11 gráficos que muestran cómo ha cambiado el empleo en España cuatro años después de la reforma laboral
Desde 2021, España ha impulsado su número de trabajadores y reducido su tasa de paro, pero aún queda en mal lugar respecto al promedio de la Unión Europea


Fue un acuerdo histórico. En diciembre de 2021, el Ministerio de Trabajo, los sindicatos y la patronal pactaron la última reforma laboral, un cambio profundo de la malla normativa que ordena el trabajo en España. El texto, que se publicó en el Boletín Oficial del Estado el 28 de diciembre y entró en vigor el 31, modificó varios aspectos, pero el más sustancial fue el cambio en los contratos con la eliminación del tan utilizado de obra y servicio. Hoy, cuando se cumplen justo cuatro años de la reforma, el mercado laboral español ha cambiado bastante: en algunos casos, con plena conexión con aquel texto; en otros, por factores variopintos y a lomos de una etapa económica expansiva en España que contrasta con la atonía de otros socios europeos. Este es el antes y el ahora del mercado de trabajo en España:
Cae la temporalidad
El cambio estructural más asociado a la propia reforma laboral es la caída de los contratos temporales. El cambio normativo se observa en el gráfico anterior: en el último trimestre antes de que aplicase la reforma laboral (el cuarto de 2021) los asalariados con un contrato temporal eran el 25,6% del total, un año después eran el 18,2% y ahora rondan el 15%.
Esos puntos de caída se han ido principalmente a la contratación indefinida al uso, la que más garantías da al trabajador, que ha pasado del 72% al 81% en cuatro años. Pero hay otro modalidad que ha crecido con fuerza y que ha alimentado una gran polémica entre los expertos: el contrato fijo discontinuo.
Esta modalidad no la inventó la reforma laboral, pero su uso se ha ampliado en actividades estacionales como la hostelería o la logística. El empleado sigue contratado en temporada baja, pero inactivo, así que no cobra y tiene derecho a recibir la prestación por desempleo. Según la Encuesta de Población Activa (EPA), la proporción de estos asalariados respecto al total fue del 4% en el segundo trimestre, en plena temporada alta turística, el doble que antes de la reforma laboral.
Los defensores de esta modalidad argumentan que da más garantías al empleado, que tiene la seguridad (a no ser que le despidan) de volver a su puesto de trabajo tras la temporada baja. Los detractores creen que apenas aporta más estabilidad que los temporales al uso. Entre sus argumentos, esgrimen que la duración acumulada media de los contratos fijos discontinuos es parecida a la de los temporales.
Menor proporción de autónomos y empresas pequeñas
En el Gobierno creen que la reforma laboral, junto al incremento sostenido del salario mínimo interprofesional —un 61% desde 2018, de 736 a 1.184 euros brutos al mes en 14 pagas en 2025—, está eliminando incentivos para competir a la baja en la economía española. Es decir, el coto a los contratos temporales y el alza del suelo salarial se lo ponen más difícil a las empresas que ofrecen peores condiciones.
Ello conduce, en opinión del Ejecutivo, los sindicatos y algunos especialistas, a que la creación de empleo en los últimos años se concentre en las grandes empresas (con mayor capacidad de aplicar economías de escala y mayor aportación de valor añadido), con una bajada del peso de las plantillas empleadas en pymes. Desde 2021, el empleo ha crecido un 25% en las empresas con más de medio millar de trabajadores, frente al retroceso del 2% entre las que tienen uno o dos empleados. Ello conduce a que esas empresas grandes ahora concentren el 37% del empleo, frente al 34,5% previo a la reforma laboral.
A la vez, con una lógica parecida, se contrae la proporción de autónomos porque muchos que lo eran por obligación eligen ser asalariados. Ahora son el 16,5% del total de afiliados a la Seguridad Social, por debajo de la cifra previa a la reforma laboral (17,9% en noviembre de 2021) y en mínimos desde que hay registros. Este porcentaje tocó techo en 2014 (20,4%), en plena Gran Recesión, cuando España rondaba los seis millones de parados.
Hay otros especialistas, y también organizaciones patronales, que difieren de este análisis: creen que no hay un desplazamiento de empresas pequeñas a grandes y del mercado autónomo al asalariado; simplemente, los más pequeños sufren y los más robustos tienen músculo como para campear las nuevas obligaciones normativas y el incremento del SMI.
Más empleo en las actividades cualificadas
El mismo fenómeno, señalan algunos académicos, los sindicatos y el Ejecutivo, está cambiando el tejido productivo español. Creen que los menores incentivos a competir a la baja (junto a otros factores, como los fondos europeos de recuperación o la tímida recuperación de proyectos industriales de la mano de la pujanza de las energías renovables) están impulsando la creación de empleo en actividades cualificadas, de alto valor añadido.
Las ramas de actividad que más crecen en términos porcentuales desde 2021 son las inmobiliarias (+25,9%), transporte y almacenamiento (+23,7%), suministro de energía (+22,2%), información comunicaciones (+20,5%) y las actividades científicas y técnicas (+20,5%). Cada porcentaje conecta con fenómenos latentes, como la crisis de la vivienda, la pujanza del comercio online y de España como polo logístico, el impulso de las energías renovables y también de la exportación de servicios cualificados. Las dos actividades que más retroceden en los últimos años son las que peores retribuciones registran: el empleo doméstico (-5,7%) y el campo (-4%). En términos absolutos las actividades que más nuevo empleo aportan son la industria manufacturera, el comercio y la hostelería.
Estas tendencias cambian tímidamente la estructura productiva de la economía española. El comercio sigue siendo la actividad que mayor proporción de trabajadores emplea (14,5%), pero retrocede cuatro décimas respecto a 2021. La industria avanza una décima (hasta el 12,3%), como las actividades sanitarias (hasta el 9,6%). La cuarta actividad con más peso en la economía es la hostelería, que progresa dos décimas respecto en cuatro años, hasta el 8,5%.
En este punto cabe matizar que en el punto de partida, el tercer trimestre de 2021, la hostelería aún sufría por la pandemia del coronavirus y había mucho margen de crecimiento. Si se echa la vista más atrás se observa una caída más importante: en 2017 la hostelería representaba el 9,2% del empleo. También destaca el avance del peso relativo de la construcción, de la educación o de las actividades científicas y técnicas, que contrasta con la contracción en el campo, el empleo doméstico, las Administración pública y las actividades financieras.
Menos desempleo, pero aún líderes europeos
España crea más empleo que ningún otro de los grandes países europeos, pero ni así logra desprenderse del sambenito de ser el socio de la Unión Europea con mayor tasa de paro. Al ritmo del medio millón de nuevos empleos al año, España ya ha superado los 22 millones de trabajadores (2,28 millones más que en 2021) y contrae su tasa de paro del 13,9% en octubre de 2021 al 10,5% cuatro años después. Aún está lejos del mejor registro histórico español (en 2007, 7,9%) y aún más del promedio actual europeo, un 6%.
A la vez, España ha reducido muchísimo la tasa de paro juvenil (del 31,4% en 2021 al 25,3% ahora) y ha incrementado la participación de las mujeres en el mercado laboral —ya son el 46,5%, frente al 45,9% de 2021 y el 40,2% de hace dos décadas—. También ha crecido muchísimo la participación de los ocupados extranjeros y con doble nacionalidad: ellos aportan 1,51 millones de nuevos ocupados desde 2021, frente a los 772.000 que agregan los españoles. Es decir, dos de cada tres empleos creados corresponden a estos colectivos.
Crecen los salarios bajos, menos los intermedios
Los impulsos por decreto del salario mínimo han incrementado las retribuciones más bajas en los últimos años, pero las subidas son inferiores en los deciles (una décima parte de los empleados, ordenados en diez grupos de menor a mayor y para los que se calcula su retribución media) superiores. Desde 2021, según la EPA, el decil más bajo ha avanzado un 25,4%, frente al 14,3% del quinto decil y el 12,9% del grupo con retribuciones más altas.
La inflación acumulada de diciembre de 2021 al mismo mes de 2024 es del 12,1%, así que los salarios más bajos ganan mucho poder adquisitivo, pero apenas el resto. Cabe destacar que el dato de IPC no computa la evolución del precio de compra de vivienda, tan al alza en los últimos años que los sindicatos ya reclaman que se tome en cuenta en la negociación colectiva.
“Desde 2007 el salario real medido por la capacidad de compra ha permanecido prácticamente estancado, e incluso ha disminuido en ciertos períodos”, subrayaba un reciente análisis de Fedea que abundaba en esta cuestión. Los expertos de Trabajo que han recomendado cuánto subir el salario mínimo advierten del riesgo de que empleados de cualificación media y experimentados perciban ese tipo de retribuciones bajas.
Más bajas laborales
Uno de los fenómenos más relevantes de los últimos años es el aumento de las bajas laborales. Los datos de la Seguridad Social muestran un impulso de la incapacidad temporal, conclusión que también se extrae de la desagregación del tiempo de trabajo que hace el INE. En el tercer trimestre los trabajadores estuvieron un promedio de ocho horas de baja por incapacidad temporal al mes, frente a las 6,4 del mismo periodo de 2021 y las 4,7 de 2008 (primer dato disponible).
Los sindicatos relacionan este fenómeno con varios factores, entre los que destacan el envejecimiento de la población trabajadora (el 35,7% de los ocupados tiene 50 años o más, cuando en 2021 era el 33% y el 19% a principios de siglo) y el empeoramiento del tiempo de respuesta de la sanidad pública. Otros especialistas también aluden a la buena marcha del empleo (los trabajadores tienen más tendencia a trabajar enfermos cuando temen perder su puesto) o a la ampliación de los convenios que complementan la parte del salario que se pierde de baja. Las patronales van más allá y sugieren que hay mucho fraude, que muchos empleados faltan sin estar enfermos, una línea argumental que enfurece a los sindicatos.
Mejora la parcialidad involuntaria, pero aún es alta
Una de las asignaturas pendientes del mercado laboral español es atajar el alto grado de parcialidad involuntaria. Es decir, la proporción de trabajadores con jornadas parciales, cuando les gustaría estar empleados a jornada completa. España es uno de los países con más parcialidad involuntaria de Europa, un 46,6%, solo superada por Italia (51,3%) y Rumanía (57%). Estos tres países superan ampliamente el promedio europeo (18,3%) y a los que arrojan mejores datos, como Países Bajos (2,2%) y Alemania (5%). El dato español ha mejorado en los últimos años, tras alcanzar un 64% en lo peor de la Gran Recesión.
Sin examen a la reforma laboral
La reforma laboral estableció el siguiente compromiso del Ejecutivo: "El Gobierno efectuará una evaluación de los resultados obtenidos por las medidas previstas en el Real Decreto-ley 32/2021 mediante el análisis de los datos de contratación temporal e indefinida en enero del año 2025". Esta promesa no fue satisfecha en plazo y aún sigue pendiente de publicación, a la espera de los resultados del grupo de expertos formado por el ministerio y presentado en abril de 2025. Es decir, el grupo fue presentado tres meses después del plazo que tenía el Ejecutivo para aportar los resultados. Preguntado por este retraso, el departamento de Yolanda Díaz indica lo siguiente: "El Ministerio de Trabajo y Economía Social tiene el máximo interés por contar, cuanto antes, con la evaluación de las personas expertas en el plazo más breve posible. Nos trasladan que están en la fase final de elaboración de un informe en el que trabajan con total independencia académica". A diferencia de otras comisiones recientes, como la del salario mínimo, en esta sí participan las patronales. También están presentes los sindicatos, el Ministerio de Economía, el de Trabajo, la oficina económica de La Moncloa y varios académicos.
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