La sartén, el mango y el fuego
Al presidente del Gobierno y al resto de los componentes de su redil solo les falta, además de aparecer en plasma, taparse al hacerlo la boca con la mano, como los entrenadores de fútbol cuando están en el banquillo y hablan con su segundo. Los Mourinhos recelan de que las cadenas de televisión usen a sus lectores de labios, y lo que Rajoy y compañía deberían temer es que nosotros les entendamos. Que veamos claramente que toda su palabrería, ese despilfarro embarullado de términos farragosos y de tecnicismos soporíferos, se limita a cinco palabras: “Os vamos a seguir jodiendo”.
Pero nosotros ya no ignoramos, no podemos hacerlo, que mientras abren la boca, sea en carne o en plasma, lo que de verdad tienen deliberadamente taponados son los oídos; que aunque abran los ojos no ven nada. Ni ver ni escuchar, y mentir, he aquí la versión actual de los tres monitos.
Ya no ignoramos que mientras abren la boca, sea en carne o en plasma, tienen taponados los oídos"
Tengo en mis manos el último informe de la Fundación Foessa (Fomento de Estudios Sociales y Sociología Aplicada), sobre la situación de fractura social en España a causa de las desigualdades, hecho público en marzo pasado. Es una fundación presidida por Rafael del Río Sendino, que preside también Cáritas Española, institución impulsora. No se trata, por consiguiente, de opiniones vertidas por izquierdistas radicales ni perroflautas, ni por ogros feroces que asustan a los nenes de González Pons. Son gente de orden, pero con sentimientos, y que están realizando una gran labor. Del consejo científico forman parte investigadores de diferentes universidades españolas.
Si Sebastián Mora, secretario general de Cáritas Española, ya alertaba el año pasado de “una pobreza más extensa, intensa y crónica”, ahora puede decirse que “ese proceso de empobrecimiento se ha profundizado en extensión e intensidad”. Lo más preocupante, sin embargo, alerta Mora, es “el incremento severo de la desigualdad social, que nos muestra una sociedad fracturada”.
“La fractura social”, dijo el secretario general de Cáritas durante la presentación del informe, “se ha instalado entre nosotros [las itálicas son mías] y con el tiempo cada vez será más difícil que las personas empobrecidas puedan salir de la exclusión”. Por supuesto, “este incremento de la desigualdad ha venido acompañado de una disminución de los recursos de protección social pública, en su vertiente redistributiva y asistencial”.
Es algo que la mayor parte de los ciudadanos sabemos, pero que los trileros de la comunicación gubernamental arrumban al baúl de sus trofeos. Dicen que España ya va mejor; cuando, en realidad, piensan, es a ellos y a sus amigos a quienes les va mejor. Datos del mismo informe: la cantidad de ingresos medios de las personas más ricas de España es siete veces superior al nivel medio de ingresos de quienes tienen menos rentas. Y desde el comienzo de la crisis, esta diferencia se ha incrementado en un 30%.
El informe proporciona muchos más datos que pueden ustedes encontrar en Internet. A mí me gustan especialmente las palabras finales de Sebastián Mora en el acto de presentación: “Si es verdad que siempre la pobreza y la exclusión hieren el corazón, la desigualdad es un escándalo ético y político”. Porque, como le dijo en cierta ocasión una campesina salvadoreña: “La pobreza nos asusta, pero la desigualdad nos indigna”.
Por eso, porque los mandarines del plasma se niegan a escuchar el clamor popular ante el escándalo, habrá que reinventar formas de hacerse oír que, sin violencia, opongan murallas de resistencia, pasiva pero firme, a la desvergüenza con que nuestros verdugos transitan por sus alfombrados pasillos, del sillón al plasmón y del plasmón al sillón.
Tendréis la sartén por el mango, y el mango también. Sin embargo, nosotros somos el fuego.
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