Aceite: Tormenta perfecta
El Estado tendrá que intervenir con un gasto público que no preveía para afrontar la crisis de los cultivos tradicionales de olivos, cada vez menos rentables
Cuentan que unos 1.100 años antes de Cristo los fenicios trajeron el cultivo de aceite de oliva a España. Desde entonces ha formado parte de la cultura española y hoy somos el líder mundial, con casi el 50% de la producción global.
En las dos últimas décadas la superficie cultivable mundial ha crecido casi un 20% y la mayor parte ha sido en producción intensiva, en zonas llanas que permiten mecanizar la recolección con cosechadoras y con regadío que aumentan significativamente la producción por hectárea. En España también ha aumentado la superficie cultivada, principalmente en la vega del Guadalquivir. Estos nuevos cultivos consiguen producir a costes inferiores (1,5 euros por litro) mientras los cultivos tradicionales no consiguen hacerlo por debajo de dos euros y en el caso de cultivos en laderas no mecanizables el coste se aproxima a 2,5 euros.
La Política Agraria Común (PAC) para mantener precios y rentas agrarias produce excedentes. Por eso, la principal preocupación del campo en estos momentos son los mensajes que anticipan un recorte de los fondos agrícolas europeos. El Reino Unido era contribuidor neto. Por tanto, tras el Brexit o los países aumentan su aportación o se recortan los gastos. Ningún país quiere pagar más, por tanto, habrá recortes. Las subvenciones agrícolas suponen un tercio del presupuesto de la UE y serán las más afectadas.
Desde el campo y la extrema derecha populista siempre culpan a Europa de todos sus males, pero sin la PAC más de la mitad de los pueblos de España estarían vacíos. Donald Trump ha puesto un arancel del 25% al aceite de oliva español. EE UU es el tercer consumidor mundial y nuestro segundo destino de exportaciones. Todos llevamos un proteccionista dentro, hasta que uno sufre los efectos del proteccionismo. Exceso de oferta con contracción de demanda y un sistema de distribución low cost, obsesionado con comprimir los márgenes y competir por los consumidores con el reclamo “yo te lo vendo más barato” ha provocado una grave crisis en el sector del olivarero.
Los cultivos intensivos son viables incluso a precios actuales. La crisis es en cultivos tradicionales, principalmente en los no mecanizables, en zonas de sierra. Son olivos viejos que dan menos producción, pero de máxima calidad. Como sucedió en Rioja y Ribera del Duero con los vinos de autor, las empresas que han desarrollado marca y saben poner en valor la mayor calidad también son viables y generan empleo. El resto va a sufrir una reconversión similar a la de los astilleros y la siderurgia en los años ochenta. Habrá recorte de producción y de empleo y se intensificará la despoblación. La nueva moda política es hablar de la España vaciada, y esta será la primera gran prueba de fuego. La intervención del Estado será necesaria y será un gasto público no previsto. Los economistas llevamos tiempo advirtiendo que deberíamos haber reducido la deuda pública aprovechando las compras del BCE. Ahora se complica. Crucemos los dedos para que la prima de riesgo siga tan baja.
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