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ENTREVISTA

Agustín Carstens: “Los pactos de rentas son muy importantes: hay que evitar una espiral inflacionista”

El jefe del Banco Internacional de Pagos reconoce que el riesgo de estanflación ha aumentado y pide evitar subidas “demasiado fuertes” de los tipos de interés

Ignacio Fariza
Agustin Carstens
El gerente general del BIS, Agustín Carstens, en Estocolmo en una imagen de archivo.Mikael Sjoberg (Bloomberg)

Con la inflación desbocada y el mundo preguntándose qué hacer, Agustín Carstens (Ciudad de México, 63 años) atiende a EL PAÍS por videoconferencia desde su amplio y luminoso despacho en Basilea (Suiza): el del jefe del Banco de Pagos Internacionales (BIS, por sus siglas en inglés, el coordinador de los institutos emisores). Pide tino y tiento: “Mandar señales de que se está actuando para que la inflación retome su nivel”, pero sin caer en reacciones “virulentas”. Reconoce que el riesgo de estanflación [estancamiento económico con precios disparados] ha aumentado. Y llama a los agentes económicos a sellar pactos de rentas —como el que se negocia estos días en España— para evitar una auténtica espiral inflacionista, el ogro más temido por varias generaciones de políticos y economistas. Ahí se juega hoy el partido.

Pregunta. ¿Sigue viendo la inflación como algo transitorio o ya es un fenómeno estructural?

Respuesta. Podríamos estar en la cúspide de una nueva era de inflación global. Sigue habiendo elementos muy importantes que son coyunturales, transitorios. Pero también hay otros un poco más perdurables y que tienen que ver con la formación de expectativas. El escenario, sin duda, se ha vuelto más complejo. La guerra de Rusia y Ucrania está afectando a la energía y, por más que la política monetaria sea más restrictiva, difícilmente va a incidir sobre esos precios. También hay aspectos que son parte del legado de la covid-19, como la disrupción de las cadenas de valor, que se irán aligerando. Ahora, sin embargo, ya estamos en una posición de decir que este tipo de factores ya no son los únicos presentes: hay otros que están afectando y que sí requieren un accionar más preciso de la política monetaria.

P. Poco puede hacer la política monetaria para aliviar el encarecimiento de la energía.

R. Una aplicación a rajatabla de la política monetaria sobre la inflación de corto plazo implicaría que otros precios en la economía tendrían que bajar. ¿Qué se necesitaría? Reducir muchísimo la demanda. La virulencia que se necesitaría sería contraproducente. Lo que es importante es precisamente que los precios energéticos no afecten a las expectativas de inflación, que no empiecen a enraizarse en los contratos y en las negociaciones salariales. Eso podría dar un brío adicional al proceso inflacionario. Que la gente mantenga su confianza en que los bancos centrales no va a dejar a la deriva el proceso inflacionario y que este va a estar acotado. Cuando hay choques tan fuertes sobre algunos bienes o servicios en particular, es prudente aceptar algún tipo de desviación en las metas de inflación. Pero los bancos centrales tienen que mantener ancladas las expectativas y el cumplimiento de inflación en el mediano y largo plazo.

P. ¿Qué desviación se puede aceptar en Europa, por ejemplo?

R. La tolerancia es menor que en países emergentes, donde los actores económicos están más habituados a lidiar con picos de inflación. En Europa se ha vivido un periodo muy amplio de inflaciones bajas, demasiado bajas... Y eso hace que los agentes no estén muy habituados a este tipo de fenómenos. Eso recomendaría prudencia. Y hay que explicar el fenómeno: comunicar y educar a la gente sobre la inflación es muy importante.

P. ¿En qué sentido?

R. En que hay fenómenos a los que uno no está acostumbrado, y entenderlos lleva un tiempo. Los bancos centrales, las autoridades, deben regresar, por decirlo así, al catecismo. La insistencia en que el banco central tiene que mantener la situación anclada puede no decir nada a la gente cuando no hay inflación. Pero, cuando hay inflación, la gente tiene que escucharlo más: hay que ser reiterativo. No es fácil explicar mejor el fenómeno inflacionario, porque en algún momento implica tomar decisiones…

P. ¿Hacer sacrificios?

R. Tomar decisiones complicadas.

P. Una subida demasiado rápida de los tipos podría asfixiar el crecimiento.

R. Esa posibilidad está ahí. El arte de la banca central es valorar la situación y establecer el ritmo adecuado de ajuste de la política monetaria para minimizar ese impacto. Es muy importante, sobre todo, mandar señales de que se está actuando para que la inflación retome su nivel. Que se vea que el proceso inflacionario no está fuera de control.

P. Pero, ¿pediría cautela a los bancos centrales a la hora de endurecer la política monetaria?

R. Sin duda. Su labor no es cumplir a rajatabla con el objetivo [de inflación]: si reaccionan demasiado fuerte, queriendo neutralizar el impacto de la energía en el muy corto plazo habría que inducir una verdadera recesión para que los demás precios bajaran. Y eso es indeseable. Hay que calibrar: sin duda hay que ponderar más las presiones inflacionarias, porque hay más riesgos, pero no se requiere un accionar virulento ni de emergencia. Hay que mantener la cautela.

P. ¿Está Europa en riesgo de estanflación?

R. Hay un mayor riesgo ahora de que eso suceda, no nada más en Europa sino en otras partes del mundo. ¿Por qué? Porque los choques que hemos enfrentado son muy severos. Sin duda estamos en un escenario en el que la inflación va a ser mayor, por la propia naturaleza de un choque de oferta como este. Y habrá una cierta afectación sobre el crecimiento. ¿Será suficiente para que se pueda llegar a calificar de estanflación? Habrá que verlo. Pero sí podríamos decir que en los seis últimos meses han aumentado las posibilidades de ese escenario.

P. ¿Se perciben ya efectos de segunda ronda o aún ve la inflación encapsulada?

R. Buscándole mucho, podría haber algunas señales incipientes. Pero no generalizadas: hasta ahora, nada que esté fuera de control.

P. ¿Cómo de importantes son los pactos de rentas en este momento?

R. Mucho. Hay que evitar espirales inflacionistas: si las demandas salariales son desproporcionadas, los precios van a aumentar. Eso puede generar mayores presiones salariales y se entraría en un proceso que cuesta mucho trabajo romper. Aumentar los salarios reales o precios reales bajo este escenario no se logra. La coordinación entre los distintos agentes es importante para evitar que la inflación se vuelva permanente.

P. ¿Han desaparecido repentinamente las fuerzas deflacionistas de las últimas décadas o siguen ahí?

R. Creo que siguen ahí, pero una vez que se asiente el polvo habrá que ver qué tanto se han modificado. Sí hay cierta presión para revisar el tema de la globalización, las cadenas globales de valor... Hay una tendencia hacia repatriar ciertas actividades. Y sí habrá empresas que digan: “Bueno, no quiero tener tanta dependencia sobre chips en Taiwán y, aunque me cuesten un poco más, los voy a producir domésticamente”.

P. ¿Y puede eso prolongar la inflación en el tiempo?

R. No, no creo que vaya a ser un proceso tan dramático.

P. Los alimentos han subido con fuerza.

R. Es un tema que no se puede ignorar. Sobre todo, si se prolonga el conflicto entre Rusia y Ucrania. Me preocupa mucho el precio de los granos y la oferta de fertilizantes. Es algo que no deberíamos ignorar, sobre todo en los países emergentes y en desarrollo, donde el componente alimentario es mayor.

P. ¿Ve riesgo de enquistamiento de la inflación, especialmente en Europa, o todavía no?

R. Creo que no. Va a llevar un tiempo, pero creo que no.

P. ¿Cómo valora la divergencia en los caminos del BCE y de la Reserva Federal? Cada día es mayor.

R. Los ciclos económicos son diferentes, y se me hace plenamente anticipable que haya esta divergencia. Es verdad que la inflación se ha vuelto un fenómeno más mundial, pero los factores idiosincráticos por regiones todavía son muy importantes.

P. ¿No le preocupa, entonces?

R. No, de ninguna manera.

P. ¿Cómo ve a América Latina?

R. En retrospectiva, el impacto inicial de la subida de precios ha sido quizá mejor de lo esperado. El accionar de los bancos centrales ha sido bueno. Se han anticipado en sus acciones de política monetaria, por otro lado, algunos aspectos de los aumentos en los precios de las mercancías pueden ser beneficiosos para ellos. Al menos, desde el punto de vista financiero, América Latina está mejor. La capacidad de absorción del choque ha sido buena.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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