Mariano Jabonero, secretario general de la OEI: “El gran problema de la educación superior en América Latina es la calidad”
El experto en política educativa está al frente del organismo multilateral centrado en validar los estudios universitarios, la escolarización temprana y la digitalización, que fue clave en la pandemia
Este 2024 la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) cumple 75 años en los que ha pasado todo tipo de vicisitudes en una región marcada durante décadas por las dictaduras, guerras y pobreza. Y a las celebraciones, que serán en otoño, se suma ahora que el jurado del Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional 2024 ha concedido este miércoles al organismo el galardón, que recogerá en su nombre su secretario general, Mariano Jabonero (San Martín de Valdeiglesias, Madrid; 1953). La OEI encara la pospandemia con retos tecnológicos, de calidad universitaria o de acceso temprano a la escuela.
Pregunta. ¿Qué supone el premio para su organización?
Respuesta. Lo primero supone una gran gratitud al jurado que nos ha distinguido con este importante premio, y en segundo lugar, un recuerdo y un reconocimiento a todos los que en los últimos 75 años han trabajado en la cooperación internacional. Somos líderes en la región por historia y por presencia operativa en todos los países. Y quiero hacer un agradecimiento muy especial para los que cada día trabajan en las oficinas en América Latina y la Secretaria General en España y a los gobiernos que confían en la OEI.
P. ¿Cree que este premio le dará un nuevo impulso a la OEI?
R. Es un aliento para seguir adelante. La OEI no ha parado de crecer en estos 75 cinco años y este premio viene a confirmarnos que estamos acertando. Es un elemento que nos motiva. Y, por otra parte, también hay una cuestión que yo quiero hacer participe, y es un reconocimiento a las relaciones multilaterales, en las que prevalece el diálogo, el acuerdo y el consenso para lograr el bienestar de las personas y el reforzamiento de la defensa de los derechos humanos y de la democracia.
R. Cuando surgió la pandemia, América Latina representaba el 8% de la población mundial y sufrió el 30% de los contagios. El impacto ha sido muy fuerte. Supuso que una buena parte de los niños y niñas y jóvenes quedaran fuera de la escuela. Se calcula que fueron unos 180 millones, de los cuales más o menos la mitad tenía una capacidad de conectividad. Se ha generado una brecha digital, de género, social, financiera, en todos los sentidos.
Hay países que habían inventado contenidos digitales y los exportaron a otros países. En Centroamérica hubo una alianza... Desde el punto de vista de solidaridad, fue una época... yo me emocioné con la interacción que hubo. El Salvador compartiendo textos con Nicaragua, Guatemala con Panamá, Panamá con tal... ¡Hasta Guinea Ecuatorial emitió el programa de televisión educativa de México, que es histórico! Fue una época muy federal. Yo hablé más que nunca con la Administración durante la pandemia.
P. ¿Cómo ha reaccionado la OEI, que dedica a educación el 59% de su presupuesto?
R. Produjimos cientos y cientos de contenidos digitales y empezamos a trabajar en red, con miles de becas para que profesores de universidad supiesen trabajar virtualmente, que no sabían. Eran profesores de pizarra, directamente. Después de la pandemia, esa educación remota de emergencia, se ha ido transformando para que sea una educación virtual e híbrida de calidad. Ha habido una caída fortísima en la inversión pública. Dos años antes de la pandemia éramos la región del mundo en la que más se invertía en educación, 5.2%. Después, ni el 2%.
P. ¿El dinero fue a sanidad?
R. Se fue a salud, a vidas humanas, y yo lo entiendo. También a rentas familiares.
P. Sin embargo, con la pandemia muchas familias latinoamericanas han buscado refugio en la escuela pública.
R. Por la pobreza. Hay una población con bajo nivel de renta que se permitía llevar a sus hijos a una escuela privada más o menos de calidad. Y con la pandemia ha vuelto a la pública. Es un hecho que no es ni positivo negativo, demográfico y económico. Sería una buena oportunidad para apostar más por la escuela pública, que es para todos.
P. Han decidido centrarse en la educación infantil temprana (de cero a tres años).
R. Hay muy poca oferta y suben los precios. Tenemos un programa de primera infancia con administraciones y distintos ministerios, porque incluye políticas de familia, de mujer, rurales... Ayudamos con recursos educativos, formación de los que trabajan y apoyando a que se amplifique esa red. Desde la primera vez que asumí la OIE en 2018, me acordé de una frase del premio Nobel de Economía James Heckman: la mejor inversión social es en primera infancia, porque es la que más retorno produce.
P. ¿Qué es su programa Universidades 2030?
R. Un programa que intenta, en primer lugar, transparentar qué es lo que ocurre en la región en educación superior. A veces me resisto a hablar de universidades. Hicimos un estudio y salieron 4.000, que es un número muy abultado, muy desigual. Ha crecido mucho la oferta porque había mucha demanda. Hemos llegado a ser la región del mundo que tiene mayor número de matriculados: 32 millones. En el año 2030 llegaremos a los 40 millones, lo cual es una muy buena noticia. El 70% provienen de familias que jamás fueron a la universidad. Y se observa un número de mujeres cada vez mayor. El gran problema de la región es la calidad.
P. Las conocidas como universidades garaje.
R. O patito. La universidad presencial creció un 20% en pandemia y un 80% la virtual. Hemos generado un sello de certificado de calidad con RIACES [Red Iberoamericana para el Aseguramiento de la Calidad en la Educación Superior] para que se sometan a examen las universidades virtuales. La UNAM de México, la UBA de Colombia, la UNED de España están seguras y se han lanzado. Nos vienen muy bien, porque es un elemento de emulación muy sano. La calidad de educación superior tiene que estar muy asociada a la movilidad.
P. Llevo oyendo hablar del erasmus latino al menos 10 años.
R. Y yo. No se ha avanzado. Tenemos una movilidad del 1,1%, solo tiene menos el África subsahariana. Es cara siempre, pero puede haber una movilidad virtual de calidad. ¿Y por qué no hay movilidad interna? Por qué irse a Estados Unidos, Canadá o Europa teniendo universidades de calidad [en la región]. Hemos puesto en marcha un programa de doctorado que no es fácil ni barato.
P. ¿Preocupa la gravísima situación financiera de la Universidad de Buenos Aires, con casi 300.000 estudiantes y un 9% de extranjeros?
R. Sí, porque preocupa la situación financiera de la región en general. En caso de la Argentina, ha vivido una situación de inflación, de cambio de moneda... y eso tiene un impacto en general en todo. Es una universidad de gran prestigio, pero hay más. En este bienio queremos detectar universidades pequeñas de gran calidad. Ocurre también en España.
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