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Andy Brown (Galp): “No queremos contribuir a financiar las atrocidades que estamos viendo en Ucrania”

El directivo de la petrolera portuguesa cree que la guerra del Kremlin acelerará la transición hacia las energías renovables y dice que en 2050 no venderán más crudo

Andy Brown, consejero delegado de Galp.
Andy Brown, consejero delegado de Galp.Walter Branco
Ignacio Fariza

Lo que sigue es una conversación en dos actos. El consejero delegado de la petrolera portuguesa Galp, Andy Brown (Reino Unido, 60 años), atiende primero a Negocios por teléfono en vísperas de que las bombas rusas empezasen a caer sobre Ucrania. Tras el cambio radical de escenario y con el petróleo ya claramente instalado por encima de los 100 dólares por barril, el máximo responsable de la energética responde tres preguntas más sobre cómo ha cambiado todo en una industria, la energética, que va de sobresalto en sobresalto. Brown aterrizó en Galp, propiedad en un 7,5% del Estado portugués, hace poco más de un año tras dos décadas en el gigante británico Shell.

Pregunta. Han sido una de las primeras petroleras europeas en suspender las compras de crudo ruso. ¿Hasta dónde puede llegar este boicot?

Respuesta. No queremos contribuir a financiar las atrocidades que estamos viendo en Ucrania. Es algo tan simple como eso, y nos sentimos felices, y muy orgullosos, de contar con el apoyo unánime de la junta directiva a una decisión que puede tener un impacto en nuestro resultado [de la división] de refino. Otras empresas y países occidentales todavía dependen de los suministros rusos de petróleo y gas, y dependerá de ellos decidir hasta dónde quieren llegar.

P. ¿Qué impacto tendrá sobre el sector energético de ese país?

R. Enorme y permanente. La invasión de Ucrania ha desencadenado un cambio a proveedores alternativos y acelerará la transición hacia las energías renovables. Es poco probable que la mayoría de esas ventas perdidas vuelvan: Rusia está cortando sus lazos con algunos de sus mejores clientes.

P. ¿Puede la UE sobrevivir sin el petróleo y el gas rusos?

R. Es un gran desafío, sobre todo en Europa central. La iniciativa de la Comisión Europea tiene muchas buenas propuestas, pero todas requieren tiempo para implementarse.

P. Incluso en circunstancias tan difíciles como las actuales, el barril de petróleo en triple dígito es música para los oídos de las petroleras.

R. Ya vivimos algo similar hace 10 años. En aquel momento las compañías [del sector] no hicieron un uso inteligente del capital: fue una edad dorada, pero mirando hacia atrás se gastó demasiado dinero en inversiones que no resultaron… Es importante tenerlo en cuenta ahora, para evitar entrar en una dinámica de auge y crisis. A diferencia del ciclo anterior, entre 2009 y 2014, este no será tan prolongado. No prevemos una reactivación del negocio petrolero a largo plazo. Es algo de corto plazo, y los que estamos metidos en esto debemos tenerlo en cuenta: seguir invirtiendo para garantizar la oferta, pero no pensar que [el barril] vaya a estar por encima de los 100 [dólares] durante muchos años, porque ese no va a ser el caso.

P. Los precios altos, aunque solo se mantengan a corto plazo, sí parecen una oportunidad para que las grandes empresas del sector amplíen su apuesta por las renovables.

R. Nuestra estrategia no cambia para nada: mantenemos la disciplina y la idea de destinar la mitad de nuestra inversión a negocios de emisiones cero. Pero sí es cierto que estos altos precios del petróleo nos ayudan a generar caja y a conseguir el dinero que necesitamos para generar nuevos negocios y tener la potencia financiera necesaria para acelerar la transición [energética].

P. ¿Cuándo esperan que estos nuevos negocios, vinculados a las renovables, superen al tradicional de gas y petróleo?

R. En 2030, la mitad de nuestro negocio ya será de renovables. Ninguna otra empresa del sector habla de una transición tan rápida: creo que podremos hacer una transición más rápida que la de nuestros competidores más grandes.

P. ¿Cuándo venderá Galp el último barril de crudo?

R. En 2050 no venderemos o venderemos muy poco petróleo: venderemos electricidad, hidrógeno o biocombustibles, pero no combustibles fósiles.

P. ¿Son las renovables, en este momento, una inversión más rentable que la exploración y producción de petróleo, incluso con el barril por encima de los 100 dólares?

R. No solo hay que mirar los retornos, sino el riesgo. Para obtener petróleo tienes que gastar mucho dinero en la fase de exploración y suelen ser países en los que el riesgo es mayor. Y nosotros, con el paso del tiempo, nos vamos moviendo hacia inversiones de menor riesgo. Es parte de la transición en la que estamos inmersos.

P. Antes de que la guerra hiciese saltar todo por los aires ya había un claro problema de descompensación entre la oferta y la demanda. ¿Fue un error de cálculo de la demanda futura la que provocó que se dejase de invertir en nuevos pozos?

R. No creo que las compañías nos equivocásemos en el cálculo. Garantizar que hay una oferta suficiente de energía a precios accesibles no es solo una tarea de las empresas, sino también del Gobierno. Si van a poner reglas que frenen la inversión en proyectos de gas y petróleo, no habrá inversión en ellos y, por tanto, tampoco habrá suficiente oferta. Pero la demanda se mantiene, porque casi todo el mundo tiene aún coches de diésel o gasolina, los usa en su día a día y siguen necesitando combustible. Esto es una transición, no un proceso en el que el viejo sistema cambia de un día para otro. Y tardará unas pocas décadas en ser una realidad.

P. Los precios altos del petróleo como los que vemos hoy hacen que, en comparativa, cualquier otra fuente de energía parezca barata a su lado. ¿Esto ayuda a acelerar la transición hacia las renovables?

R. Sí. Los biocombustibles, por ejemplo, particularmente los de segunda generación, que se producen con residuos, han sido típicamente muy caros en comparación con los fósiles. Y ahora, en cambio, el alto precio del petróleo los hace claramente más interesantes. También el hidrógeno. Esta situación tiene algunas consecuencias positivas en términos de aceleración de tecnologías como esas.

P. En una crisis de precios al uso se diría que un precio alto del petróleo debería llevar a una mayor electrificación. El problema es que la luz también está hoy históricamente cara en Europa.

R. Estamos en una crisis única, que afecta al petróleo y al gas natural, que se extiende también al mercado eléctrico a través de este último, y a la que también han contribuido la escasez de lluvia y viento en algunos países. La cantidad de factores que se han dado a la vez han provocado una tormenta perfecta.

P. Pese al crecimiento de las renovables, la matriz energética mundial ha cambiado muy poco en las últimas décadas: las fuentes fósiles siguen dominando con claridad y las emisiones asociadas a la energía no han dejado de aumentar.

R. Es cierto que ha variado poco en los 50 últimos años, aunque ya lo está empezando a hacer. El momentum es importante, y ese momentum apunta hacia una aceleración rápida de las renovables. Pero sí, pasarán décadas hasta que [el mix energético global] cambie por completo, y eso es algo de lo que parece que todos nos estamos dando cuenta ahora.

P. ¿Ve a España y Portugal exportando electricidad e hidrógeno verde al resto de Europa en los próximos años?

R. La península Ibérica es uno de los lugares más atractivos del continente para producir hidrógeno verde. Tiene la posibilidad de generar energía renovable a un coste relativamente bajo, cuenta con un entorno regulatorio muy favorable y está en un contexto europeo de promoción de esta actividad. En un plazo más largo, sin embargo, tendrá que competir con el hidrógeno verde procedente de Brasil o de países de Oriente Medio, que se transportará en estado líquido.

P. Su negocio sigue dependiendo en buena medida de la venta de gasolina y gasóleo para automóviles. ¿Cree que el tránsito hacia los vehículos eléctricos será más rápido de lo previsto?

R. Más del 60% de los vehículos que se venderán en Europa en 2030 sean totalmente eléctricos, pero se tardará mucho tiempo en reemplazar todos los de combustión. Lo que está claro es que en nuestros mercados veremos una caída en la demanda de diésel y de gasolina, y tenemos que estar preparados para ello. Por eso invertimos en nuevos combustibles, en carga de coches eléctricos... Tenemos una red de más de 1.500 estaciones de servicio y eso nos da una oportunidad de vender a nuestros clientes no solo combustibles sino también electricidad.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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