El tirón del mercado laboral lleva el trabajo a tiempo parcial no deseado a mínimos de 15 años
Un 6,2 % de los empleados declaran no encontrar una jornada completa, el mínimo desde 2009, mientras crecen los que hacen voluntariamente menos horas para compatibilizar con otras actividades
Los buenos datos de empleo, con la creación de casi medio millón de nuevos puestos en 2023, han llevado a la oposición a cuestionar si la elevada ganancia de ocupados no esconde un empeoramiento de la calidad del empleo. Esto se plantea sobre todo desde el punto de vista del tiempo de trabajo. Y de hecho, aunque la mayoría de los nuevos trabajadores del pasado año tuvieron contratos a jornada completa (el 62%), es cierto que aquellos que encontraron un empleo parcial crecieron más del triple que los primeros. Pero el detalle la Encuesta de Población Activa (EPA) —la que se usa oficialmente en la UE para evaluar la marcha del mercado laboral— añade nuevas capas al análisis. Y una muy sustancial es la de cuántos trabajadores tienen un contrato a media jornada porque así lo desean y cuántos, por el contrario, lo hacen porque no encuentran otro con más horas. Esta situación es lo que se denomina tiempo parcial involuntario y afectaba a 1,36 millones de ocupados a finales de año. Es decir, el 6,2% del total de empleados, lo que supone el nivel más bajo en 15 años.
Habría que remontarse a 2009, en los primeros años tras el estallido de la crisis financiera, para encontrar un peso inferior de este colectivo (entonces fue exactamente del 6% de quienes tenían ocupación) en el que se encuentra Inés, una madrileña de 45 años. “Me gustaría tener un solo empleo de ocho horas diarias, pero tengo varios de menos y ni juntándolos todos llego a una jornada completa”, asegura esta profesora de Sociología que imparte clases en cuatro universidades privadas en Madrid. No duda en que “firmaría ya” por tener un solo puesto de trabajo a tiempo completo.
Los datos de la última EPA indican que el empleo a tiempo parcial involuntario es casi la mitad del total del empleo parcial. Este, en conjunto, aumentó más intensamente el año pasado (sumó un 6% más de ocupados, frente al 1,5% que crecieron los trabajadores a tiempo completo). Pero el detalle de la estadística matiza que subió más entre aquellos que optan por la parcialidad de forma voluntaria para ocuparse de otros cometidos. Así, mientras que los ocupados que trabajan menos horas porque no encontraron un empleo a jornada completa se redujeron un 1,2% en 2024 respecto a 2023, el resto de jornadas parciales por otros motivos aumentaron.
En concreto, quienes eligieron trabajar menos tiempo para formarse a la vez (355.000 personas) aumentaron un 14%; los que lo hicieron porque simplemente “no quieren trabajar a jornada completa” (232.200 ocupados) se incrementaron un 18%. Asimismo, el cuidado de niños o adultos enfermos llevó a que 374.000 personas trabajaran a jornada parcial, un 11% más que el año anterior; mientras que otro tipo de obligaciones también familiares implicaron que casi otros 200.000 trabajadores lo fueran en jornadas inferiores a la completa, un 7% más.
También las propias enfermedades de los trabajadores son otro motivo que hace escoger el empleo a tiempo parcial. El pasado año fue el caso de 55.000 de ocupados. Este colectivo estuvo entre los que más se incrementó, un 17%. Entre ellos está J. M. un trabajador con discapacidad reconocida, empleado en una empresa del tercer sector, quien asegura haber optado por un contrato a tiempo parcial para acudir a diversas actividades de cuidado personal. “Tengo una jornada de seis horas, pero si me propusieran ampliarlo a ocho horas diría que no, porque necesito tiempo para ir al fisio, para cuidarme y, en los últimos tiempos, también para atender una asociación que hemos creado”, asegura.
Otro claro ejemplo de un tiempo parcial elegido es el de Ángela, una comercial de 39 años de una compañía del sector servicios que asegura que desde que empezó a trabajar ha buscado “siempre y por distintos motivos” contratos con jornadas inferiores a las 40 horas semanales. “Las causas que me han llevado a trabajar a jornada parcial desde hace casi 20 años han ido cambiando. Al principio fue porque estaba estudiando en la universidad, luego porque me fui a vivir a 80 kilómetros de mi trabajo y no iba a llegar a casa a las once de la noche”, relata, “después tuve un hijo, que ya tiene 13 años; pero cuando tenga 15, la jornada que quiero es la misma”. Es más, asegura haber perdido algún empleo por este motivo: “Lo normal es que la empresa quiera que trabajes a jornada completa y, por eso, es complicado cambiar de trabajo”, insiste.
Como otros expertos, el investigador de Fedea Florentino Felgueroso maneja otro indicador que considera “más adecuado” para estudiar la calidad del empleo en materia de jornada. Se trata de la evolución del colectivo de subempleados. Este concepto incluye, según el INE, a todos “los ocupados que desean trabajar más horas”, pero también a aquellos “cuyas horas efectivas trabajadas” son inferiores a las habituales en su rama de actividad.
La evolución del colectivo de subempleados ha ido claramente a la baja en los últimos años, aunque con cierta resistencia a disminuir, advierte Felgueroso. En 2024 se ha estancado en el mismo nivel que el año anterior (alrededor del 8% del total de ocupados son considerados subempleados), pero el hecho de que no haya aumentado, en un contexto de dinamismo del empleo a tiempo parcial, es una buena señal en términos de calidad en el empleo.
En cuanto al perfil de subempleado, destacan claramente las mujeres (son el 60% del colectivo). También los extranjeros que, incluyendo los de doble nacionalidad, representan el 15,7% del total de ocupados pero suponen el 38% de los subempleados. E igualmente destaca el grupo de edad de entre 45 a 54 años, que representan el 27% del total del subempleo. Aunque son los grupos de trabajadores jóvenes, de 16 a 19 años y de 20 a 24, los que han visto crecer más el deseo de trabajar más horas: un 14% y 7%, respectivamente, el pasado año.
El experto de Fedea apunta que, tanto en el caso de los extranjeros como el de los jóvenes, su creciente presencia en el colectivo de subempleados puede obedecer a cuestiones relacionadas con la entrada al mundo del trabajo. “Empiezan cogiendo lo primero que se les ofrece”, ejemplifica. Mientras que para los trabajadores de mayor edad, cuya presencia también es destacable entre los subempleados, corresponde más a “ajustes” que realizan en su trayectoria laboral como consecuencia de despidos, prejubilaciones u otros cambios en sus circunstancias vitales.
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