Así serán los nuevos exámenes en la escuela
Los alumnos tendrán que resolver situaciones conectadas con el mundo real para demostrar que saben aplicar los conocimientos adquiridos. El diseño del nuevo sistema de aprendizaje está en manos de 86 personas, la gran mayoría profesores en ejercicio en institutos y colegios
Los exámenes escolares en el nuevo sistema de aprendizaje que prepara el Gobierno pedirán a los alumnos que resuelvan problemas o situaciones conectadas en la medida de lo posible con el mundo real. Así figura en dos nuevos documentos que el Ministerio de Educación ha enviado a las comunidades y a los que ha tenido acceso EL PAÍS. Y así lo explican en entrevistas con este periódico cinco de las 86 personas que están elaborando lo que en el lenguaje educativo se conoce como currículo (lo que se aprende en la escuela y cómo se evalúa).
Los redactores del nuevo currículo, en su gran mayoría profesores de colegio o de instituto en ejercicio, tienen un doble reto. Por un lado, crear un sistema de aprendizaje más interrelacionado, que no enseñe conceptos sueltos y combata la sensación de muchos chavales de que gran parte de lo que estudian en clase solo les sirve para aprobar un examen. Y por otro, que el modelo no reduzca los conocimientos que los alumnos aprenden en la escuela, sino que les ayude a enfocarlos a conseguir objetivos.
¿Cómo serán los nuevos exámenes y actividades que se evaluarán? Tres de los cinco docentes que están elaborando el currículo y han sido consultados por EL PAÍS plantean sus propios ejemplos, que se recogen más adelante. Con la advertencia de que no son inventos extraños, sino casos como los que ellos mismos y muchos otros docentes utilizan desde hace tiempo en clase. El cambio, dicen, es que el currículo dejará de ser un obstáculo para llevarlos a cabo, al contrario de lo que sucedía ahora, y además los impulsará. Sus propuestas se enmarcan en la filosofía de los documentos específicos sobre Matemáticas en primaria y Lenguas Extranjeras de secundaria, que el Gobierno ha enviado a las comunidades y que ha consultado este diario, que señalan que las actividades evaluables que se planteen en clase “deben proponer” en la medida de lo posible “una problemática real o potencial”.
Todas las destrezas
Los ejemplos son los siguientes. Clase de lengua y literatura española. 4º de la ESO. La profesora Guadalupe Jover plantea que los alumnos formen grupos de seis. Cada equipo elige un tema de actualidad para debatir en una mesa redonda. El primero lo hará sobre la vacunación de la covid. Cada estudiante asume un papel: una médica de familia, una investigadora, un directivo de una empresa farmacéutica opuesto a liberar las patentes, una ciudadana que duda entre ponerse la segunda dosis de Astrazeneca o la de Pfizer, un joven antivacunas y el moderador del acto. “Hacerlo bien, teniendo en cuenta que hay que celebrar también las demás mesas redondas, requiere tres semanas”, dice Jover. “En esta situación se mezclan todas las destrezas. Van a leer mucho y a trabajar el tratamiento de la información. Escribirán, porque en los actos orales formales hay una parte de planificación que tiene que ver mucho con la escritura. Y harán la puesta en escena, propiamente oral”. Antes de empezar los trabajos, la profesora acuerda con los alumnos qué elementos se tendrán en cuenta para evaluar. La actividad, prosigue Jover, “se abre de forma natural a la colaboración con otras disciplinas”, como Biología o Ética.
La profesora, que da clases en el IES María Guerrero de Collado Villalba, Madrid, añade que potenciar la conexión con la realidad “no significa desdeñar el conocimiento”: “Si en literatura uno se aproxima al Quijote, se aproxima al Quijote. Otra cosa es que se busque establecer vínculos siempre entre el horizonte de la obra y el horizonte contemporáneo de recepción. Los tiros no van por acabar con los contenidos o despreciar un legado cultural, simplemente se trata de establecer vínculos entre el ayer y el hoy”.
Clase de inglés. 4º de la ESO. Octavio Moreno es profesor de Lenguas Extranjeras, ocupa un cargo intermedio en el ministerio y coordina uno de los grupos de trabajo del nuevo currículo. Dice: “Todos hemos sufrido alguna vez un examen cuyas preguntas sean: conjuga los verbos en los tiempos de pasado, completa las siguientes oraciones y di sinónimos y antónimos de las palabras que aparecen a continuación”. En lugar de ello, Moreno plantea un examen consistente en que los alumnos le escriban un correo electrónico a un compañero que lleva una semana confinado, contándole qué han visto en clase mientras no ha estado y alguna de las anécdotas que se ha perdido. “No se le pide un saber gramatical aislado, sino cumplir una tarea real en la que tendrá que utilizar verbos en pasado y vocabulario, en un contexto”. Previamente, añade Moreno, el alumno enviará a su compañero un audio por WhatsApp en el que le avisará de que va a enviarle un correo para ponerle al día de lo que han hecho en clase.
Alumnos con nombres y apellidos
Clase de matemáticas. 6º de Primaria. El maestro Manuel Clavijo plantea a sus alumnos una investigación sobre la tensión arterial de los docentes. “Los chavales piden permiso a los profesores para tomarles la tensión, con uno de estos aparatos sencillos que la miden en el dedo. Registran los datos, calculan los valores medios, realizan gráficos y presentan un informe con los resultados obtenidos. Para ello, utilizarán porcentajes, frecuencias, valores medios, que hay que haber trabajado antes en clase con ejercicios. Yo evaluaré cómo los han manejado y si los han aplicado para elaborar los resultados de su investigación”.
El primer documento del currículo, que marcaba las líneas generales, fue elaborado por siete expertos, entre ellos el catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación César Coll. Pero su aterrizaje se está haciendo a pie de centro, dice Ana María Trillo, profesora de Dibujo del IES Atenea de Ciudad Real. “Casi todos somos profesores, y no hemos perdido el contacto con la realidad”. Guadalupe Jover añade: “Para todo estamos tirando de nuestra experiencia y la de colegas. Son propuestas que piensan en el aula no como un ente abstracto, sino en críos y crías con nombres y apellidos, con rostro. El objetivo es facilitar las cosas en las aulas, y por eso la propuesta no va a resultar extraña ni sorprendente. Creo que va a dar respuesta a las necesidades y a acoger las prácticas de tantísimos docentes durante muchos años”.
Colaboración de todas las autonomías
De las 86 personas que están participando, 70 son profesores en ejercicio en colegios y en institutos. De ellos, 16 llevan desde enero en comisión de servicios, centrados exclusivamente en diseñar el currículo. Y el resto, 54, lo compaginan con su labor habitual. “Trabajamos cinco, seis o siete horas en nuestro centro educativo y después nos dedicamos al currículo, intercambiando documentos y con reuniones por videoconferencia”, comenta desde Huelva Manuel Clavijo. Los 68 docentes se han incorporado a propuesta de sus comunidades autónomas y todas están colaborando.
El nuevo sistema que regirá lo que se enseña y aprende en la escuela y cómo se evalúa, es decir, el currículo, se está creando al revés que otras veces. Primero se establecieron unas metas finales: las competencias con las que se quiere que los alumnos salgan de la educación obligatoria. Y a continuación se ha ido decidiendo qué debe incluir cada materia para alcanzar ese objetivo, explica María Dolores López, directora general de Evaluación y Cooperación Territorial, que es docente e inspectora educativa y coordina los trabajos.
El ministerio espera concluir la redacción del currículo de primaria en junio, y el de secundaria en julio. Y, después de pasar por los órganos preceptivos, publicarlos en sendos decretos en octubre. Con ello quedará aprobada la mitad del currículo de cada etapa, las llamadas enseñanzas mínimas. Las comunidades fijarán el resto, salvo la parte que decidan dejar en manos de los centros educativos. El departamento que dirige Isabel Celaá quería que fuera un porcentaje significativo, el 10%, para que lo adaptaran a la realidad de su alumnado. Pero la negociación de la ley en el Congreso suprimió el porcentaje y dejó su concreción a las autonomías.
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