La FAO advierte: “Muchos países vulnerables pagarán más, pero recibirán menos alimentos”
El coste mundial de las importaciones de comida marcará un récord de 1,8 billones de dólares este año, lo que supone casi un 3% más con respecto a 2021, según el organismo de la ONU
Los altos precios de la cesta de la compra y de las materias primas agrícolas ponen cada vez más en peligro la disponibilidad de alimentos. El coste mundial de las importaciones de comida marcará un récord de 1,8 billones de dólares este año, según el informe Perspectivas Alimentarias publicado este jueves por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Este encarecimiento, que supone un incremento de 51.000 millones de dólares con respecto a 2021 (casi un 3%), golpeará en mayor medida a los países más vulnerables —los de África subsahariana y los importadores netos de alimentos, como Perú, Venezuela, Honduras, entre otros—, que “pagarán más, pero recibirán menos comida”, advierte el organismo de la ONU.
Las grasas animales y los aceites vegetales destacan entre los productos que más contribuirán al aumento de los precios de las importaciones previsto para 2022, seguidos de cerca por los cereales. Los países en desarrollo están reduciendo las importaciones de carne, semillas oleaginosas (por ejemplo, girasol, soja y sésamo) y cereales, lo que refleja su incapacidad para cubrir el aumento de los precios.
La FAO prevé que la producción mundial de los principales cereales disminuya en 2022 por primera vez en cuatro años (-0,8% con respecto a 2021), y que su empleo a nivel mundial también descienda por vez primera en dos décadas (-0,4% frente al año pasado). No obstante, el consumo humano directo no se verá afectado. El descenso en la utilización se debe a una disminución del empleo de trigo, cereales secundarios y arroz en la preparación de pienso, es decir, en la alimentación animal.
Los mercados mundiales de trigo se avecinan a la próxima temporada con mucha incertidumbre. Los precios internacionales se elevaron un 23% en la primera mitad de la temporada 2021/22, a medida que aumentaban los cortocircuitos en las cadenas de suministro. Cuando Ucrania fue invadida por Rusia, el pasado febrero, las tensiones se dispararon. Los dos países representan el 29% de las exportaciones globales de trigo, según cifras de JP Morgan.
Los costes escalaron aún más el mes pasado, cuando la India, un exportador emergente que había aumentado significativamente las operaciones en 2021, suspendió los envíos al exterior. En mayo de 2022, los precios mundiales del trigo estaban un 55% por encima de los valores del mismo mes en 2021, y solo un 12% por debajo del máximo histórico alcanzado en febrero de 2008.
Encarecimiento de las materias primas
Los sectores agrícolas también se enfrentan a un riesgo de limitación de la oferta debido a un encarecimiento de los insumos, en particular de fertilizantes y combustibles, que a su vez podrían impulsar nuevas subidas de los precios de la comida. “El repunte de los precios de los insumos plantea preguntas sobre la posibilidad de que los agricultores del mundo puedan permitirse comprarlos”, señalan en el estudio Josef Schmidhuber y Bing Qiao, de la División de Mercados y Comercio de la FAO.
Los altos precios de los alimentos suelen suponer una ventaja para los productores, al impulsar el crecimiento de los beneficios de las explotaciones agrícolas. Sin embargo, la rápida subida de los costes de las materias primas —causada por el encarecimiento de la energía y las restricciones a la exportación de los fertilizantes impuestas por los principales agentes del sector— acaba por perjudicar a los agricultores y, en caso de prolongarse, podría generar problemas de abastecimiento.
Aunque la escalada de los precios energéticos había empezado con la fuerte recuperación de la actividad tras la pandemia, la guerra ha agudizado los repuntes. Rusia es un actor clave en el mercado mundial de la energía. Sus envíos de carbón, petróleo y gas representan, respectivamente, el 18%, el 11% y 10% de las exportaciones mundiales. Las exportaciones rusas de energía son de vital importancia para la UE, que obtiene de Moscú el 46%, el 25% y 31% de sus importaciones de carbón, petróleo y gas.
Para lidiar con esa situación, los productores pueden limitar el uso de insumos o apostar por cultivos que requieran una menor cantidad de materias primas. Estos cambios no solo redundarían en una menor productividad, sino que tendrían efectos negativos en las exportaciones de importantes productos alimenticios a los mercados internacionales. Una vez más, los países que dependen en gran medida de las importaciones para satisfacer sus necesidades de alimentos básicos serán los más castigados.
Sobre el futuro, la FAO no se muestra optimista. Considera complicado contener los precios en los próximos meses, y alerta de que puede haber más incrementos en la próxima temporada. “En vista del aumento de los precios de los insumos, las preocupaciones suscitadas por las condiciones atmosféricas y el incremento de la incertidumbre del mercado como consecuencia de la guerra de Ucrania, las últimas previsiones de la FAO apuntan a la probabilidad de que se contraigan los mercados alimentarios y de que los costes de las importaciones de alimentos alcancen un nuevo récord”, ha señalado Upali Galketi Aratchilage, economista de la FAO y autor principal del estudio.
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