eco de las multitudinarias protestas ni las acusaciones de lavado de dinero en el entorno más cercano a Néstor Kirchner.
Cuando el fallecido presidente juró su cargo, Argentina apenas salía de la brutal crisis de 2001. Beneficiado por los precios récord de las materias primas y con una política económica heterodoxa pero eficaz, Kirchner inauguró una era con un crecimiento medio anual del 7%. La suspensión de pagos cerró al país las puertas al crédito internacional, pero la combinación de cuentas públicas ordenadas, superávits fiscal y comercial y tipo de cambio alto alentó una rápida recuperación. La anulación de la ley del perdón, que dio paso al enjuiciamiento de los represores de la dictadura, la ley de uniones homosexuales y la mejora de los derechos de la mujer modernizaron la legislación social.
Pero hoy, tras haber rozado la gloria, el modelo K atraviesa horas bajas, a pesar de haber consolidado una estructura de poder que amenaza con extenderse a todos los estamentos. El aparato kirchnerista ha incrementado el control sobre los medios de comunicación y va en camino de hacer lo propio con el poder judicial. Y la desastrosa gestión económica del equipo de Cristina Fernández, en la presidencia desde 2007, ha agudizado el descontento de una sociedad cada vez más polarizada.
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La inflación supera el 20%. La restricción a la compra de divisas o el control de precios no cuidan “los bolsillos del pueblo”, como tampoco lo hace el maquillaje de los indicadores, que le ha valido a Argentina la amonestación del FMI. Ni las expropiaciones ni la inseguridad jurídica, que han aumentado la desconfianza de los inversores; ni el uso discrecional de los recursos del Estado.
El desbocado gasto social para combatir la pobreza se confunde con el clientelismo. La presidenta acaba de anunciar subidas de sueldo a los grandes sindicatos y otras subvenciones justo antes de las elecciones legislativas, decisivas para sacar adelante un cambio constitucional y abrir la puerta a su tercera elección. Seguir los pasos de Venezuela tal vez mantenga al kirchnerismo otra década en el poder, pero no parece la mejor alternativa para los argentinos.
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