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Columna
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Tripas del déficit

Las cuentas macro del Gobierno tienen más efectos especiales que una película de Tarantino

Joaquín Estefanía

El porcentaje de déficit público de 2012 (6,7% del producto interior bruto), hecho público hace unos días por el Gobierno, tiene más efectos especiales que una película de Tarantino. ¿Significa ello que la ingeniería contable utilizada es ilegal? No en sentido estricto, a no ser que así lo detecten los hombres de negro que vienen a auditarla desde Bruselas, lo que significa que no se fían mucho de su exactitud. Muchas empresas y administraciones cierran sus cuentas anuales con parecidos trucos contables; la diferencia es que esas empresas y administraciones no se han dedicado durante mucho tiempo y con especial ferocidad a atacar a los gestores anteriores y a acusarlos de mentir con alevosía. El del PP es el caso del aguacil aguacilado.

No es la primera vez que el PP utiliza la contabilidad creativa para hacer sus cuentas. A mediados de los noventa, el equipo de Rodrigo Rato (al que pertenecía el actual ministro de Hacienda) las cerró a capón —como otros muchos países europeos— para conseguir que España entrase en el primer momento en la moneda única, adelantando ingresos, retrasando pagos y utilizando el dinero de las privatizaciones del sector público empresarial para engordar el macroequilibrio.

Para disfrazar la verdadera magnitud del déficit público total de 2012 (que rondará, décimas arriba o abajo, el 10% del PIB), el presidente de Gobierno y Cristóbal Montoro han dado dos pasos: primero, aportaron un porcentaje parcial de déficit (el 6,7%) sin considerar el dinero perdido por el contribuyente español en ayudas a la banca que ya no se recuperará. Como si ello no fuese déficit o no hubiera que pagarlo. Ello eleva el porcentaje citado un 10,2% del PIB, según la Comisión Europea. En segundo lugar, se retrasaron devoluciones al contribuyente en impuestos pagados de más (renta de las personas físicas, sociedades, valor añadido...) y se contabilizó como ingresos de 2012 el pago fraccionado del impuesto de sociedades que correspondía al actual ejercicio. Esta manipulación contable ha emergido en toda su extensión en las cifras del mes de enero proporcionadas por la Agencia Tributaria.

Poco después han aparecido los datos de la deuda pública del año 2012, otro de los instrumentos para conocer la sanidad de las cuentas macroeconómicas: aquella supera el saldo de los 884.000 millones de euros que se deben (un 84,1% por PIB), con dos peculiaridades: es el crecimiento de la deuda a mayor ritmo en toda la historia de las cuentas pública (casi 15 puntos porcentuales en un solo ejercicio) y el mayor porcentaje de deuda desde que existen series históricas, desde el año 2010.

Las autoridades políticas del Gobierno se han olvidado por un momento de las acusaciones a los socialistas sobre la herencia recibida y han pensado que lo mejor era poner cara de póquer y hacer lo que la Alicia de Lewis Carroll, que entendía que lo importante no son las palabras, sino quien las dice.

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