La revolución tranquila del mercado laboral: la gran empresa emplea una porción cada vez mayor de trabajadores
Los expertos subrayan que las compañías de mayor tamaño, más productivas, suelen ofrecer mejores condiciones. Pese al cambio en los últimos años, en Europa las empresas aún son mayores
![Empleados en Figueruelas (Zaragoza), en la fábrica de Stellantis, en septiembre de 2023.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/UH6SVEKTJJHZJJIG7NBLI5SGDE.jpg?auth=c7736682acbc921992ffe0dec251ce15685877146711b919f8f0feadcd69a35c&width=414)
![Emilio Sánchez Hidalgo](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F095fe2ca-e348-4e49-8f6e-3443a855e02b.jpg?auth=671e77d85e2b18cb0727fa182e37ece0b6979144a82791d2f92d6b36ab03b1d0&width=100&height=100&smart=true)
El tejido empresarial español está cambiando: las empresas grandes acumulan una porción cada vez mayor del total del empleo, mientras las pequeñas emplean a una proporción menor. Un sambenito que siempre ha acompañado a la economía española, el que la define como un país de pymes, encoge poco a poco. A cierre de 2024, las empresas con más de 250 trabajadores empleaban al 43% de los asalariados, cinco puntos más que hace una década, una tendencia que se acelera desde la pandemia. Es un cambio paulatino, que avanza décima a décima cada año y que, según los expertos consultados, encierra buenas noticias: a mayor tamaño empresarial, normalmente más productividad de las empresas y mayor competitividad de la economía, lo que puede redundar en mejores condiciones laborales para los trabajadores.
Este fenómeno se aprecia en un vistazo a los extremos de la estructura empresarial. Según los últimos registros del Ministerio de Trabajo, en 2024 las empresas inscritas a la Seguridad Social de más de 500 empleados ganaron 322.000 trabajadores, mientras que las de uno o dos empleados perdieron 5.000. Es el único tramo que, pese a la creación de casi 600.000 de empleos a lo largo del último año, retrocede en número de asalariados. Esto hace que esas microempresas pasen de reunir el 5,95% del empleo en 2023 al 5,7% en 2024, mientras que las de medio millar de empleados o más avanzan del 35,73% al 36,43%. Es más, los únicos tramos que aumentan su peso son los que superan la frontera que diferencia a las pymes, los 250 trabajadores.
Al echar la vista más atrás este fenómeno se observa con más claridad: el empleo que reúnen las empresas con plantillas superiores al medio millar ha crecido un 56% desde 2014, con 2,1 millones de empleados más. El siguiente tramo que más crece en el mismo periodo es el de las empresas de 250 a 499 empleados, con 347.757 puestos y un acelerón del 47%.
Rosario Gandoy, catedrática de Economía Aplicada de la Universidad de Castilla-La Mancha, cree que “efectivamente” en los últimos años hay una mayor concentración del empleo en empresas grandes. “Es algo que se observa con fuerza desde la pandemia”, subraya esta experta. “Las empresas tienden a ser de mayor tamaño. Pese al retroceso entre las pequeñas, en total hay 6.000 empresas más que hace un año, lo que va acompañado de los buenos resultados de la economía española y del mercado laboral”, reflexiona Gandoy. Esta economista pone otra cifra sobre la mesa: la relación entre empleados y empresas, hoy en 12 empleados por compañía, uno más que en el año de la crisis sanitaria. En solo cuatro años este registro ha avanzado tanto como en los diez anteriores.
¿Por qué crecen las empresas?
El Ministerio de Trabajo aplaude esta “transformación positiva en la estructural empresarial del país”, que avanza “de forma lenta pero sostenida”. El departamento de Yolanda Díaz cree que el subidón de los últimos años del salario mínimo (de un 61% desde 2018) y la reforma laboral (que ha hundido la temporalidad en el sector privado) “son un límite para competir con empleo de mala calidad y provocan un desplazamiento de los trabajadores a empresas de mayor tamaño y más competitivas”.
El ministerio viene argumentando que la reducción de jornada, de aprobarse, redundaría en la misma tendencia, que también identifican a nivel sectorial: las actividades de más valor añadido (con jornadas pactadas más cortas y mejores retribuciones) protagonizan el acelerón del empleo en los últimos años, mientras que los sectores menos avanzados pierden peso en la economía española.
Más allá del empleo por empresa, Trabajo también alude a la cantidad de compañías para sostener su análisis. Las minúsculas, las de uno o dos empleados, retroceden año a año desde 2021: entonces eran 705.581 y hoy son 694.320, una bajada del 1,6%. En el mismo periodo, las de tres a cinco empleados crecen un 0,5% (hasta 301.527); las de seis a nueve lo hacen un 4% (hasta 143.580); las de diez a 49 empleados, un 8,8% (hasta 172.435); las de 50 a 249, un 8,7% (hasta 27.261); las de 250 a 499 empleados aumentan un 17,4% (hasta 3.151) y las de 500 en adelante un 15% (2.660). Las grandes son las que más proliferan.
“Las empresas pequeñas son más vulnerables a los aumentos de costes, y la crisis de precios de los últimos años ha podido influir”, reflexiona Gandoy, en referencia a la atonía de las empresas de menor tamaño. En la misma línea, plantea que el incremento del SMI ha podido influir: “Es más habitual que las pymes paguen el salario mínimo. No me atrevería a decir que esa subida ha generado la desaparición de empresas pequeñas, pero es innegable que está en contacto con el aumento de costes”.
Ignacio Conde-Ruiz, analista de Fedea, también cree que los incrementos del SMI pueden explicar el peor desempeño de las empresas de menor tamaño. “Les resulta más difícil ser competitivas y las grandes les ganan cuota. Muchas sobrevivían por sus costes bajos, no porque fueran eficientes”. Y apunta a otro motivo para razonar el empuje de la gran empresa: “Las exportaciones de servicios no turísticos, como las consultoras, están en niveles récord. Son grandes empresas que están ganando cuota de mercado porque son más baratas que sus competidoras internacionales, ya que nuestros salarios son inferiores”. A la vez, Conde-Ruiz aprecia que sectores estructurales de la economía española, como el turismo o la industria agroalimentaria, están ganando productividad en los últimos años, con una profesionalización cada vez mayor.
Más tamaño, más productividad
La experta de la Universidad de Castilla-La Mancha dice que el crecimiento de las empresas conduce a “ganancias de productividad, más innovación, mejores canales de financiación, más capacidad de invertir en intangibles, en formación de mano de obra, en captación de los perfiles más cualificados”. Una serie de herramientas con las que ofrecer “mejores condiciones laborales”, en las que también influye “que los comités de empresas funcionan, que el poder de negociación de las plantillas es mayor”. Según la Encuesta de Población Activa del INE de 2023, en los centros de trabajo de uno a diez empleados se cobran 1.682 euros brutos al mes, frente a los 3.009 en los de 250 trabajadores o más.
Pero fuentes del Banco de España advierten: la concentración del empleo en grandes empresas “puede ser positiva o negativa según el factor que la determine”. Desde la institución que dirige José Luis Escrivá indican que puede ser buena si el aumento “se deriva de un cambio tecnológico que reduzca los costes medios de producción al ganar escala”. Esto se debe a que las empresas de mayor tamaño, por lo general, “utilizan los recursos productivos de manera más eficiente”. Esto se aprecia de forma tangible al repasar el valor añadido por empleado por tipo de empresa, que casi duplica en las empresas de más de 250 empleados al de las menores de nueve empleados, según CaixaBank Research.
La concentración del empleo en compañías grandes, continúa el Banco de España, puede ser negativa si está asociada a “un mayor poder de monopsonio (cuando hay un solo comprador para determinado producto o servicio), que generaría consecuencias negativas para el empleo y los salarios” porque “reduciría la traslación de las posibles ganancias de productividad” a las nóminas. “No es obvio qué efectos predominan en el caso de España en el período más reciente”, prosigue el Banco de España, aunque se inclina ligeramente hacia la interpretación optimista: “Hay indicios para creer que los efectos positivos podrían ser más relevantes”.
Ante ese riesgo, José Antonio Pedraza Rodríguez, profesor de la Universidad de Córdoba y responsable de la Unidad de Investigación, Innovación y Transferencia de Conocimiento, reclama la intervención de los poderes públicos: ”Hay que encontrar el equilibrio en la economía para impedir que el poder de negociación y mayor capacidad de las grandes empresas dificulte la viabilidad de las pequeñas y medianas. El Estado debe jugar un papel activo en su faceta de control y regulación para evitar que las reglas del juego del mercado se rompan en detrimento del tejido ocupado por las pymes”.
Ese riesgo, el de dificultar el día a día de las pymes, conduce a Gandoy a otra reflexión: “No olvidemos que las empresas nacen pequeñas. Una cosa es que digamos que es estupendo que las empresas crezcan y otra que olvidemos que necesitan un escenario en el que poder empezar y crecer”. Habla, por ejemplo, de la frontera de los 50 empleados, a partir de la cual aplican muchas normativas, “por lo que algunas empresas prefieren mantener un tamaño pequeño antes que asumir costes burocráticos y monetarios”. A la vez, cruzar ese umbral repercute en positivo en las plantillas, que por lo general ganan derechos.
El Banco de España agrega que la mayor preminencia histórica de pymes en España da mucho margen de mejora, lo que podría estar contribuyendo al fenómeno. “Sería necesario hacer un análisis pormenorizado. El Banco de España está trabajando en estas cuestiones de cara al próximo informe anual”, agregan fuentes de la institución.
Más grandes empresas en Europa
“Que haya más empresas grandes siempre es bueno. El problema de España siempre ha sido que las empresas no crecen”, agrega Conde-Ruiz. “Un país con un tejido empresarial más grande tiende a tener una economía más fuerte y competitiva, siempre que se mantenga un equilibrio con las pymes”, insiste Pedraza Rodríguez, autor de la tesis doctoral Impacto en el tejido productivo de la transferencia de conocimiento del CSIC.
La afirmación de estos expertos es comprobable en un vistazo al mapa de Europa: los países con una economía caracterizada por una mayor concentración de grandes empresas son puntales históricos del continente. Son Francia (44,7% del empleo en compañías de más de 250 empleados), Alemania (43,5%), Suecia (42,9%), Bélgica (40,1%) y Países Bajos (39,7%). Según datos de Eurostat de 2023, España (33,6%) [el dato es inferior al de Trabajo porque Eurostat hace otra medición, excluyendo algunas actividades e incluyendo autónomos] queda lejos de estos países y también está por debajo del promedio (35,8%). Los países con menos peso de la gran empresa son Estonia (18,7%), Chipre (18,5%) y Grecia (15,7%).
¿Qué piden las pymes?
La principal patronal de las pequeñas y medianas empresas, Cepyme, lleva años defendiendo las virtudes de que crezca el tamaño medio de las compañías. Los problemas asociados a la menor dimensión que listaban los expertos consultados (peores salarios, peor financiación, menos productividad...), coincide Cepyme, se traducen en “una vida empresarial más corta y en mayores dificultades para perdurar”. Según estimaciones de esta patronal, las ventas por ocupado (medidas en euros de un mismo poder adquisitivo) de las compañías españolas son un 10% inferiores al promedio europeo. “Las empresas de menor tamaño son más vulnerables al afrontar crisis económicas como la financiera de 2008 o la más reciente de la pandemia. En conjunto, las pymes registran una vida media de no más de 14 años”, añade la organización en un estudio reciente.
Ante este escenario, la patronal que dirige Gerardo Cuerva reclama “un marco normativo que tenga en cuenta las necesidades de las pymes y que incentive su crecimiento, en lugar de la actual proliferación de normas y reformas que generan incertidumbre, mayores cargas y encarecen los costes de las empresas, en especial de las pymes, como es el caso de la reducción por ley de la jornada laboral, el nuevo aumento del salario mínimo o el incremento de cotizaciones”. Los sindicatos y el Gobierno, que por lo general acuerdan estas medidas, contraponen que España está creando empleo y cambiando su tejido empresarial a la vez que implementa estas normas.
Para que el tamaño medio de las empresas siga creciendo, Ceypme propone “dar cuatro años a las empresas antes de hacer efectivos los escalones regulatorios” y también reclama aplicar el principio “Think Small First, pensando primero en las pymes a la hora de legislar”.
Menos peso de los autónomos
A la vez que crece el tamaño medio empresarial, cae el número de autónomos. Al terminar 2024 eran 3,39 millones. Son más que nunca, pero lo más llamativo es que nunca habían representado un peso tan bajo respecto al total de los afiliados a la Seguridad Social: son el 15,9%, frente al 18,6% de hace una década, en plena Gran Recesión.
En una lógica parecida a la que señala la debilidad de las empresas pequeñas y la fortaleza de las grandes, los expertos subrayan que el buen momento del mercado laboral hace que haya cada vez menos autónomos por obligación. Es decir, muchas personas que recurrían al autoempleo porque no encontraban un puesto asalariado ahora sí lo hacen. Según los datos de la OCDE, por lo general los países más avanzados se caracterizan por proporciones moderadas de autoempleo, mientras que los países que lideran este apartado son Colombia (53%) o Brasil (33%).
¿Se mantendrá la tendencia?
“El tamaño empresarial no debería ser un fin en sí mismo”, abunda el experto de la Universidad de Córdoba, “sino un medio para lograr mayor competitividad, productividad y bienestar social. Las empresas más grandes suelen generar economías de escala, invertir más en innovación y ofrecer mejores condiciones laborales. Sin embargo, esto no significa que las pymes deban ser marginadas, ya que también tienen un papel fundamental en la economía”. Por ello, cree que los Gobiernos deben combinar el apoyo a las empresas con “potencial para escalar” y, al mismo tiempo “fortalecer el ecosistema de pymes, ayudándolas a ser competitivas”.
Desde el Banco de España prefieren no hacer predicciones a futuro al respecto, ya que ahora no tienen “una valoración fundamentada”. Pero precisan: “En la medida en que sigue habiendo una brecha significativa con otros países de nuestro entorno, cabe esperar que pudiera prolongarse esta tendencia en los próximos años”.
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