Cuentas desbocadas
España no puede reducir en un año a la mitad el déficit previsto anteriormente para 2012
El cierre del presupuesto de 2012 desveló ayer un déficit del 8,5% sobre el PIB: un notorio desvío de 2,5 puntos sobre el objetivo acordado con la UE (6%) y superior también a la primera estimación del Gobierno, poco más del 8%. La noticia es pésima, aunque estuviese prevista (si bien no hasta tal dimensión), porque exige endurecer el ajuste presupuestario; porque augura una fuerte polémica sobre las responsabilidades políticas del desfase; y porque preanuncia un durísimo pulso con Bruselas.
En efecto, el empeoramiento del déficit solo puede contrarrestarse con mayores recortes en el gasto o con mayores ingresos (provenientes de aumento de impuestos, como el siempre negado del IVA). O con una combinación de ambas estrategias, juntando lo malo con lo peor para la recuperación.
Conviene, pues, que el Gobierno no dilapide más esfuerzos en diatribas sobre la responsabilidad de estos elementos adversos de la herencia recibida. Por prudencia, pues, para incrementar los sacrificios exigidos a la ciudadanía, conviene el máximo consenso. Y porque las tripas del déficit revelado indican que el anterior Gobierno solo es responsable directo del desvío de tres décimas, por casi cinco la Seguridad Social, casi cuatro los municipios… y 1,6 puntos las comunidades autónomas, instituciones estas en cuya gobernación ha intervenido decisivamente el PP. La responsabilidad es, pues, compartida. Y este desvío autonómico de 1,6 puntos (más de la mitad del total) arroja, además, un fuerte indicio de que el partido gobernante debía de conocer lo esencial del desfase, y no debió alegar ni ignorancia ni sorpresa.
El nuevo dato aconseja insistir en la renegociación con Bruselas para modular de forma menos dramática la senda de la estabilización de las finanzas públicas. Simplemente, no es viable reducir el déficit en 2012 a la mitad, pues el 4,4% anterior estaba previsto en otras circunstancias. Se asfixiaría aún más la economía. Por ello es absolutamente necesario suavizar el calendario, doctrina del Gobierno que el ministro de Hacienda dio ayer por cancelada.
Pero si quiere generar confianza, el Gobierno, que dispone ya de las previsiones para 2012 (Banco de España, FMI y Comisión Europea) y ahora también conoce el alcance exacto del déficit, debería presentar ya los presupuestos para 2012 y no aplazar sus medidas más impopulares hasta después de las elecciones andaluzas.
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