Auge del turismo y bum del empleo: las claves que explican por qué España crece más que el resto
Todos los organismos han revisado al alza sus previsiones para este año. Las exportaciones de servicios, el récord de ocupados y la pujanza del gasto público son algunos de los elementos que tiran de la economía
La economía española no deja de sorprender. Pese a los nubarrones, la incertidumbre y las amenazas de un resbalón, no solo aguanta, sino que lo hace mejor de lo previsto. Las últimas estimaciones tanto nacionales como internacionales lo confirman: España será el gran país de la eurozona que mejor rendimiento tendrá este año, superior al 2%, aunque en un contexto de ralentización generalizada. De hecho, el desempeño asombra más si se considera que las mayores economías del entorno han crecido de manera raquítica y van a seguir arrastrando los pies durante un tiempo. Detrás de este exploit hay muchas razones con distinto peso, pero que han remado hacia el mismo objetivo, desde la pujanza del sector servicios, con el turismo como joya de la corona, hasta la marcha impertérrita del mercado laboral hacia cifras récords de afiliación.
“La economía española va como un cohete”, llegó a decir hace un mes el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. La realidad es que ya no crece a las tasas disparadas marcadas al salir de la pandemia, superiores al 5%, pero el vigor no se ha perdido. “Lo que más sorprende es fortaleza”, dice Matilde Mas, catedrática y directora de Proyectos Internacionales del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE). Ni la inflación, ni la escalada de tipos de interés o el subidón del precio de las materias primas han podido con el tirón de la economía española. Ya en 2023 la realidad se había apuntado un tanto frente a los pronósticos: el PIB creció un 2,5%, dejando en papel mojado las previsiones de inicios de año que proyectaban poco más de un 1%.
El cuento parece que va a repetirse en los próximos meses. El Banco de España acaba de mejorar en cuatro décimas sus pronósticos para el año, hasta el 2,3%. Antes había sido el turno del FMI (2,4%), y de la Comisión Europea (2,1%). En todos los casos, las tasas están por encima de la estimación del Gobierno (2%). “La mejora de las previsiones fundamentalmente se explica por el cambio de la demanda externa” explicó el viernes Rafael Doménech, responsable de Análisis Económico de BBVA Research, el último organismo en actualizar sus proyecciones para 2024 —y en mejorarlas—: un avance del 2,5%. “Al mismo tiempo, se mantiene el potencial de creación de empleo”, añadió el economista. A continuación, se analizan algunas de las claves que están detrás del fenómeno español.
Turismo. Si la economía fuera una obra arquitectónica, el turismo sería su clave de bóveda. Va acumulando récord tras récord no solo gracias al clásico gancho del sol y playa; también aumenta el atractivo otros destinos que ayudan a desestacionalizar la actividad y a mantener un flujo constante de visitantes. El año pasado llegaron 85,3 millones de viajeros extranjeros, una cifra jamás alcanzada antes —y que se espera batir a finales de este ejercicio—, y el peso del sector sobre el PIB fue del 12,8%, el máximo porcentaje de la serie histórica. “Detrás de todo esto hay ganancias de competitividad”, dijo Miguel Cardoso, economista jefe para España en BBVA Research en la presentación del estudio Situación España.
De hecho, los servicios están tirando del carro con una fuerza inesperada gracias a este marcado protagonismo del turismo, que está siendo el impulsor de las exportaciones del sector. BBVA Research ha actualizado sus previsiones de crecimiento de las exportaciones de servicios de manera espectacular para el año, del 3,3% al 10,1% —las de bienes están planas—. “El buen comportamiento de la economía española se debe a un doble factor”, dice Raymond Torres, director de Coyuntura Económica del centro de análisis Funcas. “Por una parte, la competitividad que ha facilitado el tirón del sector exterior. El turismo, de manera muy sorprendente, y también los servicios no turísticos, han sido los principales artífices”.
Gasto público. El consumo de las Administraciones públicas es otro factor al que apunta Torres como gran motor del crecimiento. A finales del año pasado arrastró al alza la actividad, compensando una inversión privada que lleva tiempo de capa caída, en parte frenada por las subidas de tipos, y un consumo de las familias que se ha ido debilitando en los últimos meses de 2023. El año pasado supuso hasta un tercio del avance del PIB —0,8 décimas del 2,5% que creció la economía—, un dato que ha levantado suspicacias porque un crecimiento con tanto peso de la actividad pública es difícilmente sostenible en el largo plazo.
“El gasto público es uno de los elementos que explica por qué hemos crecido más que Europa, pero a principios de este año su contribución ha sido menor”, matiza Ángel Talavera, economista jefe para Europa de Oxford Economics. “Ahora esperamos un crecimiento parecido, pero con una composición algo distinta: menos gasto público, más inversión y consumo privado. Es más equilibrado, porque la aportación del sector público sería más acorde con su peso en la economía, que es de aproximadamente un 20%”, puntualiza. Lo mismo opina Judith Arnal, investigadora senior del Real Instituto Elcano y del centro de estudios bruselense CEPS: “Las tasas de crecimiento del consumo público eran bastante elevadas y la formación bruta de capital fijo, a pesar de estar en un contexto de fondos europeos, no acaba de despegar. Pero los datos de contabilidad nacional trimestral para el primer trimestre de 2024 dan una imagen de ruptura con respecto a esa tendencia. Habrá que ver en los próximos trimestres si esa composición ha sido algo excepcional, o si realmente ha habido un cambio”.
Fondos europeos. Pese a lo difícil y lenta que está siendo su ejecución —tanto en España como en el resto de países—, su potencial es abrumador. Y no solo por el manguerazo de dinero que suponen, unos 160.000 millones entre ayudas y créditos, que convierten a España en el mayor receptor europeo junto a Italia y que se espera se traduzcan en inversiones transformadoras. También la condicionalidad con las que se han concedido tiene su peso. “La parte de las reformas es esencial”, subraya Arnal.
Esta misma semana, Bruselas ha desbloqueado el cuarto pago de los Next Generation para España, de 9.842 millones. Todavía quedan por recibir unos 32.000 millones en transferencias no reembolsables, además de préstamos por 80.000 millones. Paolo Gentiloni, comisario de Economía de la UE, ha afirmado que el PIB español podría crecer unos 3,5 puntos el próximo año gracias a estos recursos. Su impacto final, sin embargo, es aún complicado de vislumbrar.
Mercado laboral. La fortaleza que el mercado laboral comenzó a exhibir después de la pandemia —y de la aprobación de la reforma laboral— es otro elemento que ha causado asombro. En mayo, los afiliados a la Seguridad Social alcanzaron un récord de 21,3 millones de personas, la cifra más alta desde que hay registros. El buen tono del empleo también se puede analizar en perspectiva comparada. España concentró un tercio de los trabajos creados en la zona entre finales de 2022 y el tercer trimestre de 2023, según Eurostat. El turismo ha sido una de las palancas, junto a otra variable de peso: los inmigrantes, que ya llegan a ritmos parecido al registrado durante la burbuja inmobiliaria.
Ya el año pasado, el 40% de los empleos generados en España vino de la mano de extranjeros. “El crecimiento de la población puede ser uno de los factores que está detrás de los buenos datos económicos”, subraya Daniel Fuentes, profesor de Economía en la Universidad de Alcalá y director de Kreab Research. “Casi todo el aumento demográfico se explica por la inmigración. Llega sobre todo desde Latinoamérica y es más cualificada que la ola que llegó entre 2004 y 2007″. Matilde Mas, del IVIE, aporta otro elemento: “España ya tiene una productividad del trabajo procíclica, típico de los países desarrollados. Antes íbamos al revés: aumentaba la productividad porque dejábamos tirados a los trabajadores cuando venían mal dadas. Ahora crece más el valor añadido bruto que el número de trabajadores. Hay que ver si la tendencia se consolida”.
Energía. La contención de los precios energéticos gracias a la mayor generación renovable es otro elemento diferencial que ha dado alas a la economía o, mejor dicho, la ha castigado menos y ha marcado la diferencia con otras grandes economías europeas. “La crisis energética ha dado un golpe muy fuerte sobre todo en los sectores intensivos en energía. Alemania es el ejemplo”, dice Talavera. La locomotora europea, muy dependiente de los combustibles fósiles y de Rusia, ha sido doblegada por la crisis energética estallada tras la invasión de Ucrania. “En España, además, tenemos una industria más pequeña y un sector servicios mayor. Hemos salido bien parados”.
Riesgos
La economía española tiene ahora más luces que sombras, pero siempre hay riesgos que asoman tanto dentro como fuera de las fronteras nacionales y no siempre están vinculados a la actividad. Las tensiones geopolíticas, por ejemplo. También la inestabilidad política interna, si perdura. “Ahora no es el caso, pero puede llegar a erosionar algo la confianza en el país, por ejemplo en cuanto a primas de riesgo”, dice Talavera.
Entre los factores más puramente económicos, los analistas ponen el foco en la debilidad de la inversión y la baja productividad total de los factores. “Nuestro modelo productivo sigue dependiendo de la incorporación de fuerza laboral y no tanto de la productividad. Es un problema a medio y largo plazo. Sobre todo teniendo en cuenta que la inversión empresarial, que es un elemento que favorece el crecimiento, sigue por debajo de los registros prepandemia”, reflexiona Torres. El frenazo de la productividad acecha también en el resto de Europa, pero España tiene un problema adicional. “Un peso alto de sectores de baja productividad, y baja productividad en todos los sectores”, apunta Mas, del IVIE, quien recuerda que la tasa de desempleo, aunque esté en niveles muy bajos para España (12,3%), sigue muy elevada para los estándares europeos.
La vivienda, con una oferta muy por debajo de la demanda que empuja al alza los precios, es otro elemento que genera preocupación y puede suponer “un cuello de botella para el crecimiento económico, además de las implicaciones que puede tener en cuanto a justicia social”, apunta Fuentes. El turismo, por su parte, no tiene capacidad para seguir creciendo con la misma intensidad y puede restar puntos al crecimiento, los precios tardarán en bajar hasta el objetivo marcado del 2% y hay que ajustar los abultados desajustes de las cuentas públicas generados por la pandemia. Con todo, y aunque algo menos, la economía seguirá creciendo el próximo año.
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